Posiblemente habrás escuchado la canción “Dos Monedas”, de Ramón Ayala el llamado rey del acordeón, cuya primera estrofa dice: Soy el más desdichado del mundo/ Y la culpa la tiene este vicio/ Me dejó la mujer que tenía ahora pierdo también a mi hijo/ El jamás supo lo que era un padre/ Porque yo andaba siempre borracho/ El pidiendo en la calle limosna/ Para que yo siguiera tomando/.
Seguramente habrás escuchado o leído que el abuso o consumo excesivo de alcohol produce efectos que son nocivos para la salud. Sobre el alcoholismo, el Instituto Mexicano del Seguro Social[1] nos dice que no es un vicio, es una enfermedad que ataca a cualquier persona sin considerar sexo, edad o clase, deteriorando a ésta en lo psicológico y social.
El alcoholismo es una enfermedad crónica, progresiva, en ocasiones incurable y fatal; una de sus múltiples características es que se presenta en la persona una dependencia del alcohol, con los consecuentes enfermedades y cambios de estados anímicos, ansiedad, depresión, etc.
El alcoholismo modifica la personalidad de quien lo consume en exceso y afecta de forma importante su conciencia, de tal modo, que una persona puede presentar incontinencia, esto es, que aun sabiendo que está mal en consumir en exceso el alcohol, sigue consumiéndolo sin lograr detenerse, por influencia del apetitito sensitivo, es decir, por el placer que le produce.
El principio de causalidad, abordado en Filosofía como otros principios, es un conocimiento que es tan evidente que se explica por sí mismo, no requiere demostración; este expresa: «lo que no ha existido siempre, para empezar a ser tiene necesidad de un ser que sea causa suya»; aplicado a una persona que no tenía la enfermedad del alcoholismo, y luego la adquiere, debe tener claro que existe una causa que detonó esa enfermedad en ella.
Las causas del alcoholismo pueden ser varias, por ejemplo, factores sociales o culturales sobre los cuales podemos decir que en algunos países la población bebe menos que en otros países; bien porque se ofrece como degustación en una reunión de amigos, con lo que a la postre puede incurrirse en exceso habitual.
El ambiente familiar también puede ser motivo de iniciarse en el alcoholismo, por ejemplo: las tensiones psicológicas que sobre los integrantes de la familia ejerce un miembro de ésta, que es alcohólico. O bien, una persona neurótica, que tiene problemas en el sistema nervioso caracterizados principalmente por inestabilidad emocional y que, se la vive hostigando a todas horas a los miembros de la familia bajo cualquier pretexto, haciéndoles la vida de cuadritos, no vive ni es feliz, pero tampoco deja a los otro ser, esta situación bien puede ser causa que lleve a un integrante de la familia al alcoholismo, por intentar aliviar o evadir la situación que genera la persona neurótica.
Otros factores psicológicos que pueden causar alcoholismo son: la personalidad inmadura, enfermedades psicológicas, falta de autoestima que motivan que la gente beba para sentirse aceptada socialmente, incluso la curiosidad por el sólo hecho de querer conocer ¿a qué sabe? ¿o qué se siente beber alcohol?
En la vida adolescente, dada la falta de madurez y los conceptos equivocados de lo que la libertad es, son factores que contribuyen a que éstos se inicien en el alcoholismo, por ejemplo: la influencia psicológica que ejercen los “amigos”, mediante comentarios como: “sino bebes no eres amigo u hombre” “si no tomas no eres de confianza” falsos argumentos que pueden llevarte a abrazar esta enfermedad. En realidad, esos “amigos” no son tales ¡aléjate de ellos! No te enfermes con la “pseudoamiguitis”.
Finalmente, personas jóvenes y adultas también se inician en el alcoholismo al buscar en el alcohol un alivio a su estrés, ansiedad, insomnio o preocupaciones de cualquier índole. Como ves no se nace siendo alcohólico, existe una causa que detona esta enfermedad, sobre lo cual seguiremos comentando.
[1] https://www.imss.gob.mx/salud-en-linea/alcoholismo
Opinión
Sábado 19 Oct 2024, 06:30
Alcoholismo y el principio de causalidad
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Jesús Guerrero
