Ciudad Juárez.- Luego de la golpiza que entre al menos seis personas le propinaron a Jorge Rentería Rodríguez, entre cocaína a granel y “tecates” rojas, siguió la escena más sangrienta que se ha relatado en el juicio 104/2025 seguido contra un presunto grupo de Artistas Asesinos liderado supuestamente por “La Chely”.

Esta es la segunda y última parte del relato del testigo protegido presentado el pasado 9 de diciembre ante la jueza Evangelina Zúñiga Ortiz, en que se dio cuenta de principio a fin de la noche del 5 de diciembre de 2023 y madrugada del día siguiente de la muerte violenta de Jorge, tras reclamos por vender droga de un proveedor no autorizado por el grupo criminal.

El testigo protegido confirmó ante la resolutora la extracción de la lengua y del corazón de la víctima, ambas extracciones realizadas presuntamente por Michelle Angélica P. V., alias “La Chely”: la primera “por hablador” y la segunda para darla en ofrenda a la “Santa Muerte”.

El siguiente relato es con base en lo declarado con el testigo protegido. Las personas señaladas gozan de presunción de inocencia en tanto no se demuestre su culpabilidad plena.Los acusados en el caso son Jaqueline Saremi B. A. (“Jackie), Joana Michel A. G. (“Mich”), Jorge G. M. (“Chucky”), Félix Iván L. V. (“Checo”) y Edgar R. R. (“Querubín”).Checo cargó, tras la golpiza, a Jorge al baño. Lo dejó del torso a la cabeza en la regadera, y de la cadera a los pies fuera de la ducha. Lo detuvieron para que una adolescente le brincara en el pecho hasta dejarlo sin aire. Dicha adolescente ahora es testigo protegido, pero su declaración no ha sido presentada en el juicio.

El declarante de este relato vio cómo a la víctima se le iba la vida: los ojos en blanco, la falta de reacción, las inspiraciones débiles, la cara hinchada de los golpes.“Ve por las cosas” le dijo Chely a Querubín. Llegó con bolsas para basura, cloro, aceite de pino, guantes blancos de látex y guantos rojos largos para cocina. Se pusieron algunas bolsas en los zapatos para no dejar huellas. Llevaron el hacha y el cuchillo al baño.

Checo tomó la cabeza de la víctima con la mano izquierda y con la derecha el cuchillo; cortó el cuello. La víctima jalaba aire, quería recuperarse, pero no podía. La sangre estalló hacia una pared de la regadera, hacia el suelo.

‘Se ahogó en su propia sangre’

“La víctima se ahogó en su propia sangre”, contó el testigo. Encendieron el agua para que la sangre no cuajara y se quedara en la tubería o entre la boquilla de los azulejos de la ducha.

Con Jorge ya inmóvil, Checo cortó por completo el cuello. El cuerpo cayó inanimado y poco después fue arrojada la cabeza a un lado.

Checo le dijo a Querubín que enseguida le enseñaría cómo cortar el cuerpo: empezó con un brazo, llegó al hueso y usó el hacha. Luego cortó el brazo completo, lo dividió en dos partes, siguió con otro brazo, las piernas.

Todo fue captado por Chely que estaba en videollamada con una persona, aparentemente fuera del Cereso. Quien fuera esa persona, desde donde llamaba había luz de día.

Dejaron el cuerpo en la regadera y salieron sin ningún dejo de compasión a la sala a seguir tomando cerveza.

Chely hizo otra llamada, ahora para pedir permiso para cortarle la lengua a la víctima. El interlocutor aceptó. Una herida como la del personaje del Joker de Heath Ledger le fue infligida a la cabeza ya desprendida de Jorge. Siguió desprender la lengua. ¿Por qué la lengua? El testigo dijo que supo que era porque “la víctima había sido un hablador”.

Esa llamada terminó, pero 10 minutos después hubo otra, ahora para pedir permiso y poder extraer el corazón que se ofrecería “a la Santa Muerte como protección”. Lo sacó por la espalda, Chely, porque dijo que sería más fácil, se evitaría las costillas.

Lo puso en dos bolsas negras, ordenó embolsar a la víctima, limpiar con cloro y pinol cualquier rastro de sangre, echaron el cuerpo al auto Hyundai de Chely y fueron a aventarlo a un baldío que divide Hacienda de las Torres Universidad y El Mezquital.

El corazón, que Chely puso mientras encima de un calentador de agua, luego se lo llevó, cuando regresó a todos a la casa 10460 de Condominio del Valle III tras el asesinato y abandono del cuerpo para que se fueran a sus respectivos domicilios.

Durante el abandono del cuerpo, Chely se ayudó de dos “halcones” (vigilantes), dos “ubers” (para referirse a conductores de plataforma) que estaban a la vista con las luces encendidas y darían señales de alerta en caso de presencia de policías.

Chely se llevó el corazón a la casa en Hacienda de Medina y Hacienda de Grajeda en Sierra Vista, donde fueron hallados restos humanos en bolsas, días después, en cateos de la Fiscalía de Distrito Zona Norte.

En esa casa vivían Chely, Mich y la adolescente. Era sólo para personas de confianza, le dijeron al testigo el día que lo llevaron. Tenían tres semanas de conocerlo cuando lo obligaron a ser parte del homicidio.En la misma audiencia, el testigo reconoció frente a la jueza a los seis acusados.

El final del juicio está próximo aunque no se ha precisado una fecha. Seguirán los alegatos de clausura y fallo una vez concluido el desahogo de pruebas del Ministerio Público y los dos [email protected]