Ciudad de México.- Las megaobras del sexenio –las que se hicieron y las que no- superan el billón de pesos y más allá de que la narrativa gubernamental se esmera en atribuirles un éxito anticipado, lo cierto es que sobre ellas imperan las dudas.
El Tren Maya, que ya inició operaciones duplicó su costo y de 200 mil millones de pesos presupuestados originalmente, al final consumió 400 mil millones de pesos y su construcción generó una enorme depredación ecológica y no estuvo exento de escándalos de corrupción.
El tendido de la vía, que atraviesa la selva maya, contamina cenotes y pretende acercar al turismo a las zonas arqueológicas de la zona, todavía no alcanza a operar en números negros; su funcionamiento sigue siendo subsidiado con recursos públicos y de acuerdo con los números de usuarios que tiene diariamente, la proyección indica que la inversión se recuperará hasta dentro de 150 años.
Si se considera que con los excedentes que genere se piensa subsidiar el pago en el incremento de pensiones, resulta que esto parece imposible, al menos durante el próximo sexenio.
La refinería de “Dos Bocas, una obra planteada como estratégica para generar independencia energética, fue inaugurada hace 14 meses y este domingo 4 de agosto volverá a ser inaugurada, su costo asciende a los 300 mil millones de pesos, el doble de lo que se presupuestó originalmente y con la consideración de que más allá de que se inaugure todavía falta tiempo para que empiece a refinar petróleo y produzca gasolina.
Originalmente, esta mega obra fue licitada de manera internacional con parámetros financieros y de tiempos muy específicos: que se terminara en cuatro años y que su costo fuera de 8 mil millones de dólares. Un total de 16 empresas internacionales establecieron que ni el costo ni el tiempo estaban dentro de lo razonable y retiraron sus propuestas.
Al final tenían razón; la obra ya tiene un costo de 16,6 mil millones de dólares, a pesar de que volverá a ser inaugurada no estará terminada y por tanto la autosuficiencia energética será un tema incumplido.
En el caso de aeropuerto “Felipe Ángeles”, se debe analizar desde dos caras: por un lado, el costo de la obra, su funcionalidad y el impacto en resolver el congestionamiento de pasaje y de tráfico aéreo en la Ciudad de México; por otro lado, que para construir esta obra primero se canceló la construcción del nuevo aeropuerto de Texcoco.
En el aeropuerto “Felipe Ángeles” se sabe que su costo supera los 150 mil millones de pesos y todavía hay obras complementarias que no se han terminado e incluso iniciado, pero está en funcionamiento y aunque sus vuelos nacionales e internacionales están muy limitados, su operación como aeropuerto de carga se incrementó artificialmente cuando se obligó a las líneas aéreas que mueven mercancías, documentos y otras cosas por vía aérea a que salieran del aeropuerto Benito Juárez y obligadamente movieran sus operaciones al “Felipe Ángeles”.
Su operación sigue siendo deficitaria y esto es así por la escasez de líneas que lo utilicen como destino de sus vuelos o para generar conectividad; las grandes empresas internacionales simplemente dijeron que no a su uso y permanecen en el viejo aeropuerto con la saturación de la playa de estacionamiento y con un intenso tráfico de personas al interior.
Y si tener un aeropuerto disfuncional es una mala noticia, la situación se agrava cuando por el que cancelaste, uno moderno, funcional y de alta tecnología, estás obligado a pagar otros 150 mil millones de pesos por las indemnizaciones y fianzas internacionales que penalizan la cancelación de este tipo de obras.
Los costos de todas las obras se duplicaron e impactaron directamente en las finanzas públicas, pero además de la opacidad, también están los señalamientos de corrupción, porque el hecho de que fueron construidas por el Ejército Mexicano no es una carta que garantice honestidad plena y ahora queda en evidencia que también en las instancias militares gustan de servirse con la cuchara grande.
Solamente estamos hablando de las tres obras más emblemáticas del sexenio, pero el dispendio fue mucho mayor si se toman otras obras que no están exentas de polémica y que también fueron devoradoras sin piedad de dinero presupuestal.
La utilidad de estas obras será la que determine su funcionalidad y el grado en el que impactaron en el progreso y desarrollo de todo México, pero por lo pronto no terminan de superar el calificativo de “elefantes blancos”.
Opinión
Sábado 03 Ago 2024, 06:30
El costo del capricho
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Rafael Cano Franco
