-Las pintas de AMOR (Ariadna Montiel Reyes)
-Viene el “junior tóxico”, Claudio X. González
-Los números rojos de Alito Moreno


La madrugada dominical en Guachochi no trajo el canto de los gallos, sino el eco que dejó el estruendo de las balas. Entre los callejones del barrio de Turuseachi y El Lobito, un grupo de civiles armados se enfrentó sin que nadie -ni Policía Municipal ni la Estatal, menos el Ejército o la Guardia Nacional- apareciera a impedirlo. El alcalde priista, José Yáñez, siguió durmiendo tranquilo como lo ha hecho desde que llegó al cargo.
Sobre la Sierra Tarahumara, es otra herida abierta a causa de los enfrentamientos entre grupos criminales, con siete personas muertas y siete heridas, según el escueto reporte oficial carente de datos y narrativa lógica, lo que generó confusiones de principio a fin.
El fuego cruzado alcanzó a gente que murió sin entender por qué; las imágenes que dejaron los hechos son el símbolo más brutal de lo que ocurre en esa región donde el Estado mexicano al parecer ha dejado de existir.
Entre las víctimas estaban un profesor, otras mujeres, trabajadores, menores de edad, vecinos que simplemente caminaban por su barrio o conducían rumbo a sus casas.
El alcalde prianista, José Miguel Yáñez, condenó los hechos con un comunicado lleno de pesar y de supuestas buenas intenciones, como apoyo a las familias, gastos funerarios, solidaridad.
Sus palabras resuenan huecas en un municipio que vive sitiado desde hace años, donde la autoridad municipal no puede salir de noche y donde la seguridad pública depende de “bases interinstitucionales” que llegan tarde, procesan escenas y se marchan.
En Guachochi -como en Moris, Guadalupe y Calvo, Gran Morelos, Nonoava, Carichí o Guerrero- los grupos criminales se mueven con libertad. Las comunidades indígenas, los maestros rurales y los comerciantes sobreviven entre silencios. El Estado aparece sólo cuando hay muertos, para levantar cuerpos, dar declaraciones y prometer operativos que nunca llegan.
La estadística ya no alcanza a reflejar el tamaño de la tragedia. Los muertos no son sólo colaterales, son el rostro de un país que se acostumbró a enterrar a sus inocentes. Y son también la prueba más dolorosa de la derrota del Estado en su obligación más básica: proteger la vida.
En la Sierra, la justicia no sube por los caminos de terracería. Los militares patrullan por unas horas, las policías repiten comunicados, los gobiernos publican condolencias y los asesinos regresan a sus refugios. Así se reproduce el ciclo de la impunidad. Así se desangra el estado mientras las instituciones observan desde lejos.
La ausencia de autocrítica y la nula capacidad de gestión de las primeras autoridades en territorio, los alcaldes, ha traído como consecuencia esta otra masacre de las incontables que suceden en el estado, una peor que la otra cada vez más. Ahora tocó el turno a Guachochi. ¿Cuál sigue?

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Unas pintas de “AMOR por Chihuahua”, con un corazón al centro de la O, la estilizada imagen de un mapa incompleto del estado y las letras en colores del rojo al morado, casi guinda, fueron entendidas de inmediato como la referencia al arranque de campaña de la secretaria del Bienestar, Ariadna Montiel Reyes.
Las leyendas comenzaron en algunos sectores populares de Delicias este fin de semana, sin más referencias que algunas claves en letras pequeñas entre las pintas. Pueden verse en la edición digital de GPS, cortesía de los asiduos lectores de este espacio.
Según los habitantes, en los últimos días fueron desplegadas nutridas cuadrillas de pintores que ya traían plantillas preformadas para dibujar sobre paredes blancas, suponemos que con permiso de sus propietarios, la imagen estatal y las letras que resumen el nombre de la funcionaria federal.
Más allá del costo y la polémica estrategia, el cuestionamiento central de quienes captaron las imágenes es qué tan probable es que una no chihuahuense logre primero la candidatura morenista y luego la proeza de ganar la gubernatura, si es desconocida de origen en el estado.
Pero esa es una de las peculiaridades de este proceso de sucesión que está en marcha; la otra es la amenaza al bipartidismo que se había naturalizado en Chihuahua y la irrupción de más perfiles que se sienten con la capacidad de hacerle frente a una campaña electoral estatal.

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Hoy por la mañana, la naciente iniciativa ciudadana “¡Salvemos la Democracia!”, sucedánea del PRIAN formalizada en las elecciones pasada, traerá a Chihuahua a Claudio X. González, el “junior tóxico”, bautizado así por la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum.
El arquitecto de la fracasada alianza prianista viene en calidad de ciudadano sin partido a dar una conferencia de prensa para conformar una asociación que demanda más de 130 mil firmas de mexicanos, con el fin de enfrentar la reforma electoral que promueve la 4T.
El hijo de quien fuera consejero de los presidentes Miguel de la Madrid y Carlos Salinas estará a las 10 de la mañana en un salón del hotel Quallity Inn para presentar su nueva iniciativa ciudadana, en contra de la reforma que, desde su visión, amenaza con destruir la democracia mexicana.

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El triunfo arrollador del ultraderechista Javier Milei, en las elecciones legislativas de Argentina, es un síntoma que evidencia no tanto la crisis de la izquierda radical, sino justamente del centro, que empieza a perder foco en todos los países del continente, incluido México, y que explica también en parte el nuevo discurso del PAN.
En la semana que empieza, el análisis se centra sobre el PRI, que por lo pronto parece huérfano, a menos que busque convertirse en un satélite más de Morena, aquella ala radical izquierdista tricolor que formó el PRD y terminó justo en el partido guinda.
Los números del propio INE muestran la caída brutal del PRI en la era de Alejandro “Alito” Moreno. Llegará al 2027 con el registro de militantes más bajo de su historia.
En los últimos seis años; es decir, de 2019 a 2025, pasó de 6.7 millones a 894 mil 220 afiliados, ni siquiera el millón, una reducción del 86.79 por ciento gracias a los miles de “líderes” simuladores que ocuparon cargos y más cargos públicos sin hacer trabajo activista partidario.
Los actuales bastiones del PRI se reducen al Estado de México, herencia del Grupo Atlacomulco con 240 mil integrantes, así como Coahuila y Durango, con 171 mil 225 y 29 mil 197 afiliados, respectivamente.
La verdad es que no se ve un terreno propicio para una alianza opositora a menos que los partidos busquen sumar liderazgos sociales, como ahora pretende el PAN.
Incluso Morena podría dormirse en sus laureles, ya que con la reforma electoral que viene podrían perder el registro aliados vitales para mayoritear acuerdos, como el Verde y el PT.
Lo malo con este asunto es que, con la tendencia “trumpista” en América Latina, tan bien reflejada en Milei, surgen figuras como Ricardo Salinas Pliego, en un contexto donde al PAN le faltan figuras nacionales.
No nos asombremos si vemos una desbandada hacia el PAN y otra hacia Morena. O como dicen por ahí, más vale que digan aquí corrió que aquí murió.

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Sin duda el alcalde, Marco Bonilla, se consolida en el ámbito nacional, ahora gracias a políticas públicas en favor de la niñez.
Esta vez se trata de los programas “Yo Sí Te Creo” y “La Calle No Es Su Lugar”, orientadas a brindar atención, acompañamiento y oportunidades a niñas y niños en situación de vulnerabilidad.
Su reciente participación en la Asamblea Regional Zona Occidente de la Red Mexicana de Ciudades Amigas de la Niñez (RMCAN), celebrada en Zapopan, Jalisco, ha quedado como muestra de cómo Chihuahua capital se ha convertido en un referente nacional en la protección y desarrollo integral de niñas, niños y adolescentes.
Así, Marco Bonilla y Karina Olivas son vistos aquí y allá como una dupla de liderazgo público y compromiso social.