La minería bien hecha es una aliada del desarrollo humano, no su enemiga, sostuvo Carlos Javier Dávila, presidente de la Sociedad de Minería, Metalurgia y Exploración.
“Sin minería no hay energía ni salud ni movilidad. Pero sin responsabilidad, no hay futuro”, afirmó Dávila al subrayar que la minería moderna opera bajo algunos de los estándares ambientales y laborales más estrictos del mundo.
“En términos reales, hay más accidentes mortales en la construcción o el transporte que en minería, pero cualquier incidente en una mina se convierte en escándalo global. Eso habla más de percepciones que de realidades”, dijo.
En particular, añadió el también especialista en procesos de molienda, los sectores como el automotriz y el aeroespacial dependen críticamente de minerales como el cobre, el litio, el níquel, el aluminio y las tierras raras.
Cada vehículo eléctrico y cada aeronave moderna son imposibles de fabricar sin los insumos que provee la minería, lo que convierte al sector en un eslabón indispensable de la innovación tecnológica global. “No podemos concebir el avance tecnológico sin los insumos que provee la minería”, enfatizó
Para Dávila, el verdadero reto no es cerrar minas, sino transformarlas. En los últimos años, aseguró, el sector ha evolucionado con rapidez hacia modelos operativos más eficientes, con menor consumo energético, control de emisiones y trazabilidad de residuos.
“La tecnología aplicada a la minería permite reducir impactos y maximizar beneficios, no sólo económicos, sino también sociales”, señaló.
Citó como ejemplo el caso de El Salvador, donde la prohibición total de la minería tuvo efectos estructurales negativos: pérdida de empleos, desaparición de servicios y abandono de comunidades enteras. “Cerrar una mina sin alternativa es condenar al territorio al olvido. La solución no es menos minería, sino una minería distinta: con ciencia, con transparencia y con impacto local positivo”, dijo.
El especialista propuso cambiar el enfoque: ver la minería no como fin, sino como medio para construir infraestructura, garantizar acceso a tecnologías limpias y detonar economías regionales. En su visión, el desafío no es extraer menos, sino extraer mejor, con un compromiso activo hacia el entorno natural y la gente que vive del territorio.
“Hablar de minería responsable es hablar de justicia intergeneracional: de dejar un planeta con recursos, sí, pero también con bienestar y progreso”, concluyó.