Ciudad Juárez.- Fanny y su familia tuvieron que huir de los “vacunadores” que los extorsionaban en Ecuador con 100 dólares semanales para que pudieran trabajar en su peluquería, pero el sueño de seguridad se les desvaneció desde que comenzaron su camino hacia Ciudad Juárez, en donde fueron secuestrados, amenazados y torturados por un grupo delictivo.
Dijo que para presionar a sus familiares, los secuestradores desnudaban a todas las personas, “amarraban sus pies, sus manos, rompían sus cabezas, sangraban, hacían videos, hacían fotos… a mi esposo lo amarraron, lo desnudaron… son terribles. Vivimos un infierno verdadero”.
“Nosotros salimos el 19 de octubre, venimos por la selva (del Darién), desgraciadamente cogimos un guía y parece que el guía mismo nos vendió a los del cártel y casi matan a mi marido”, relató la sudamericana, quien pidió un préstamo al banco en Ecuador para poder pagar los 14 mil dólares que les cobró el “coyotero” –como llaman allá a los traficantes de personas– para llevarla a ella, a su esposo y a su hija de 15 años a Estados Unidos.
Al entrar al territorio nacional fueron trasladados a la Ciudad de México, en donde permanecieron encerrados en una bodega, hasta que tuvieron que viajar escondidos en la caja de un tráiler durante 28 horas hasta llegar la ciudad de Chihuahua, sin poder bajarse o ir al baño.
Ellos eran parte de un grupo de 78 personas, a quienes antes de subir al tráiler les entregaron un kit que incluía dos manzanas, un sándwich, unas galletas, un suero y una botella de agua, además de dos pastillas que debían de tomarse todos, incluidos adolescentes, relató.
“De eso nos alimentamos, pero con lo que tomamos de las pastillas no nos daba ni ganas de ir al baño y no teníamos deseos ni de alimentarnos. Mi niña también se las tomó, todos los mayores de 12 años se podían tomar las pastillas”, dijo sobre el medicamento que según médicos no existe como tal “para no ir al baño”, pero sí para “tranquilizarlos” durante todo el viaje.
A la ciudad de Chihuahua llegaron un domingo en la noche, pero fueron escondidos en un hotel, en donde permanecieron hasta el mediodía del jueves, para continuar su viaje hasta la frontera.
“Nos subieron en caravana a unos autos, sólo uno no tenía las ventanas polarizadas, pero los otros sí (…) creo que se armaron un grupo entre los choferes y cada quien mandaba ubicaciones, hacían llamadas y uno pensaba que estaba bien, pero en realidad estábamos ya secuestrados, vendidos desde Chihuahua”, lamentó la madre sudamericana.
Dijo que “antes de aquí, a unas dos horas, había Migración y nos bajaron antes y nos cruzaron por el desierto, nos hicieron cruzar el desierto, luego nos embarcaron a otros autos particulares y nos metieron al secuestro… nosotros pensamos que todo estaba bien cuando llegamos a Ciudad Juárez, porque unos vecinos pasaron quince días antes que nosotros y nosotros también pensamos que estábamos seguros”.
Una pesadilla
“Mi vecina me dijo: en Ciudad Juárez toman un descanso y luego se entregan a Migración (Patrulla Fronteriza). Y yo pensé que todo era normal, pero cuando nos metieron a una casa y estaban con metralletas y con revólveres y todo eso, bien encapuchados, dije, ‘esto no es normal’. Y ahí nos empezaron a pegar”, recordó sobre la pesadilla que vivió en esta frontera.
Dijo que en la primera casa fueron retenidas 21 personas, entre niños, niñas, adolescentes, hombres y mujeres. Pero había varias casas, y constantemente los golpeaban y los movían de lugar.
“Luego nos encontrábamos con unos compañeros, luego nos encontrábamos con otros, prácticamente rodeábamos –las casas– todos. Siempre nos movían. Estuvimos 19 días, porque desgraciadamente mi familia no tenía de dónde recoger (conseguir) el dinero”, contó quien ya debía los 14 mil dólares del “coyotero” al banco.
Dijo que los secuestradores “le pedían a mi familia 20 mil dólares por persona, luego negoció mi familia, como somos una familia de bajos recursos, pagaron 40 mil (dólares) por los tres”, aseguró.
Después de huir de la violencia en su país, Fanny asegura que sufrió más en esta frontera, ya que todos los días veían cómo los delincuentes torturaban a su esposo o al resto de los migrantes.
“Nos recomendaron que era seguro el ‘coyotero’, cuando viajamos le pedía a la familia que le hiciera envíos (de dinero) y como nosotros ya estábamos cerca de llegar, pidió que le depositaran los 3 mil (dólares) para reunir los 14 (mil) y terminamos de pagar mientras nos movían, nos endeudamos en un banco para salir y nos fue mal. Y ahorita tenemos tanto miedo”, confesó.
Dijo que cuando fueron liberados, sus secuestradores los dejaron durante la madrugada cerca del Instituto Nacional de Migración (INM) del puente fronterizo Lerdo, en donde le pidieron ayuda a un señor, quien al amanecer los ayudó a llegar al puente internacional Paso del Norte para que subieran y pidieran ayuda a los oficiales de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos, pero los estadounidenses que resguardan la frontera en ese momento los enviaron a las oficinas del Consejo Estatal de Población (Coespo) para que se registraran en la aplicación CBP One, para ingresar a Estados Unidos a través de un proceso legal.
“En Coespo nos ayudaron con una cita médica para mi esposo y nos dieron unas gorritas, unas chupitas, porque no cargábamos con nada en realidad, todo nos lo quitaron (los secuestradores). Dios nos abrió las puertas, no nos ha faltado alimentación ni nada, estamos bendecidos, pero de verdad tenemos un miedo que yo veo la calle y se me enfría la sangre”, aseguró en el sitio en donde fue resguardada con su familia.
Entre el temor y la esperanza
“No hemos salido de aquí, porque tenemos tanto miedo, de verdad nos duele el corazón porque vivimos algo bien terrible, no comíamos, bajo maltrato, encerrados estuvimos 19 días. No fue nada fácil para nosotros vivirlo en carne propia y para nuestra familia tampoco… y no era solamente el sufrimiento por nosotros, era el sufrimiento por las demás personas, había más hombres, más mujeres, más niños, más niñas. Con las armas rompían la cabeza, tenían unos palos con qué pegar, pateaban, pegaban, botaban al piso”, relató.
De las familias que saben que estuvieron secuestradas nadie denunció, por temor, por lo que forman parte de la cifra negra del delito de secuestro en esta frontera.
“A mi esposo lo golpeaban, no ha cogido todavía todo el valor para estar estable, porque aún le duele, está mal, tiene dolores de cabeza. Tenemos pesadillas, no podemos descansar en paz, esta noche mi hija no pudo descansar, soñaba cosas feas y ahorita mismo está con un dolor de cabeza y no puede”, comentó.
Fanny y su familia ya cuentan con un registro en la aplicación digital CBP One, por lo que entre el temor de la violencia que se vive en la ciudad mantienen la esperanza de poder cruzar a Estados Unidos y finalmente sentir a salvo su vida.
De acuerdo con la Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM), entre enero y noviembre de 2024 sus agentes aseguraron a 53 personas migrantes provenientes de nueve países de Centroamérica, Sudamérica, El Caribe y Asia, quienes se encontraban secuestradas en esta frontera.
De las 53 personas que fueron aseguradas y atendidas por Trabajo Social, 29 fueron personas mayores de edad, 10 mujeres y 19 hombres, provenientes de Cuba, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Jordania; y 24 fueron niños, niñas y adolescentes originarios de Cuba, República Dominicana, Estados Unidos, Guatemala, Honduras y El Salvador.
Durante los primeros once meses del año, la SSPM también detuvo a 26 personas, 12 de ellos por el delito de secuestro y 14 por privación ilegal de la libertad.
Del 1 de enero al 13 de diciembre de 2024, la Secretaría de Seguridad Pública Estatal (SSPE) puso bajo resguardo del Instituto Nacional de Migración a 262 personas migrantes sin documentos para permanecer en México.
“En los operativos de seguridad se ha detenido a 41 generadores de violencia por parte de la SSPE en delitos como tráfico de indocumentados, secuestro y privación ilegal de la libertad”, informó ayer la Policía Estatal.