“Si la justicia hablara”

Jodorowsky

Los mexicanos hemos perdido nuestras garantías constitucionales. El golpe que los presidentes López Obrador y Claudia Sheinbaum Pardo, junto con su bancada legislativa, dieron el pasado 1 de junio contra el Poder Judicial nos deja indefensos. Ya no hay independencia entre los poderes. Incluso en un país con tradición de injusticia y desigualdad como el nuestro, se trata de un retroceso de décadas. La ley ya los protege, aunque la presidenta no lo quiera aceptar.

En las sesiones del Poder Legislativo, Morena vuelve a la carga: modificarán la Constitución. Este texto no pretende tratar los engaños a los que hemos sido sometidos por los reyes poderosos de México. No hay marcha atrás. Los dueños del "pueblo bueno" ya se sienten propietarios de él.

El electo presidente de la Suprema Corte del “Acordeón”, Hugo Aguilar Ortiz —quien se dice representante de los pueblos originarios de México—, fue aplaudido con bombo y platillo por las huestes de Morena. La presidenta insiste en señalar que es “lo mejor que le ha pasado a México”. Pero no se le puede comparar con Benito Juárez García, quien también fue presidente de la Corte: Juárez sí fue un hombre de Estado que protegió la República y promovió cambios sustanciales en el funcionamiento jurídico y político del país. Hugo Aguilar, quien tomará protesta como Ministro Presidente, desalienta no sólo al gremio de abogados y justiciables, sino también genera preocupación en organismos internacionales. Juárez construyó instituciones que hoy siguen vigentes. En este caso, no veo espacio para el beneficio de la duda.

La presidenta, en el ejercicio del poder absoluto que detenta, manifestó que los integrantes de la OEA —observadores del proceso electoral— opinaron que la elección no era recomendable para su aplicación en América Latina, dada la complicación del proceso, además de que las reformas a la Constitución no contaron con el respaldo de la mayoría de los estudiosos del Derecho. Al “pueblo bueno” se le “explicó” el proceso mediante acordeones que les indicaban por quién votar. Funcionó como una orden de Estado. En los estados de la República se negociaron los cargos de juzgadores. Morena se quedó con todos los impartidores de justicia federales. Chihuahua no fue la excepción.

En el portal de la Dirección General de Profesiones, el nuevo ministro presidente, Hugo Aguilar Ortiz, aparece como licenciado en Derecho con la cédula profesional número 666032. Sin embargo, no hay registro sobre su actividad profesional como abogado; sólo figuran cargos menores en el Poder Ejecutivo, sin capacidad de mando ni toma de decisiones. Sólo ha sido “operador” de sus jefes políticos.

No tiene carrera judicial. Basta una revisión de su currículum para ver que nunca ha pisado un juzgado. Esta situación es grave para la impartición de justicia. Qué decir del resto de los ministros. Es increíble que Rodrigo Guerrero, el “ministro chicharrón”, ocupe un puesto de esta naturaleza.

Estoy plenamente convencido de que el juez Aníbal de Mar, del programa radial “La Tremenda Corte”, haría un mejor trabajo que todos los ministros electos por tómbola, acordeones y con la bendición de López Obrador y su ejecutora, la presidenta.

Se ostenta que Aguilar cuenta con una maestría en Derecho Constitucional por la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca. Sin embargo, en el portal de la Dirección General de Profesiones no aparece tal grado. No dudo que pronto le agreguen dos maestrías, un doctorado, posgrados, y que lo nombren maestro de la UNAM, supongo que en ciencias ocultas.

No debe pasar inadvertido el uso del famoso Bastón de Mando, que tanto gusta a los encumbrados de Morena y que les es entregado por comunidades indígenas. Este acto simbólico, malinterpretado, afecta a nuestras instituciones. Se utiliza para levantarlo y decir: “Yo mando, tengo el poder y la legitimación”, pero ese no es su sentido. Para los pueblos indígenas, simboliza la autoridad política y espiritual, el compromiso con la comunidad y la justicia social. Este bastón les queda grande a los políticos mexicanos. Además, se puede comprar en tiendas de artesanías en los pueblos donde los indígenas —siempre abandonados— venden sus productos.

No puedo dejar de señalar que el primer acto del ministro Aguilar como presidente de la Corte fue anunciar que revisaría las normas sobre el uso de la toga y el birrete. Inmediatamente, los legisladores de Morena y sus aliados presentaron una iniciativa para eliminar su uso. Preocupado por una toga, olvidando que lo primero que debía hacer era reunirse con la aún presidenta de la Corte, Norma Piña, y con los demás ministros, para conocer el funcionamiento interno de la Suprema Corte.

Bonita cosa: su primera “resolución jurisdiccional” fue quitar la toga. Considera que es símbolo de los “neoliberales, fifís, conservadores, empresarios, periodistas independientes, abogados, litigantes, clasistas del pasado”, y hasta de los mismos jueces.

Un poco de historia: la toga, tal como la conocemos hoy, proviene de vestimentas académicas medievales que distinguían logros académicos. También se utilizó en el Imperio romano por senadores. En las graduaciones universitarias, la toga y el birrete representan la obligación del conocimiento continuo. No son símbolos de autoritarismo, sino de dedicación y formación permanente.

Como litigante de muchos años, sé que es necesario estudiar constantemente y actualizarse en todas las normas nacionales e internacionales. México es parte de organismos internacionales cuyas resoluciones son vinculantes, es decir, obligatorias. Sin embargo, este gobierno ya no las reconoce. La presidenta, en sus discursos, ha atacado a instituciones como la Corte Interamericana de Derechos Humanos. De facto, el gobierno ya no forma parte de este tribunal, aunque no lo ha hecho oficial para mantener una imagen “democrática”.

No puedo dejar de advertir que, al paso que vamos, también prohibirán el uso del mazo, que tiene un significado relevante: el ministro presidente lo utiliza para mantener el orden y dar por concluidas las sesiones. En todo el mundo se usan la toga, el birrete y el mazo. Los símbolos son importantes, están presentes en contextos religiosos o laicos. Basta mencionar el saludo a la bandera, que tiene origen masónico. Ya les di una idea: al rato cambian el protocolo para honrar la bandera. Como decía Reyes Heroles: “La forma es fondo”.

0

Siguen las cancelaciones de visas para militantes de Morena. Esta vez fue a la consejera por el Estado de Jalisco, Melissa Cornejo, a quien el Departamento de Estado de EEUU se la canceló por un tuit, calificado por un diplomático como “vulgar posteo”. Un simple tuit bastó. ¿No entenderán los del partido oficial que están frente a una de las potencias del mundo? Pero siguen con sus pendejadas. Por su parte, Luisa María Alcalde, dirigente nacional de Morena, se deslindó del caso. “Ni la conocemos”, dijo. A ver quién sigue.

0

Algunos hijos del pasado, enemigos de la legalidad y la justicia, regresan palomeados en los acordeones. Los genes se heredan. No esperemos mucho de quienes ocuparán los nuevos puestos de jueces y magistrados. Llegan con la bendición del poder. En su momento, actuarán con el rencor y odio heredados de sus mentores.

Salud y larga vida

Profesor por oposición de la Facultad de Derecho de la UACH

X profesor_F