-Cordiales e institucionales Maru y Claudia
-Hasta el PAN repudia homofobia de Olson
-En la gloria IEE frente a sus pares
A un inspector de la Policía Estatal, Víctor Hugo Sosa Martínez, estaba dirigida la narcomanta (poli-narco-manta, le dicen algunos dentro de las filas de la Secretaría de Seguridad Pública), colocada al caer la oscuridad del martes de la semana pasada, sobre uno de los pasos superiores que cruzan el canal del río Chuvíscar.
Bueno, estaba dirigida formalmente al secretario Gilberto Loya, pero el señalamiento directo era para el mando estatal, quien, aseguran, está protegido por el subsecretario Simeón Esparza, igual que toda su parentela extendida en la dependencia, entre las filas y las áreas administrativas, en puestos no de primer nivel, pero sí claves para ciertas operaciones importantes.
“Ingeniero Gilberto Loya secretario de seguridad si su intención es limpiar la institución debería de comenzar x el insp. Victor Hugo Sosa Martínez, el cual se dedica al cobro de cuotas venta de drogas extorsiones y proteger un grupo criminal con el consentimiento de sus superiores (sic)”, fue el mensaje colocado bajo el puente de la avenida La Junta.
Dos detalles importantes nos hacen llegar los mandos medios de la corporación que, como es conocido, padece como todas de cierta infiltración criminal, tanto aquí en la capital como en Juárez, donde están sus principales bases de operación.
El primero, que no debe perderse de vista, es que la manufactura del mensaje apunta a ser interna, es decir, salió de las propias filas de la corporación de seguridad estatal. ¿Quién mejor que los mismos policías para saber dónde, cómo y cuándo colocar la manta? No es gratis, pues, el término de poli-narco-manta, pero tampoco es novedad, los agentes de todas las corporaciones le mueven bien a ese negocio.
El segundo, más relevante, es que el señalamiento podría no ser únicamente para el inspector, dado que su familia, entre cónyuges, primos, sobrinos y demás, está extendida por toda la SSPE, con cargos no nada más en la calle, sino en otros donde son tomadas decisiones importantes, como las compras y adquisiciones.
Los Sosa, aseguran, se han puesto en la mira no nada más de los otros policías que aseguran ser testigos de ciertos excesos e irregularidades. De ahí que su perfil y actividad genere este tipo de reacciones.
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La presidenta Claudia Sheinbaum realizó una pesada e intensa gira el fin de semana, que incluyó Chihuahua y Sonora.
El viernes presidió la reunión de seguridad en Palacio Nacional y luego la conferencia mañanera; al mediodía arribó a Mogótavo, Urique, para de ahí volar a la capital a la Base Aérea Militar número 13, donde sostuvo un encuentro privado con el mando castrense en el estado.
Más tarde voló a Juárez, donde durmió y posteriormente, luego de atender asuntos en privado, inauguró el hospital 02 del Instituto Mexicano del Seguro Social, el más completo de los que ha construido la 4T, según lo que dijo el director general del organismo, Zoé Robledo.
En la frontera, la presidenta Sheinbaum Pardo ejerció por sí misma, a la vista de todo un auditorio de cientos, senadores, diputados, aspirantes al 2027, el privilegio personalísimo, de indicar la prelación para la foto al momento de correr la cortina inaugural del hospital 02 del IMSS el pasado sábado.
Si Andrés Manuel hizo a un lado al Estado Mayor Presidencial, Sheinbaum ha prescindido de la ayuda incluso menor, cuando la ayudantía pudiera auxiliarle a dirigir estos momentos, como especificar un espacio en el escenario previamente palomeado por ella.
Después de las palabras -y algunos abucheos maiceados con intenciones perversillas de hacer daño, que incluso ameritaron intervención presidencial- Claudia Sheinbaum caminó hacia el costado derecho, donde estuvo levantando el brazo y señalando donde iba cada quien al momento de develar la placa conmemorativa de apertura oficial del Hospital.
Señaló, en ese orden, al director del IMSS, Zoé Robledo; a la gobernadora Maru Campos y al alcalde Cruz Pérez Cuéllar, los lugares a ocupar para develar la placa.
Con sonrisa de oreja a oreja, presidenta de la República, el alcalde y la gobernadora dieron muestra de cordialidad e institucionalidad. Mucha más civilidad que en el sexenio pasado.
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La semana pasada, no faltaron los panistas que trataron de atizar un diferendo notable entre la diputada Nancy “La China” Frías y el diputado Carlos Olson San Vicente, ambos panistas, pero no cortados con la misma tijera.
Quedó sepultado el pleito por la mediación de la dirigencia estatal del PAN, a cargo de Daniela Álvarez, y porque Olson también terminó envuelto en otra disputa con la diputada petista Irlanda Márquez, quien lo acusó de agresión, mientras él de mentirosa.
Fueron de esas grillas baratas que abundan en el Congreso del Estado, porque los legisladores creen que el fuero les sirve para debatir cosas insulsas o hasta para juzgar la forma de vestir de los demás. Baratijas, pues, de la farándula que a veces se mezcla con la política.
Pero es de mayor relevancia -nos aseguran fuentes panistas más liberales- esa repulsión que genera el discurso homofóbico, racista y clasista de Olson San Vicente, quien se siente una especie de Trump de Chihuahua, con calidad moral para criticar a gays, lesbianas y todo lo que atente contra su concepción de familia.
Los propios panistas nos insisten en que esa es la imagen con la que carga al interior del PAN, al grado de que ya ven enfermizo el uso de la curul para dirigir mensajes de odio o meterse en debates insensatos, según él por dar una batalla cultural contra esas “amenazas” de la modernidad.
Una estudiada a los derechos humanos e incluso a alguna de las cuatro encíclicas del Papa Francisco, no le vendría mal al rancio panista, al menos para darse a respetar un poco entre sus correligionarios, a los que ya cansó con sus posturas medievales.
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Está en la gloria el Instituto Estatal Electoral, aún con los recortes presupuestales en materia de consulta ciudadana y la no consideración del proceso de revocación, que es complicadísimo que progrese dada la obligación legal de recolectar el diez por ciento de las firmas del Listado Nominal, que son algo así como 300 mil.
Está holgado el órgano electoral local para cumplir con sus compromisos laborales, proveeduría, incluso, financiamiento a partidos políticos.
Podría estar no peor, sino lo que le sigue, como en otras entidades federativas, donde los gobiernos de los estados están castigando en serio a los denominados Órganos Públicos Locales Electorales (Oples), a grado que en dos de ellos ya no quieren pagar las prerrogativas a partidos, como es el caso de Nuevo León, Nayarit y San Luis Potosí.
La información revelada en la maratónica sesión del INE del pasado viernes en la mañana por el consejero José Faz, indica que Guerrero pasó de riesgo alto a riesgo medio en materia presupuestal, pero en Zacatecas y Yucatán persiste la misma situación de riesgo alto.
El caso de Nuevo León mereció mención especial porque tiene una situación compleja. Si bien durante la mayor parte del año estuvo en semaforización verde, sin riesgo, a partir del mes de noviembre dejó de recibir las ministraciones programadas por 197 millones de pesos.
No tiene siquiera para pagar prerrogativas a los partidos políticos y ni siquiera para hacer frente a sus compromisos ordinarios para su correcto funcionamiento. Los traen a puras vueltas en la secretaria de Finanzas de aquel lugar.
Hay cinco Oples en riesgo medio, Morelos, San Luis Potosí, Colima, Quintana Roo y Guerrero.
Como dijimos entonces, el Ople de Chihuahua, aún con el ajuste presupuestal para el 2025 está lejos, muy lejos de aquel maltrato a sus pares.