En medio de la tragedia por la explosión de una pipa en Iztapalapa que cobró la vida de 9 personas, brotaron las historias de heroísmo y solidaridad.

ENVOLVIÓ A SU NIETA

En medio del caos por la explosión de una pipa de gas en Iztapalapa, un policía bancario ayudó a llevar a un hospital a una bebé herida.

Alicia Matías trabajaba como checadora de combis de la ruta 14 en el paradero de Santa Martha Acatitla, en la Alcaldía Iztapalapa.

La explosión alcanzó a envolverla a ella y a su nieta, quien se encontraba bajo su cuidado.

En su intento por huir del siniestro, sostuvo en sus brazos a la menor y corrió para resguardarse de las llamas.

La mujer de 49 años sufrió la mayor parte de la afectación, por lo que tiene el 90 por ciento del cuerpo quemado.

Mientras que su nieta, Azuleth, sufrió quemaduras en la cara, brazos y piernas. Sin embargo, es reportada como estable.

LA PONE A SALVO EN 8 MINUTOS

Sergio Ángel Soriano, elemento de la Policía Bancaria Industrial (PBI).

Sergio Ángel Soriano vio cómo Alicia Mateos cargaba a su nieta en brazos tras salir de las llamas provocadas por una de las explosiones que causó la volcadura de la pipa de gas.

La forma en la que puso a salvo a la bebé quedó registrada en una grabación en la que se observa cómo en ocho minutos la lleva del lugar de la tragedia hasta un hospital.

Alicia solía estar en una casetita junto a su nieta donde trabajaba como checadora, Sergio Ángel las había saludado en algunas ocasiones mientras recorría el perímetro del Centro de Transferencia Modal en Santa Martha Acatitla como elemento de la Policía Bancaria Industrial (PBI).

Pero en el momento de la emergencia no las reconoció, sino hasta horas después contó en entrevista para Reforma.

Eran alrededor de 14:20 horas del miércoles cuando sintió cómo una ola de calor le pasó encima y le quemó el cabello y parte del uniforme.

La gente huyó del fuego causado tras una explosión registrada cerca del lugar y él fue a su encuentro.

"Corrí directamente hacia donde estaba la llamarada de fuego, directamente fui ahí a buscar heridos a tratar de sacar a la gente, en ese momento no lo piensas nada más llegas corres y vámonos. afortunadamente sí pude rescatar a la señora, a la niña y a otro chavo", expresó.

La explosión cobró la vida de nueve personas.

Entre el humo que le impedía ver con claridad gritó para saber si alguien estaba herido hasta que vio a Alicia con quemaduras en todo el cuerpo y la bebé con la ropa aún prendida.

Como pudo apagó y desprendió las prendas fusionadas por el fuego que las mantenía unidas para ayudarle a cargar a la niña de alrededor de dos años y cuyo cuerpecito había protegido Alicia con el suyo.

Las manitas, pies y parte del rostro de la niña habían sufrido quemaduras mientras que la piel de Alicia parecía derretirse al tocarla. De inmediato se abrió paso para llevarlas a un lugar seguro, mientras pedía una ambulancia surgían por su radio reportes de otras explosiones y el fuego abrazaba la zona.

Ni Alicia ni la niña reaccionaban, estaban en shock y eso le causaba más angustia al agente. En el lugar donde se resguardaban personas, comerciantes, personas de transporte le ofrecían ayuda, entre ellos un motociclista que lo llevó con la bebé a la Clínica 53 del IMSS, contó.

Tras abrirse paso llegaron a urgencias donde la recibieron, se observa en un video difundido en redes.

Hasta ahí terminó la grabación, pero no la labor de Soriano quien regresó por Alicia para llevarla al mismo hospital.

Él y sus compañeros arrancaron pasto y rascaron el suelo para apagar con tierra el fuego de automóviles que se incendiaban con conductores dentro, hasta que ayudó a dos jóvenes más a salir y que fueran llevados a un hospital con apoyo de las personas y transportistas que ayudaron a enfrentar lo ocurrido, compartió.

"Fue una tragedia dolorosa para todos, yo soy de Iztapalapa, yo crecí en esa área y sí fue muy difícil ver a personas que yo conocía a mis vecinos y realmente actúe conforme a la instrucción y conforme pude realizar mis funciones", expresó conmocionado por lo ocurrido.

Sergio Ángel Soriano, Elemento de la Policía Bancaria Industrial (PBI)

SIN EMOCIONES

Edgar Rosas, director operativo del Heroico Cuerpo de Bomberos en Ciudad de México.

Edgar Rosas, director operativo del Heroico Cuerpo de Bomberos en Ciudad de México, deja de lado los sentimientos para salvar el mayor número de vidas posibles, como ocurrió tras la explosión de la pipa de gas LP en Iztapalapa, donde lideró las acciones operativas.

El miércoles fueron alertados mediante el C5 sobre la explosión en el puente de la Concordia y siete minutos después ya estaban ahí los primeros respondientes.

Se abocaron a los vehículos y áreas para asegurarse de que nadie se encontrara atrapado o sin atender y luego la mayor parte de los recursos a controlar la emergencia por la pipa que ya había derramado más de 30 mil litros y a la que le quedaban todavía alrededor de 20 mil.

Con una quema controlada y el encapsulamiento del gas con una espuma biodegradable evitaron nuevas explosiones, así como la inhalación de quienes se encontraban en los alrededores, contó.

La nube blanca que invadió la zona era el gas líquido derramado pasando de líquido a vapor y convirtiéndose en una mezcla explosiva generada de 11 mil 200 litros por cada uno que se había derramado, explicó, por ello la magnitud de la explosión.

En este tipo de emergencias, aseguró quien lleva más de 20 años de experiencia como bombero, no hay tiempo para las emociones ni se guían bajo las mismas sino bajo las actuaciones que tienen que realizar para poner a salvo a la mayor parte de las personas.

"No nos da oportunidad de tener sentimientos propios siempre la visión del bombero está enfocada, siempre en la atención correcta de la emergencia".

Edgar Rosas, Director operativo del Heroico Cuerpo de Bomberos en CDMX

La Fiscalía capitalina detalló que existen dos principales líneas de investigación, las cuales se relacionan a una posible conducción del vehículo por encima de los límites de velocidad.

Rosas lideró las acciones operativas para atender la emergencia con apoyo de alrededor de 50 vulcanos de las tres estaciones de Bomberos en Iztapalapa, Benito Juárez e Iztacalco, así como quienes se sumaron voluntariamente de municipios del Estado de México y que se solidarizaron, contó.

Su guía es tomar las decisiones correctas y administrar los recursos de manera eficiente para dar una mejor atención a la población, indicó.

"Poder haber ayudado a la población de una manera eficiente eso también es una parte de la satisfacción personal, el ver el crecimiento de los bomberos", expresó.


Pero también deja un llamado sobre la regulación de este tipo de unidades que trasladan materiales peligrosos a cualquier hora del día.


"Nos deja una lección a la gente que habita la Ciudad de México y a las diversas instituciones que participaron, así como a la iniciativa privada tener mayor control, mayor apego a la normatividad para evitar que este tipo de situaciones se desencadenen", indicó.

IMPROVISAN AUXILIO

Kenia vive con Aarón, un hombre mayor. Desde hace años, montaron un campamento en un prado aledaño al distribuidor.

A Karen le tiemblan las manos al recordar lo que vivió el miércoles.

No puede precisar lo que sintió y lo resume con la palabra "horrible", pero quizás se queda corta.

Tiene unos 35 años y vive en la Colonia Xalpa, en la Alcaldía Iztapalapa.

Desde hace dos años vende flores en un andador de puestos al pie de la carretera federal México-Texcoco, muy cerca del distribuidor vial La Concordia.

Antes de que la pipa con gas LP explotara esa tarde, sólo escuchó un sonido similar al de una tetera con agua hirviendo.

"Fue como un chiflido", ejemplifica.

Después observó a Kenia mientras corría hacia ella entre las llamaradas.

La muchacha tiene 25 años y vive con Aarón, un hombre mayor que ella.

Desde hace años, montaron un campamento en un prado aledaño al distribuidor.

Ahí descansaban cuando el fuego los sorprendió.

"Venía toda quemada y pedía que le echaran agua".

Karen, Comerciante

La Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, confirmó que la explosión dejó un total de 94 víctimas.

La comerciante no tiene claro de dónde sacó el agua, pero obedeció.

Supone que consiguió algunas cubetas de unos baños públicos que también hay entre los puestos.

Luego acompañó a Kenia hasta que llegaron los paramédicos, quienes la trasladaron a un hospital junto con Aarón.

Karen regresó a trabajar el jueves temprano como siempre, pero confiesa que sólo lo hizo por necesidad.

Toda la noche lidió con el recuerdo de los gritos de Kenia, de su semblante y del olor de su piel lastimada.

"No estoy bien, pero tengo que venir porque de esto vivo", argumenta.

A su alrededor todo transcurre con normalidad: el flujo incesante de personas, las filas para abordar el transporte público y el tráfico complicado.

Del otro lado de la carretera, se encuentra el acceso al paradero Santa Martha y al Cablebús.

Quienes venden al exterior, también conocen a Kenia y a Aarón, pues la pareja los ayudaba a cargar mercancía, instalar sus puestos o con algunos mandados.

Hablan de ellos con respeto y cierto cariño, lamentan lo que les pasó y esperan verlos pronto.

Lucen más tranquilos, pues la mayoría sólo trabaja por las mañanas y ya se había ido cuando ocurrió el estallido.

"Bendito Dios no nos tocó", dice Ramiro, un juguero.

Quienes llegan a las 4:00 horas, el jueves todavía observaron cuando la pipa fue retirada y cuando abrieron la circulación dos horas después.

Vecinos de la Alcaldía Iztapalapa vivieron entre zozobra tras la explosión de la pipa.

El negocio de Cristina Hernández se ubica en la intersección de Calzada Ermita Iztapalapa con la Autopista México-Puebla.

Ahí vende accesorios para autos, pero señala que antes dio clases en una secundaria durante 25 años.

Mientras fue maestra, recibió capacitación de Protección Civil y también tomó cursos en la Fundación Michou y Mau, especializada en atención a niños con quemaduras.

Sin embargo, reconoce que el miércoles se pasmó al ver a las personas heridas que se acercaron a pedirle ayuda.

"No es lo mismo ver un video o practicar con un muñeco, que vivir algo tan fuerte", apunta.

Igual que Karen, no pudo dormir por el estrés, las pesadillas y el llanto que sufrió tras la explosión.