Para este día 3 de junio del 2024 iniciará el proceso de recuento de los votos, bajo amenazas, quejas de los candidatos, enfrentamientos entre los ciudadanos, intolerancias, acusaciones de fraude, dinero público en la recta final del proceso electoral, este bajo una bandera el pragmatismo ideológico. Ya no existen izquierdas ni derechas. Todos bajo un mismo árbol. Darle a la piñata y aventarse por los dulces.
Los supuestos jerarcas de los poderes económicos y políticos creen que la mayoría de los votantes somos unos ignorantes y que deberíamos realizar un examen para poder acudir a las urnas.
Ni las personas que desconocen quién fue Napoleón ni los gordos que siguimos comiendo donas, debemos  votar “porque no razonamos nuestro voto”. Finalmente que les importa a los dioses del poder cuál es la vida que buscamos tener, si al final de cuentas despues del día de la elecciones salimos al mercado, vaciando el carrito porque no alcanza para la carne, caminar, disfrutar el día, comprar gasolina cara, que decir ni para las aspirinas se tiene. “Votar”. ¿Para quién? 
Nos dicen; “Lo malo de la democracia es que todo el mundo puede votar”.
La polémica teoría de Brennan parte de una premisa: “En general, los votantes son unos ignorantes”. En su retrato de la sociedad están los hobbits, gente desinformada que debería abstenerse por responsabilidad; los hooligans, que siguen la información política con el sesgo de quien apoya a su equipo de futbol; y los vulcanos, que estudian la política con objetividad científica, respetan las opiniones opuestas y ajustan cuidadosamente las suyas: “Cuando se trata de información política, algunas personas saben mucho, la mayoría de la gente no sabe nada y mucha gente sabe menos que nada”.
“El mejor argumento en contra de la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio”. Palabra de Winston Churchill.
Las democracias contienen un defecto esencial, sentencia Jason Brennan. Al extender el poder a todos los ciudadanos, han eliminado cualquier incentivo para que cada votante utilice su poder con criterio. El votante sabe que su decisión individual nunca resultará determinante y que tiene tantas posibilidades de cambiar un gobierno con su elección como de ganar la lotería. Así que, qué más da, por qué preocuparse.
La votación es que la suma de votantes sin criterio puede condenar al resto de la ciudadanía, de modo que elegir una papeleta u otra no debería ser como elegir entre papas fritas o hielos en el refresco del McDonald's. “En nuestro sistema, un voto individual después de una cuidadosa deliberación produce los mismos resultados que votar lanzando una moneda al aire»” censura Brennan.
“El derecho al voto te da poder sobre los demás”. Lo que en la práctica, insiste el filósofo, deposita nuestro futuro en manos de electores irresponsables. Es como si dejáramos nuestra salud en manos de un cirujano que no ha estudiado Medicina, no conoce ningún medicamento y toma sus decisiones por capricho. Y encima, estamos obligados a seguir su tratamiento. Como lo hacen los políticos en México.
Contaminación. Contra la democracia se tiene la idea de que quien no se toma en serio el ejercicio del sufragio está “contaminando las urnas”. Sin embargo, cree que un ciudadano mexicano olvida que el voto tiene también “una dimensión expresiva o identitaria»”y no puede reducirse sólo a información o conocimiento.
“La democracia no es un fin en sí mismo. No es un poema, tiene el valor que tiene un martillo”, argumenta Brennan en sus textos. “Es sólo un instrumento útil para producir políticas justas y eficientes. Sí podemos encontrar un martillo mejor, debemos usarlo”.
Si un fontanero, una peluquera o un conductor necesitan licencia, por qué no un votante. Si no pueden votar los niños, por qué sí alguien que desconoce por completo las consecuencias de su voto. Es decir, que los ciudadanos puedan adquirir el derecho al voto si pasan un examen previo de conocimiento político básico. Por otro, el voto plural, que implica que cada ciudadano tenga un voto pero los más competentes puedan conseguir votos adicionales. Con esto podriamos eliminar a los políticos con solo un interes. El Poder.
Las dudas con este sistema son evidentes. ¿Quién decide qué es estar bien informado? ¿Quién elige a los que eligen? Como dijo el profesor de Filosofía David Estlund: “Puede que tengas razón, pero ¿quién te ha nombrado jefe?”.
Jason Brennan se defiende: “No hay duda de que en el mundo real cualquier sistema epistocrático sufriría los fracasos y abusos del gobierno. Pero lo mismo ocurre con la democracia. Tanto un sistema como el otro serán imperfectos y defectuosos. La pregunta que debemos hacernos es qué sistema funcionaría mejor”.
Al momento de escribir este trazado primero de junio no solo se ven las encuestas de los partidos, quien ganando, injurias graves entre los ciudadanos. Tendencia dicen los expertos de las mesas de analisis de los medios de comunicación.
Por lo pronto; “Aquí estare esperando” como cantaba Chalino Sanchez.
Salud y larga vida
Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH.
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*Jason F. Brennan es un filósofo estadounidense y profesor en la Universidad de Georgetown.