El bolerito fue tal vez la primera persona que llegó ese día temprano a los baños de aquellas viejas instalaciones, y se pasó de largo hasta el último de los mingitorios, donde se sentía más a gusto. Allá en el fondo echaba tranquilamente su chorrito el chavalo, sin las miradas indiscretas y molestas de “tanto pinchi viejo mañoso que se mantiene molestando a los chavos en los baños”, como él mismo decía y se quejaba.

Pero cuando estaba en lo suyo, al chamaco lo rozó algo en la cabeza, y muy asustado por la sorpresa, volteó hacia atrás, sólo para ver que, a unos centímetros de su cuello, colgaban dos pies calzados con zapatos tenis.

Las dos piernas de aquellos pies se balanceaban en el aire.

Y cuando el miedo le dejó voltear hacia arriba, pudo ver el niño que se trataba de un hombre que se había colgado del cuello con un cinturón asegurado de un tubo del techo.

Recuerda mi compadre “El Pipo”, a quien llaman así porque usaba antes un bigote como el mismo “Piporro” y porque es también medio trompudo, que en la vieja Central Camionera de Chihuahua, en la calle Progreso, aconteció una vez esta desgracia que dejó graves secuelas.

El ahorcado era un joven al que nunca identificaron. Entre los guardias y los empleados del edificio se aseguró siempre que el colgado era uno de esos vagabundos motorizados que se la pasan metidos en los camiones foráneos, yendo de una ciudad a la otra. Debe saber el lector que es ésta una raza especial de mexicanos que, desarraigados de sus familias, han encontrado su hogar en las centrales camioneras y en las terminales de autobuses a lo largo y ancho del territorio nacional. ¿Se tienen que bañar? ¿Hacer sus necesidades fisiológicas? Ahí están los baños de las terminales. ¿Se peinan? Lo hacen en frente del espejo en esos mismos baños. Y así, disfrazados eternamente de pasajeros, estos individuos duermen en los andenes, como si esperaran la siguiente corrida. Comen de las sobras que quedan en las bancas y en las mesas. Se ven obligados, de vez en cuando estos vagabundos de las terminales, a realizar trabajitos y actividades para costearse el boleto hacia el siguiente destino. O le hacen servicios a los conductores de autobuses, pastoreándoles, por ejemplo, a los pasajeros que abordan afuera de las terminales y cuyos pasajes se rebajan a la mitad pero que no se reportan a la contabilidad oficial de las empresas.

Al parecer el joven ahorcado en la Central vieja de Chihuahua tenía unos 35 años. El médico que le practicó la autopsia de ley encontró que al desdichado le habían arrancado los testículos hacía poco tiempo, y evidentemente no se lo hicieron en una mesa de operaciones, sino en una salvaje carnicería.

¿Cuál era el secreto del ahorcado? Mucho se especuló en aquel año de 1972, pero en los meses y años siguientes, el mismo bolerito que se encontró con el cadáver, y otros usuarios frecuentes de estos baños, reportaron haber tenido encuentros con un fantasma que se les aparecía a la media noche en la forma de un hombre ahorcado colgando del techo.