Chihuahua, Chih.- Aunque no se asume como tal, Karla Arvizo es una leyenda en la comunidad de la diversidad sexual, conocida no por ser lesbiana solamente, sino por su activismo transgresor; su nombre es conocido tanto en las más altas oficinas gubernamentales como en las paredes de los baños de los antros gay, donde aparece hasta en propuestas de matrimonio.
“No me gusta ser conocida para que me rayen en un baño... Bueno, da risa, pero por el lado de ser conocida, eso sí me gusta, para que la gente, las mujeres, las personas LGBT, puedan saber que pueden acercarse a mí con toda la confianza a decirme sus problemas y ver cómo las puedo ayudar”, dice.
Presidenta del Comité de la Diversidad Sexual en Chihuahua, Arvizo Lozano cuenta en entrevista exclusiva con El Diario, cómo fue su salida del clóset hacia una sociedad conservadora que tolera a los gays y a las lesbianas, pero sigue discriminándolos cuando rompen patrones del convencionalismo domesticador al que están sometidas las personas de esta amplia comunidad.
“No es que haya más gays en las calles, los gays siempre hemos sido un chingo, el asunto es que ahora tenemos menos miedo, porque existimos nosotras, no sólo yo, hay otras colectivas, hay otras compañeras luchando”, asegura, mientras presume que la marcha del orgullo hace más de 10 años apenas congregaba a unas mil 200 personas y la de 2024 sumó alrededor de 20 mil.
Lesbiana, casada en la Ciudad de México por no tramitar amparo en Chihuahua porque no quería hacer escándalo antes de ser activista, hoy está divorciada y entregada al activismo.
Dice que llora siete de los siete días de la semana, mientras se da de topes para buscar ayuda a mujeres violentadas, chicos corridos de su casa por ser gay y adultas mayores trans también rechazadas, discriminadas y abandonadas por sus familias, pero vale la pena dar una batalla que ya ha dado buenos resultados.
Arvizo Lozano aborda tanto aspectos personales como detalles de su labor en la que se ha profesionalizado sin pensarlo ni proyectarlo, pues jamás se formó como activista ni defensora de los derechos humanos, pero ha aprendido de las víctimas que todos los días atiende, por violencias diversas de sus parejas, de sus familias, de la sociedad y los gobiernos.
Aunque no es militante de algún partido, reconoce un marcado antipanismo en su forma de actuar y luchar, dado que es el PAN y sus gobiernos los principales limitantes y agresores que tienen los integrantes de la comunidad de la diversidad sexual.
“No le echo al PAN por deporte. Lo hago porque tengo los argumentos para tirarle; los peores discursos de odio en el Congreso, en el Gobierno del Estado y en el Municipio son por panistas”, sostiene.
En el terreno de su activismo, señala que una de sus preocupaciones es la alta incidencia de suicidios entre gays, lesbianas y trans, entre otras personas que son llevadas a esa decisión extrema por las condiciones que enfrentan prácticamente desde su nacimiento.
“No tengo una estadística formal, pero Chihuahua es el primer lugar nacional en suicidios del país... y muchos de los que se suicidan, son de la comunidad”, sostiene mientras retoma la seriedad de los asuntos graves, en medio del desenfado con el que comúnmente se expresa.
--¿Qué hace Karla Arvizo, en qué consiste tu trabajo y el del Comité de la Diversidad Sexual?
“Bueno... la voy a poner fácil, en todo lo que veas LGBT+, está inmiscuido en el comité. Empezamos en el 2014, estaba otro presidente, era Aldo Núñez Caro, y luego me nombran presidenta.
“En el 2015, íbamos a hacer la marcha (del orgullo) y estaba, ¿cómo se llama el secretario ahorita? Santiago de la Peña, en el Ayuntamiento,
era el secretario del Ayuntamiento, y siempre sacábamos todos los permisos para marchar, todo, todo, todo lo que nos piden.
“Entonces Municipio juntó un evento, en aquel entonces, el evento de las sombrillas, con el de nosotros, y nos dijeron: pues ustedes son ciudadanos de segunda, váyanse al parque, lo que es ahora el Parque del Arte, en aquel entonces era el Parque Vallina; y pues no, yo no quise aceptar y voy a Presidencia Municipal y me peleo y gritoneo con Santiago de la Peña, me gritoneo de que no me voy a quitar, nos peleamos, me dijo, le dije, etcétera... eso fue un jueves, el sábado era la marcha, y nos pusieron muchas trabas, me detienen policías a mis compañeros, corrieron a otras colectivas, pero con todo sí logramos marchar, y logramos llegar a la plaza del
Centro, a la Plaza de Armas... yo todavía no me consideraba activista, yo vivía en mi mundo, no sentía que sufriera de esa discriminación hasta ese día”.
--¿Y cómo llegas a ser presidenta del comité?
“Pues ya que termina la marcha, el lunes vamos e iniciamos un proceso en la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), y lo que saben ustedes sabemos nosotros, nunca pasó nada; no hicieron nada. En medio de todo el presidente dijo: saben qué, esto no es para mí, y me nombraron, todo el comité, me nombraron presidenta.
“Y dije: pues va, y aprendí, estaba más sensibilizada, pero aprendí más a ver por las personas que por mí; empecé a trabajar. Lo único que hacíamos nosotros en el 2015, 2016, 2017, era la pura marcha, nos dedicábamos a la marcha, hacíamos eventos en cafés para la población LGBT+, hacíamos eventos deportivos, y de repente nos empiezan a llegar casos de discriminación, casos de violencia a la población LGBT+. Y de verdad que yo sin saber empecé a ayudar a la gente, a quien nos pidiera ayuda, a recoger jóvenes que corrían de sus casas, trabajar en contención para los intentos de suicidio, en casos de violencia, cuando corren a las personas de su trabajo por su orientación sexual, o su identidad de género, y para cuando me di cuenta ya estaba bien empapada en todo. Entonces ahora que me preguntan qué es lo que hace Karla o el comité, les digo: todo lo que veas tú que dice LGBT+, aquí en Chihuahua, todo, en todo estoy inmiscuida, si no soy la que lo organiza siempre estoy apoyando a las otras colectivas”.
--¿Cómo ha evolucionado esa Marcha del Orgullo en Chihuahua?
“De la primera en la que participé fuimos mil 200 personas, y en la última edición ya fuimos más de 20 mil. De 2014 a 2024, vamos a ver cuántas en este 2025”.
--¿Qué hacías antes de ser activista? ¿Cómo era tu vida?
“Bien diferente, era mucha comodidad, mis problemas consistían en ver a dónde me voy de vacaciones. Estuve casada con una mujer por 10 años, nos casamos en la Ciudad de México porque yo no quería meter un amparo aquí, yo no iba aparecer en la prensa, que vergüenza. Entonces mi vida era los problemas cotidianos de una pareja, el comprar casa, las vacaciones, ahorrar, intentamos tener un bebé, desgraciadamente lo perdió, ella se embarazó y lo perdió, pero pues era una vida así, alejada de todo esto.
“Si en 2010, ni siquiera cuando era joven, en el 2010 me hubieran dicho, vas a ser activista, yo diría claro que no. Qué vergüenza. Mi familia sabía que yo era lesbiana, mis amistades, y yo vengo de un pueblo, pensaba, ¿qué le importa a la gente del pueblo que yo me casé con una mujer? Hasta que empecé en esto, y dije, no puedo representar y estar en un clóset...”.
--¿Entonces no te formaste para esto?
“No, caí por casualidad. Y todo lo que he aprendido de las víctimas, la empatía hacia ellas es lo que me ha hecho ayudar. Ver el dolor de primera mano, porque he visto muchas cosas que siento que la gente debería de ver, para que sepan realmente lo que está pasando en el mundo. Pero obviamente no lo puedes decir, los acompañamientos a las víctimas, los acompañamientos a las hermanas y compañeras trans, es algo que de verdad, aunque diga la gente, yo no entiendo que es una mujer trans, el sólo hablar con una persona, con una mujer trans, sobre todo, te cambia el panorama.
“Yo nunca he batallado con los pronombres ni nada, pero escuchar sus historias... un parteaguas para mí fue el asesinato de mi compañera Mireya, éramos grandes amigas, éramos personas que siempre estábamos en contacto y el día que la asesinaron y toda la revictimización que vivió ya asesinada -porque ella la asesinan un 2 de septiembre y la entregan hasta el día 20- fue increíble. Ha sido muy duro, me acuerdo que me hablaban los de la prensa y yo lloraba, no podía dejar de llorar, era mi amiga, y ya saben, el hecho de que no tuvo justicia, como ninguna de las mujeres trans que asesinan...”
--Las trans son especialmente discriminadas, ¿no? Incluso por mujeres...
“Por la familia muchas veces.
Por ejemplo, nos tocó un caso de una mujer trans que asesinaron y la familia la vistió de hombre para sepultarla.
Te da coraje, la injusticia es lo que me mueve a mí. Cómo he aprendido todo esto, por ver las injusticias, he visto muchas cosas que me hacen pensar por qué estoy aquí, pero también pienso que si no estoy, las cosas no van a cambiar. Y no es que me esté echando la responsabilidad, pero siento que mucha gente cree en mí, y he hecho un excelente trabajo, en el sentido de que jamás he robado dinero, jamás me he aprovechado de una víctima, siempre he trabajado con empatía, hay casos que no puedo resolver -porque mucha gente piensa que diciéndomelo ya se resolvió- pero por mí no va a quedar, voy a hacer lo que tenga que hacer y hasta donde tope, y claro que me ha llevado a mis mentiras de madre también”.
--¿Qué tanto te costó salir del clóset? No con tu familia, sino hacia la sociedad. Si dices que te daba vergüenza andar en los medios...
“Bueno, creo que nadie, nadie pensamos un día que vamos a salir en los medios, a menos que seas periodista o que seas actriz o artista. Yo no quería porque, no que me diera vergüenza, siempre he manejado mi vida muy privada. Para mí salir del clóset fue decirle a mi mamá, a mi familia, pero yo decía: ¿a la demás gente qué le importa?
“Cuando ya me hacen presidenta, me dicen: tienes que abrir un Facebook, y yo pues... no que tuviera miedo, y ahora menos; el miedo no, no es algo que me mueva. Pero cuando le veo el miedo a mi mamá y a mis hermanas, ahí si digo: ah, cabrón, sí está de miedo esto, así como que el 8M (marcha del Día de la Mujer, cuando fueron detenidas varias manifestantes), estaban llorando. Entonces así ha sido el proceso, y pues así como no tengo miedo, no tengo tiempo de nada, siempre es correr. A veces estoy echando unos pistos y me habla una víctima, o le tengo que dar contención, o, tengo que salir, cuando han atacado a compañeras trans en la noche”.
--Eres una leyenda en el mundo de la diversidad, ¿sí te asumes como tal, dado que todo mundo habla de ti? Vaya, hasta en los baños de los antros está tu nombre...
“No me gusta ser conocida para que me rayen en un baño. Bueno, sí da risa, la primera vez que me senté y lo vi, dije: ay no, güey, es que no te sientes bien. Y luego dije: ¿con qué le borro?, ¿quién demonios lleva un marcador al baño? Bueno, pues me dio vergüenza, y luego entro al otro, estaba peor...
“Pero por el lado de ser conocida, eso sí me gusta porque la gente, las mujeres, las personas LGBT+ más deben de saber, o sea que puedan saber que pueden acercarse a mí con toda la confianza para decirme, yo tengo este problema, a ver si me puedes ayudar. Yo siempre les digo: no lo voy a solucionar, voy a hacer todo lo que esté en mis manos o las nuestras para poderte ayudar”.
“Por ese lado sí me gusta ser conocida. O sea, me ha pasado, por ejemplo, en unos bares que hay gente que me manda cerveza en el buen pedo de: güey, gracias por lo que haces. Eso está chido. Eso sí se me hace chido...”
--¿Y cómo te cuelgas el título de activista o cómo te lo ponen?
“Pues yo antes me decía que no era activista. Pero me decían, oye, estás arriesgando tu vida por ayudar a las demás personas. Te estás peleando con gente muy poderosa, con el gobernador, con la gobernadora, con el fiscal, con la fiscal. Te peleas con gente. Entonces desde el momento en que tú estás rompiendo todas esas reglas, lo eres... Desde el momento en que tú estás enfrentando a esa gente con nada, porque yo no tengo nada más que mi voz, no tengo dinero, no tengo poder, no tengo nada. Entonces desde ahí me dijeron tú eres activista.
“Aún así no me callo, no más cuando mi mamá me regaña, pero de ahí en fuera no hay quien me calle...”
--¿Qué consecuencias te ha traído el activismo? ¿Te han amenazado?
“De todo... me rayaron el carro, me poncharon las llantas... y lo superé, no me callaron. Y las amenazas típicas, que me gusta mucho, porque dicen soy Satán, soy la peor, soy la más lesbiana. Han pasado obviamente amenazas.hay gente que lo hace. Vivimos en un estado ultraconservador, pero pienso que la gente está cambiando”.
--¿Cuál es tu diagnóstico, precisamente, del momento de hace 10 años, a lo que vivimos socialmente hoy, en materia de tolerancia a la diversidad?
“Pienso que las nuevas generaciones es un factor de cambio. Y otro es que le estás cambiando el chip a la gente y la gente está dándose cuenta que su familiar puede ser LGBT+.
“Tú puedes decir pinche Karla, lesbiana, machorra, porque no me conoces, porque no sabes quién soy. Pero cuando viene tu hija y te dice que le gustan las mujeres, ahí es cuando cambia. Y lo fregón es que la aceptes. Entonces ya no dices: las lesbianas son lo peor del mundo”.
EN FRASES
Todo lo que veas que dice LGBT+, aquí en Chihuahua, todo, en todo estoy inmiscuida, si no soy la que lo organiza, siempre estoy apoyando a las otras colectivas...”
“Chihuahua es ultraconservador... y qué mejor que mantenernos a todas en el clóset”
“Todo lo que he aprendido, lo he aprendido de las víctimas, la empatía hacia ellas es lo que me ha hecho ayudar, ver el dolor de primera mano...”
¿Qué podemos hacer? Fácil, cuando cuenten el chiste de jotitos, no te rías y pon en su lugar al que lo está contando. Verás que no vuelve a hacerlo y así frenas el bullying...”
“Una vez me dijeron lesbiana distinguida y yo dije: ¿eso es un insulto o me estás halagando? De verdad no sé cómo tomarlo. O sea, no sé si estoy agradecida o me encabrono...”
“Ya la gente está viendo que el maltratar de la manera que sea a una persona LGBT tiene muchas consecuencias... o le echo la culpa totalmente a la religión, a nuestros gobernantes, a gente que te dice que esto está mal, que eres una abominación, que como me dicen a mí, Satán, Lucifer...”