Morelia, México.- La idea de filmar La Reserva, elegida como Mejor Largometraje Mexicano en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), surgió al director Pablo Pérez Lombardini tras leer un reportaje que señalaba a México como un foco rojo en el asesinato de defensores ambientales.
El realizador consideró urgente retratar las luchas de quienes defienden el medio ambiente, así como los retos y la ingratitud que enfrentan, aspectos que conoció de primera mano durante su proceso de investigación.
De hecho su protagonista, Carolina Guzmán, dedica su vida a la protección del medio ambiente y tanto sus vivencias como las de otros luchadores por el planeta transformaron el guion.
"Originalmente Carolina era la persona que solamente me iba a acompañar, pero después de que me contó su historia de vida y que aprendí que ella misma se ha dedicado a la conservación por más de dos décadas, me di cuenta que ahí tenía frente a mis propios ojos al corazón de la historia.
"Gracias a la alianza que hice con ella, pude acercarme a estas comunidades en las cuales la gente tuvo una gran apertura y generosidad a la hora de compartirme acerca de sus vidas y gracias a todos esos testimonios que fuimos recabando, pudimos reescribir el guion, ya incorporando todos esos elementos específicos", relató el cineasta, en entrevista.
La película filmada en Chiapas, también reconocida con los premios a Dirección y Actriz del FICM, muestra un retrato amplio de la problemática.
La historia sigue a una guardabosques comunitaria que cuida de su madre y su hija mientras protege las zonas naturales de los invasores. Lo hace casi en soledad, pues las autoridades, ausentes, han dejado el territorio a su suerte.
Los otros habitantes de su pueblo viven en la precariedad, donde ganan poco por la producción de café, en cuya recolección también participan varios migrantes. Ante ello, lo que menos les interesa es entrar en situaciones que los pongan en peligro a ellos y sus familias.
El cineasta no quiso juzgar ninguna postura, ya que entiende que no todas las situaciones son blanco y negro, como sí lo es la cinta.
"La historia que más tuvo un efecto directo sobre el guion fue una que me compartió un guardaparque, precisamente de la reserva de la biosfera. Me comentó que la reserva fue invadida por un grupo de campesinos desposeídos, que decían que habían sido despojados.
"Decían que se les habían prometido esas tierras, que estaban dentro de una reserva natural, y eso escaló a ser un conflicto en el cual tuvieron que intervenir autoridades de todos los niveles. Estos invasores no son unos criminales propiamente, sino son gente que a su vez ha sufrido injusticias muy grandes", explicó.
En la trama también tiene presencia el crimen organizado, que puede modificar la conducta de un pueblo en la precariedad y abandono de las autoridades.
Esa es una condición tan real que la producción tuvo que afrontar un robo de equipo fílmico mientras transitaban las carreteras del sur.