En 1989, los estadounidenses quedaron sacudidos por el asesinato de José y Kitty Menéndez en Beverly Hills a manos de sus hijos. Lyle y Erik Menéndez fueron sentenciados a cadena perpetua y perdieron todas las apelaciones posteriores. Pero más de tres décadas después, inesperadamente tienen una oportunidad de salir.

No por el funcionamiento del sistema legal, sino por el entretenimiento.

Luego de que dos documentales recientes y un drama con guion sobre la pareja atrajeron nueva atención al caso de hace 35 años, el fiscal de distrito de Los Ángeles recomendó que se los vuelva a sentenciar.

La popularidad y proliferación del entretenimiento sobre crímenes reales, como el docudrama de Netflix Monstruos: La Historia de Lyle y Erik Menéndez, genera cambios reales en la vida de sus protagonistas y en la sociedad en general.

En el mejor de los casos, los podcasts sobre "true crime", las series en streaming y el contenido en TikTok puede ayudar a exponer injusticias y corregir errores.

Pero como muchos de estos productos priorizan el entretenimiento y las ganancias, también pueden tener consecuencias negativas graves.

Los hermanos Menéndez, Lyle (entonces de 21 años) y Erik (de 18), han dicho que temían que sus padres estuvieran a punto de matarlos para evitar que se revelara el abuso sexual a largo plazo del padre hacia Erik.

Pero en su juicio, no se permitió que muchas de esas acusaciones se presentaran ante el jurado, y los fiscales sostuvieron que los hermanos cometieron asesinato para quedarse con el dinero de sus padres.

Los nuevos dramas se adentran en la infancia de los hermanos, ayudando al público a comprender mejor el contexto del crimen y, por lo tanto, a ver el mundo como un lugar menos aterrador, dice Adam Banner, un abogado de defensa penal.

"Nos da objetivamente la capacidad de pensar: 'Bueno, ahora debo poner este caso en una categoría diferente de una inexplicable y en la que lo único que se puedo decir es: 'Este niño debe ser malvado'", reflexiona.

Muchas películas o series del pasado tomaron crímenes particularmente impactantes y los exploraron, generalmente con la suposición de que los condenados eran realmente culpables y merecían ser castigados.

"Serial", podcast que puso en duda la condena por asesinato de Adnan Syed, ha dado origen a un género más nuevo que a menudo presupone (y pretende demostrar) lo contrario. Los protagonistas son inocentes o, como en el caso de los hermanos Menéndez, culpables pero comprensibles y, por lo tanto, no merecedores de sus duras sentencias.

En la cultura popular, tanto de ficción como de no ficción, la tendencia es explorar la historia de fondo de un personaje villano.

"Todos estos superhéroes, supervillanos, la película Guasón, simplemente te inundan con esta idea de que el mal comportamiento de las personas está determinado por el trauma cuando eran más jóvenes", dice Maurice Chammah, autor de "Let the Lord Sort Them: The Rise and Fall of the Death Penalty".

Banner suele representar a algunos de los acusados menos comprensibles, incluidos los acusados de abuso sexual infantil. Dice que los efectos de estas tendencias culturales son reales. Los jurados de hoy son más propensos a dar a sus clientes el beneficio de la duda y son más escépticos con la policía y los fiscales.

Pero sostiene que le preocupa el intenso enfoque de las series actuales en los casos en los que las cosas salieron mal, que, según él, son los casos excepcionales.

"No queremos quitar las ramificaciones positivas que puede traer poner esa atención en un caso. Pero tampoco queremos dar la impresión de que así es como funciona nuestro sistema de justicia. Que si podemos poner suficientes cámaras y micrófonos en un caso, entonces así es como vamos a salvar a alguien del corredor de la muerte o que se anule una sentencia de cadena perpetua".

Whitney Phillips, quien imparte una clase sobre "true crime" y ética de los medios en la Universidad de Oregón, opina que la popularidad del género añade otra capa de complicaciones, a menudo fomentando la participación activa de los espectadores y oyentes.

"Además, las familias de las víctimas ahora son parte del discurso. "Pueden ser acusados de esto, aquello o lo otro. También el asesinato de su ser querido, la muerte violenta, es un entretenimiento para millones de extraños".