“He llegado a la conclusión de que la política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos” 
Charles de Gaulle

Dios mandó llamar a los tres líderes mundiales y les ofreció responderles una pregunta. Acudió Vladimir Putin: “Dios mío ¿cuánto tiempo Rusia será una potencia?” y el Señor respondió “No más de veinte años” y Putin lloró. Toco su turno a Joe Biden: “Creador del cielo y de la Tierra ¿cuánto le queda de vida al capitalismo?”. Y el Creador contestó “No más de treinta años”. Y Biden lloró. Tocó su turno a AMLO: “Compañero Dios (ah, no, si no es Fernández Noroña) ¿por cuantos sexenios gobernará la 4T?”. Y Dios lloró.
Aun no inicia el siguiente sexenio en el poder del Movimiento de Regeneración Nacional y ya estamos preocupados de que se convierta en omnipotente. Y volveremos a la usanza del viejo Partido Revolucionario Institucional. Antes usábamos una famosa frase “gánale al PRI” que significaba que se hacía lo que el tricolor decidiera. Era el uso del poder en todas sus manifestaciones. Hoy podremos decir “gánale a Morena”. La esencia es la misma.
La historia siempre se repite, siempre con distintas fechas, siempre con distintos nombres. Así, a Morena deberá ocurrirle lo mismo que al Partido Revolucionario Institucional. 
Tratando de ser lo más claro posible 1) el poder de este partido era infinito el cual dominó el escenario político por setenta años. Pero la acumulación de dominio traería sus consecuencias. Fue solo un respiro la guía de Jesús Reyes Heroles como secretario de gobernación. En 1979 les concedieron su registro al Partido Comunista Mexicano (PCM), Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y al Partido Demócrata Mexicano (PDM). En 1982 al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y tres años más tarde el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT). Fue la apertura de una válvula de presión para evitar conflictos. 2) Con tanto poder la impalpable omnipresencia del PRI brotaba por todos lados. Las decisiones de quiénes encabezarían candidaturas de todos los niveles eran de una cúpula. Y así, beneficiaban a los cercanos y menospreciaban a los lejanos. De esos distantes destacaron Carlos A. Madrazo, Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Andrés Manuel López Obrador y otros a quienes el dedo mágico no los señaló. Entonces decidieron renegar del tricolor y fundar, de los restos del Partido Socialista de los Trabajadores, en 1987, el Partido Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional. Postuló a la presidencia en 1988 –adheridos al Frente Democrático Nacional- a Cuauhtémoc Cárdenas. Fue en esos comicios cuando al actual director de la Comisión Federal de Electricidad se le cayó el sistema. Sí, al patriota Manuel Bartlett, entonces secretario de Gobernación. 
La llegada de la izquierda al poder no fue por triunfos de partidos progresistas. Fue causa de una ruptura del PRI. En el futuro si llegará un cambio no lo será a través de los partidos tradicionales ni de nuevas instituciones. El PRI o lo que queda de él, está en proceso de extinción. El PAN no ha sido capaz de asimilar las inconformidades ciudadanas y del PRD no quedará sino el recuerdo somnoliento de una izquierda nacida en el seno del PRI. El abuelo de Morena, es el tricolor. Su padre, el PRD. El Frente Cívico no tendrá la disciplina partidista indispensable para destacar. Por lo tanto, el cambio llegará de Morena en el momento en que se geste una rebelión intestina. Para eso deberán pasar varios procesos: que deje de pertenecer a una sola persona y que acumule tanto poder que no sea capaz de distribuirlo equitativamente. La transformación política y social de México descenderá del Movimiento al que le esperan muchos, pero muchos años tomando las decisiones políticas, económicas y sociales de manera unilateral, como antaño. Muchísimos ya no viviremos para verlo.
A mi álter ego le sorprende lo que ocurre en Estados Unidos. Cuna del pragmatismo filosófico, es inconcebible que no la utilicen en un necesario cambio de candidato. Si dudábamos de la capacidad política de Biden, hoy lo estamos confirmando: prefiere perder la elección a que otro del Partido Demócrata la gane. In God we trust.