Ahora en el mes de la Patria y la aprobación de la reforma judicial, se me vinieron a la memoria juegos que disfrutaba con mis amigos: Como la lotería, escondidas, los dardos para reventar los globos, el levantamiento de pescados, sin faltar la tómbola para la rifa de peluches, desfiles militares de estudiantes, el Grito de Independencia, qué tiempos aquellos, pero vaya sorpresa, el todavía presidente de México, como una nueva diversión, inventa uno nuevo, la reforma judicial, esto pero en vía inteligencia artificial. Desde luego quien se hará cargo de los eventos serán los legisladores de Morena, aunque se molesten los papas de oposición, ya que llegaron tarde a la organización de la kermés.

El Estado de excepción en términos de facto, parece que estamos viviendo en un  gobierno que somete al resto de los poderes de la Unión. Como dice Monreal: “el pueblo nos dejó hacer lo no que nos dé la gana”, por ahí va, no con palabras exactas, para el caso es lo mismo, olvidando que la democracia inicia “después de que acudimos a votar”, cuando en teoría es una obligación del Estado ver igual, con respeto a todos y cada uno de los que conformamos el pueblo que dice López Obrador le pertenece, “lo cuida”. Me detengo, un Estado de excepción es Sinaloa, en donde nada pasa, son enfrentamientos aislados entre grupos delincuenciales. Hágame el chingado favor, según los videos que circulan en noticieros y redes sociales, son elaborados por la oposición conservadora y periodistas que buscan desprestigiarlo, que por cierto sólo le quedan semanas para terminar, “dicen”. Los afectados son los ciudadanos, no su gobierno, el paralelo a la Constitución.

En la argumentación, el Estado de excepción aparece primero como una categoría analítica de la teoría política para caracterizar una situación singular de indeterminación, en la cual ya no se da el ejercicio de la política, realizándose apenas una combinación de gestión cotidiana con coerción estatal renovada.

Bajo la situación de la reforma al poder Judicial podemos mantener al Estado en una “excepción permanente”; se vuelve lo propio de la política en el capitalismo ahora de izquierda periférico –como si ella marcase, permanentemente, nuestra sociabilidad, volviéndose la norma; y si la excepción es la norma subdesarrollada, sólo lo es como reverso de la medalla de la norma civilizada. El Estado de excepción que configura la suspensión de la política se da cuando un poder de la unión domina enteramente a la política –, sustituyendo los sujetos políticos, inclusive al pueblo, quien decide indefinidamente en su ejercicio del poder, bajo el argumento de una legitimidad por su “racionalidad”, llámeles democracia electoral.

Pero hay un rasgo adicional del Estado de excepción que hace referencia a la aplicación del derecho en la vida cotidiana de México y que define como permanente al Estado de excepción. Nos referimos al hecho de que en México el Estado de Derecho, el marco jurídico que rige formalmente el orden público de la Nación, no se cumple siempre, en ocasiones se le aplica y en otras no, priva la ambigüedad.

La excepción no tiene que ver con la suspensión del Estado de Derecho, del derecho constituido; tampoco dice respecto de la sentencia benjaminiana de la situación de los oprimidos, ni tampoco con la excepcionalidad del funcionamiento del orden burgués. El Estado de excepción permanente se establece, además de lo señalado por Benjamín y por De Oliveira, por la ambigüedad en la aplicación de la norma jurídica. Por el hecho de que tanto las autoridades como los ciudadanos en ocasiones la aplican o la observan y en otras la ignoran y utilizan otras normas no jurídicas para definir sus relaciones. No se trata pues de la suspensión del Estado de Derecho como un todo, no es el estado de sitio o la suspensión de las garantías, o el hecho de que para algunos sectores de la población el derecho y la justicia no existen; se trata de su aplicación ambigua, de su violación permanente. No se refiere tampoco a una situación de anomia o de caos, expresa un orden definido por medio del cual se reproduce la sociedad, lo cual con la reforma judicial tenemos el nacimiento de un Estado amorfo, un presidente desfondado, mentiroso, sobrarían los calificativos.

El derecho que se “aplica” es una excepción permanente del derecho constituido. En este sentido el argumento está relacionado con la tesis de W. Benjamín a cerca del carácter permanente del Estado de excepción que viven los dominados, en nuestro caso, la ambigüedad, la excepción, abarca al conjunto de la sociedad, obviamente perjudica más a los dominados, pero afecta a todos.

En la crítica de Benjamín la excepción se vuelve la regla debido a las condiciones de los sectores oprimidos y a la naturaleza de la dominación. Aquí el decretar o no la excepción, sea por el soberano o por las autoridades constitucionales, es irrelevante, es la violencia la que se encarga de mantener el poder constituido y derrotar a sus enemigos. Desde el lado de los oprimidos tal situación sólo se supera mediante la violencia pura, que nada tiene a ver con el derecho o con el soberano.

Magistrado, jueces, funcionarios judiciales, estudiantes, campesinos, universidades, empresarios, órganos de justicia internacionales, de los cuales México es parte, países extranjeros, se han manifestado en contra pero como siempre, “son conservadores que buscan destrazar la cuarta transformación, la cual es aprobada por voto a mano alzada, para refrendar el apoyo del pueblo”. Se dará cuenta el presidente que con estos eventos ganan más los comerciantes informales por la venta de su producto.

“Sí una reforma al poder Judicial, pero no así”, afirmo un consejero estudiante de la Facultad de Derecho de la UNAM durante un mitin. Tenemos que razonar como este joven, no con la mano en alto, busca ser escuchado, aunque sólo encuentre eco ante sus compañeros universitarios.

Me nace una inquietud en el caso especifico del estado de Chihuahua, en el cual PAN, PRI, MC tienen mayoría simple y calificada frente a Morena.

¿Qué pasaría si el Congreso del Estado no adecúa las reformas judiciales aprobadas por el Congreso de la Unión a la Constitución local, estaremos en un Estado de excepción?

Llegaremos al extremo de que el Ejecutivo federal, por medio de instrumentos legales y de hecho que nunca se han utilizado en las historia del país, ponga orden mediante el uso de la fuerza por conducto de las fuerzas armadas. Hasta aquí lo dejo.

Datos.- Estado de excepción permanente. Víctor Manuel Durand Ponte