No le vamos a mover ni una coma, al cuadro qué desde antes de iniciar la elección, habíamos dibujado, pues “casi” hicimos un retrato idéntico a la realidad: Claudia Sheinbaum ganó la Presidencia de la República, con un margen mucho mayor al que cualquier encuesta había anticipado: 36 millones a su favor; y Xóchitl Gálvez solamente 16 millones. ¡20 millones de diferencia entre Morena y el PRIAN.
¡Fue una páliza brutal, histórica que le puso el pueblo al conservadurismo!
Además, la mayoría del pueblo, le dio a la presidenta de México, el más potente instrumento de las mayorías calificadas en el Congreso de la Unión, para que realice las reformas constitucionales que había propuesto el presidente López Obrador y ella durante su campaña.
El “Plan C” que se creía imposible de lograr, pues el pueblo lo concedió a manos llenas.
Por eso, inmediatamente el presidente López Obrador, anunció que 20 reformas constitucionales empezarían a analizarse y aprobarse en septiembre.
Todas esas reformas que se pueden aprobar gracias a ganar la mayoría constitucionales en el legislativo federal ya las conocemos, pues son las mismas que han aprobado, pero han sido revocadas por la Corte; y ahora seguramente se van a aprobar sin que la Corte las tumbe, ya que constituyen promesas electorales de la presidenta de México.
Sin embargo, las grandes financieras globales se asustaron, pensando que “ponían en peligro sus inversiones en la bolsa” y le movieron el tapete a la macro economía. Pero los mercados financieros avalados por el FMI y el Banco Mundial, ya empezaron a tranquilizarse, pues en realidad, son reformas para “aligerar” burocráticamente y continuar con el plan de austeridad en el gobierno federal. Y para generar que la población siga participando en las decisiones nacionales. Analizadas individualmente las 20 reformas constitucionales que se proponen, si transformarían la cara del estado, pero no modifican, para nada, la estructura económica, modernizan un poco al estado. Nada del otro mundo.
En ese mismo marco de los resultados electorales, crearon la circunstancia, para que el gobierno estatal local, diera un giro de 360° en su relación con la institución presidencial electa. Pues en efecto, la gobernadora Maru Campos reconoció expresamente la victoria de Claudia Sheinbaum e inmediatamente le extendió la mano, intentando construir una nueva etapa entre su gobierno con la Federación.
Por el momento no hacemos el análisis en términos del realismo político, como nos gusta hacerlo, sobre las intenciones ocultas, institucionales o de buena fe, así como de la viabilidad de esa estrategia de la gobernadora de Chihuahua, que sin duda tiene la finalidad de sobrevivir al “sitio” que le está haciendo el gigantesco tsunami guinda, a su gubernatura, una de las últimas que aún conserva el PRIAN. Dejamos dicho análisis, para hacerlo en otro momento. En el entendido, de qué, en los grupos de periodistas, analistas, columnistas, de whatsapp, youtubers, influenciadores, tik tokers, etc. ya nos llevan mucha delantera en ese análisis de la disputa real, maciza por la gubernatura de Chihuahua.
Volviendo a nuestra inquietud de “ver con nuestros propios ojos”, cómo se encarna el fenómeno político que hemos denominado “el despertar de la conciencia política de este tiempo”, lo vimos concretado en las grandes filas de millones de ciudadanos acudiendo a votar, aguantando estoicamente el calor y permaneciendo por horas en espera de votar. En esas imágenes históricas, reales, en las que participamos activa, intensamente, se concretó la, hasta ese momento, intangible “nueva conciencia política” de esta época.
Muchas veces nos preguntamos y tratamos de intuir que en los resultados de las encuestas, se “sentía” en el pulso de las manos ese fenómeno sociopolítico llamado “despertar de la conciencia política”. Y ahora fue fácil verlo, en la gigantesca, imponente, inédita movilización popular para ir a votar.
Y de aquí para adelante esas imágenes tangibles, serán el ánimo, el espíritu “intangible” que acompañe a la presidenta de la República y al Congreso de la Unión aprobando o desaprobando las reformas constitucionales que sean necesarias para transformar y desarrollar al país.
Ya se había manifestado la politización de la sociedad en los mítines electorales tanto de la derecha y de la izquierda. Sin embargo, las concentraciones de medio millón o más, de seguidores de ambos bandos en el Zócalo, son microscópicas, ante la inmensa movilización de 56 millones de mexicanos, que en unas cuantas horas se manifestaron en las urnas: 36 millones votaron a favor de Claudia; y 16 a favor de Xóchitl.
En las históricas imágenes de los millones de mexicanos que salieron a votar, está la visión viva, corporal del ya no tan intangible “despertar político o politización social”, que era complicado describir demoscópicamente.
El mensaje de las urnas fue potentísimo. El pueblo no es un autómata, no está en la cárcel de la guerra psicológica: ya se liberó de las cadenas que la oligarquía prianista con sus intelectuales orgánicos; mantenían su libertad amenazada.
Opinión
Sábado 08 Jun 2024, 06:30
¡El pueblo le dio el poder a Claudia “casi” para todo!
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José Díaz López
