¿Es posible hablar de ciberseguridad cuántica en una era en que la computación cuántica no es masiva, mucho menos democrática? Seguro has oído hablar de que la tecnología avanza a pasos agigantados.
Y claro, hay publicidad en la frase, un interés por mostrar lo pujante de la industria y quién llega primero.
Lo demostraron Google y Microsoft en menos de un año. En diciembre de 2024, Google anunció el chip cuántico Willow y en febrero de 2025 Microsoft hizo lo propio con Majorana 1. Palabras más, palabras menos, prometieron, obviamente, pavimentar el camino hacia una computación cuántica a gran escala.
¿Y qué vimos más adelante en el año con IBM? Aunque más mesurada, la empresa no escatimó en proyecciones ambiciosas y en junio pasado presentó su hoja de ruta hacia Starling, el primer computador cuántico tolerante a fallos.
Es importante mencionar esto último porque significa que la máquina será capaz de corregir, según IBM, errores de los sensibles cúbits o bits cuánticos, unidades de información más pequeña de esta computación, que reemplazan a los históricos bits.
Aunque IBM estima tener lista a Starling para el 2029, compañías como BMW exploran desde 2017 las posibilidades de esta tecnología.
La firma bávara investiga las aplicaciones de la computación cuántica aplicada en áreas como ciencia de materiales, ingeniería y optimización de procesos.
Su apuesta es simular compuestos más ligeros y resistentes, mejorar la aerodinámica de sus vehículos o trazar rutas más eficientes en sus fábricas mediante algoritmos cuánticos.
En colaboración con Nvidia, Classiq y Airbus, BMW desarrolla prototipos de software cuántico que, aunque aún no son industriales, demuestran su potencial para resolver problemas de diseño complejos, como la integración de baterías o la planificación de robots en línea de producción, según un comunicado oficial.
Aunque buena parte del mensaje corporativo tiene su dosis de marketing, consultoras como McKinsey comienzan a registrar movimientos concretos. Inversiones récord, nuevas startups y programas de posgrado especializados muestran que, más allá del discurso, la industria cuántica empieza a materializar su potencial.
Los sectores automotriz, químico, financiero y de ciencias de la vida podrían generar hasta 1.3 billones de dólares en valor para 2035, lo que da un marco más tangible a la ambición de compañías como BMW o IBM, acorde con un estudio de la consultora lanzado en 2023.
Visto así, no resulta tan descabellado hablar de ciberseguridad cuántica. Aquí lo medular es la frase curarse en salud, porque es justo eso lo que buscan empresas como Qualcomm y Palo Alto Networks, ofrecer seguridad en la era cuántica, aunque todavía no sea masiva.
Ricardo Anaya, gerente de producto de Qualcomm, explica que para descifrar la comunicación encriptada de una red 5G, la computadora más poderosa del mundo necesitaría unas ocho horas para adivinar un código entre cuatro trillones de posibilidades.
El truco es que esas claves de seguridad cambian cada cuatro horas, haciendo el hackeo básicamente imposible con la tecnología actual, no así en una era en que la computación cuántica se distribuya y democratice.
Una computadora cuántica, con su procesamiento super acelerado, en palabras de Anaya, podría realizar ese mismo cálculo en segundos o milisegundos. Este salto amenaza con anular toda la seguridad que conocemos.
La urgencia no es una tendencia, sino una necesidad impuesta por la física. La industria tecnológica ha reducido los transistores en nanómetros, un tamaño más pequeño que cualquier virus, donde se enfrenta al Principio de Incertidumbre de Heisenberg. A esta escala, en un radio de 5 nanómetros, se sabe que un electrón está ahí, pero es imposible determinar su posición exacta.
La computación tradicional, basada en el sistema binario de unos y ceros, se acerca a su fin. La computación cuántica, que Anaya aclara hoy es pura teoría y está en los planes de Qualcomm a 10 años, es la vía de escape.
La motivación no es solo la velocidad, sino la eficiencia, pues mientras más pequeños son los transistores de un procesador, los motores de una computadora, menos energía requieren, señaló.
El consumo energético es un factor crítico. La filosofía de ingeniería de Qualcomm lo resume en una regla interna: cada nueva generación tecnológica debe ser 25 por ciento más poderosa, pero consumir 25 por ciento menos energía.
Frente a esta amenaza futura, la defensa se construye hoy desde el silicio. Qualcomm implementa lo que llama Quantum Readiness o Preparación Cuántica. Esto incluye aceleración criptográfica y elementos seguros dentro de sus procesadores, que actúan como fusibles.
Si son vulnerados se queman para proteger la información.
También se protege el arranque del sistema (boot sequence), uno de los momentos más vulnerables de un dispositivo. El objetivo es preparar los chips para resistir ataques de mucha información que buscan saturar un equipo más rápido de lo que este puede defenderse.
Esta seguridad debe extenderse a industrias con estándares aún más elevados, como la médica y la militar.
Campo de pruebas Mientras la defensa se forja en los laboratorios de física, en el presente, México enfrenta una realidad inquietante.
Daniela Menéndez, country director de Palo Alto Networks México, indicó que, aunque suene poco ortodoxo, México es un campo de pruebas. Según su división de inteligencia, Unit 42, muchas campañas de ransomware y phishing se ensayan en el País para preparar ataques contra otros, como Estados Unidos.
La presencia de compañías globales con operaciones locales genera un riesgo adicional, pues un ataque a una sucursal mexicana puede servir como puerta de entrada para moverse internamente en la red corporativa global.
La razón por la que esta nueva era es tan desafiante, según Menéndez, es que la computación cuántica generará desafíos críticos para los sistemas criptográficos actuales.
Todo lo que hoy consideramos seguro, desde los tokens hasta la comprobación de usuarios, podría ser vulnerado de forma muy fácil y en segundos, abundó.
Para aterrizar el concepto, lo compara con una tecnología de película de superhéroes capaz de deshabilitar instantáneamente todas las defensas de una casa, desde cámaras, sensores, chapas electrónicas y llaves físicas, todo al mismo tiempo.
Es una tecnología con la capacidad de reaccionar tan extraordinariamente rápido que hace que nuestros esquemas tradicionales de protección se vean insuficientes, aseguró.
La amenaza cuántica se suma a un campo de batalla ya complejo.
La inteligencia artificial ha democratizado el cibercrimen, permitiendo que más gente sin grandes niveles de preparación pueda llevar a cabo ataques más sofisticados, como la creación de correos de phishing personalizados sin intervención humana, describió Menéndez.
La propuesta de su compañía es un cambio de mentalidad hacia el Zero Trust o "confianza cero", donde ninguna comunicación por default debe de ser considerada segura. El pilar de esta estrategia es un principio simple, pero poderoso: lo que no conoces, no lo puedes proteger.
La conclusión de Menéndez es que hoy no estamos preparados, ni a nivel tecnológico ni a nivel cultural, en el uso de herramientas cuánticas.
"Es necesario cambiar la forma de actuar y de pensar", zanjó.