En los últimos años, los esposos de tres de mis amigas murieron repentinamente a la edad de 50 años. Estas experiencias me ayudaron a aprender a ser un apoyo ante una pérdida inesperada. No podía imaginar que alguna vez sería yo la que recibiría ese aliento. Pero eso ocurrió cuando perdí a mi hijo Garrett por suicidio en septiembre de 2017.
Desde que Garrett falleció, me ha sorprendido la generosidad de mi comunidad. Un amigo pagó para que limpiaran las canaletas de mi casa y lavaran las ventanas. El veterinario de nuestra familia se negó a que pagáramos sus servicios de cuidado de mascotas durante un año. Otra amiga nos dio las llaves de su casa del lago para que la usáramos cuando necesitáramos escaparnos. Cada primavera, encontramos en nuestro porche una planta colgante de los padres de un amigo de Garrett. A pesar de lo brutalmente duro que ha sido recorrer este nuevo camino sin mi hijo, estas acciones han brindado un destello de positividad en medio de mi desesperación.
Aunque la gente se ha ofrecido a ayudar después de nuestra pérdida, esa generosidad no siempre se da tras una muerte repentina, algo que muchas familias vivieron con la pandemia de covid, que ha matado a más de 800.000 personas tan solo en Estados Unidos.
“Muchas personas en duelo experimentan otra pérdida secundaria cuando amigos y familiares huyen tras una pérdida debido a su propio malestar”, dijo Sherry Cormier, psicóloga y especialista certificada en traumas por duelo. Estar presente con el dolor de un amigo en esta situación puede provocar ansiedad ante la muerte, dijo. “Piensan: ‘Eso podría pasarme a mí’”.
A diferencia de la muerte de una persona mayor tras una larga enfermedad, con una pérdida repentina, “tu mundo se pone completa y totalmente de cabeza; estás en un caos total”, dijo Camille Wortman, profesora de psicología social y de la salud en la Universidad de Stony Brook y autora de Treating Traumatic Bereavement: A Practitioner’s Guide.
Aparte de la pérdida en sí, una de las experiencias más dolorosas para los dolientes es que sus amigos y familiares podrían no estar dispuestos a ayudarlos a atravesar el duelo, dijo Cormier. En lugar de apartarte, puedes ofrecer conexión. He aquí algunas formas de ayudar a alguien que ha experimentado recientemente una pérdida.
Asume tareas
Ante una pérdida repentina, los familiares de la persona que murió se ven inmediatamente inundados de nuevas y crecientes responsabilidades. Ayudar a aliviar esa carga puede ser muy valioso. Cormier sugiere utilizar un lenguaje como: “Me encantaría ayudar. ¿Se te ocurre algo que pueda ser útil?”. Si no aportan sugerencias, puedes ser específico: pregunta si puedes llevarles de cenar, cortar el pasto o ir por la despensa. También puedes proporcionar una distracción que sea bien recibida, ofreciéndote a dar un paseo con ellos o a llevarlos a cenar.
Jerri Vance, quien vive en Princeton, Virginia Occidental, perdió a su esposo, James, un agente de policía de 52 años, por covid el día de Año Nuevo de 2021. “Ingresó en el hospital el 7 de diciembre y nunca lo volví a ver”, dijo.
Inmediatamente después de la muerte de su marido, la gente de su comunidad organizó una recaudación de fondos para cubrir las cuentas médicas y los costos del funeral, y reunieron 29.000 dólares. Amigos y vecinos le proporcionaron comidas durante un mes y medio. Otros amigos la ayudaron a quitar los adornos navideños. La directora de la escuela en la que da clases de tercer grado incluso se apareció en su casa para limpiar la cocina.
Vance dijo que agradecía todas las oraciones recibidas tras la muerte de su marido, pero que lo que más la animaba era quien se ofrecía a aliviar su carga.
Sigue tendiendo la mano
Un estudio publicado en agosto por la Asociación Americana de Psicología (APA, por su sigla en inglés) descubrió que la pérdida de un ser querido en un acontecimiento traumático puede provocar reacciones complicadas en los que se quedan atrás, incluido un duelo prolongado. Otros estudios han descubierto que las personas que han sufrido una pérdida traumática tienen más probabilidades de experimentar reacciones psicológicas graves, intensas y persistentes, como el trastorno de estrés postraumático, en comparación con quienes han tenido una pérdida esperada, según Kristin Alve Glad, psicóloga clínica y autora principal del estudio de la APA. En estas situaciones, dijo Wortman, las personas en duelo pueden tener dificultades durante muchos años o décadas.
“El tiempo no cura todas las heridas”, dijo Vance. “Hay momentos en que me siento olvidada. Todo el mundo vuelve a su vida normal y, para nosotros, nunca volverá a haber una vida normal”.
Wortman sugirió que cada cierto tiempo se pongan en contacto y que se les busque en momentos en los que quien está de duelo pueda ser especialmente vulnerable, como un aniversario de boda o festividades importantes. Ha recopilado una lista de sitios web y artículos útiles que se enfocan en ofrecer apoyo en estas situaciones.
Considera la posibilidad de añadir a tu lista de tareas enviarles mensajes sencillos de “estoy pensando en ti”. Lisa Zaleski, quien vive en White Lake, Michigan, se enfrentó a lo inimaginable: primero perdió a su hija Sydney en junio de 2017, a la edad de 23 años en un accidente de coche, y luego a su hijo Robert en diciembre de 2019 por suicidio, cuando tenía 31 años. Tras la muerte de su hija, un amigo al que no era especialmente cercana le envió un mensaje diario durante un año. “Fue un gran apoyo”, dijo.
Conecta a los personas en duelo con la comunidad
Nneka Njideka, trabajadora social clínica autorizada en Brooklyn, Nueva York, quien se especializa en duelos, explicó que las personas que tienen más recursos tienen “privilegio de duelo”. Por ejemplo, pueden pedir un permiso para ausentarse durante más tiempo en el trabajo y permitirse un equipo de profesionales para afrontar la pérdida. Pero dijo que no ocurre lo mismo con quienes tienen pocos recursos —sobre todo con las personas de color— pues, además de perder a su ser querido, pueden enfrentarse a pérdidas como el desempleo o la inseguridad alimentaria.
Calandrian Simpson Kemp, quien es una mujer negra y vive en Houston, estaba trabajando en el turno nocturno en un refugio para mujeres sin hogar en 2013, cuando recibió la llamada de que su único hijo, George Kemp Jr, había muerto por arma de fuego a los 20 años. “Te han robado todo lo que habías imaginado para ellos”, dijo. Fue demasiado para su marido. Cuando ella le dio la noticia, “él dejó caer las llaves y nunca volvió al trabajo”, dijo. La familia, que incluye a su hija y a su hijastra, se quedó sin seguro. Ella no podía costear la atención de salud mental y, en un momento dado, tuvo que recurrir a una despensa de alimentos.
“Sentía que la bala nos seguía matando a mi marido y a mí, porque perdimos todo lo que teníamos”, dijo.
Njideka dijo que, en este tipo de situaciones, es importante ayudar a las personas que han perdido a un ser querido a crear redes con la comunidad y construir un círculo de recursos de apoyo, quizá para recaudar fondos para las cuentas y la terapia. Simpson Kemp puso en marcha un programa, The Village of Mothers, para ayudar a las madres que han perdido a sus hijos a encontrar los servicios que necesitan.
Escucha más de lo que hablas
Simplemente sentarse junto a quien está de duelo y dejarlo llorar es útil, dijo Cormier. Deja que te cuenten la historia de su pérdida y no intentes resolver problemas ni dar consejos. Después de que mataran al hijo de Simpson Kemp, una mujer de su iglesia se ofreció a llevarla al cementerio y simplemente se sentó con ella allí.
“Se limitaba a esperar atrás y me permitía estar quieta y en silencio en ese espacio con George”, dijo Simpson Kemp. Ella “me mostró que estaba bien ir más despacio y juntar las piezas para ayudar a dar sentido a lo que acababa de ocurrir”.
Elige tus palabras con cuidado
Intenta ser muy consciente para evitar minimizar la pérdida o animarlos a una recuperación rápida, dijo Roxane Cohen Silver, profesora de ciencias psicológicas, salud pública y medicina en la Universidad de California, Irvine. Ha elaborado una lista de “cosas que no debes hacer” en caso de una pérdida, basada en su investigación con cientos de personas en duelo. Nunca insinúes que sabes cómo se sienten los dolientes, aunque hayas sufrido una pérdida similar; no puedes comprender la profundidad de su dolor, dijo.
Otras frases que hay que evitar, según Wortman: “Eres muy fuerte”, “Tienes mucho que agradecer” y “Todo saldrá bien”, junto con lugares comunes religiosos como “Es parte del plan de Dios” o “Está en un lugar mejor”.
Vance dijo que es mejor no hacer promesas vacías. Algunos de sus amigos prometieron a sus hijos pedicuras y salir por helados, pero nadie lo cumplió. Sus hijos se sintieron heridos. “Cuando prometes algo, tienes que cumplirlo”, dijo.
En el caso de una muerte por suicidio, puede ser aún más difícil saber qué decir o cómo ayudar, ya que el estigma puede ser un problema. Doreen Marshall, psicóloga de la Fundación Americana para la Prevención del Suicidio, dijo que los supervivientes de una pérdida suelen sentir una increíble cantidad de culpa y podrían asumir la responsabilidad de lo ocurrido. Marshall, quien perdió a su prometido por suicidio, dijo que eso significa que los amigos y seres queridos pueden ser aún más reacios a ofrecer apoyo.
Al igual que con cualquier otro tipo de pérdida repentina, céntrate en proporcionar el tipo de apoyo que el doliente necesita, dijo Marshall. Evita preguntar sobre las circunstancias de la muerte, dijo, pero di el nombre del ser querido, pregunta sobre su vida y comparte los recuerdos felices que tengas.
“Echamos mucho de menos a nuestros hijos”, dijo Marny Lombard, cuando hablamos de su hijo Sam, quien murió por suicidio en 2013 a los 22 años. Si Sam sale a colación, eso no la altera más. “Cuando dices el nombre de mi hijo, me das una alegría momentánea”, dijo.