El Parque Nacional Cumbres de Majalca, más que un destino turístico, es una fuente invaluable de biodiversidad y equilibrio natural, pero también está lleno de historia, afirmó la bióloga Alejandra Peña Estrada.

“Me sorprende saber que hay lugares en Estados Unidos con muy poco tiempo reconocidos oficialmente y, aun así, han construido una identidad sólida que es celebrada en películas, series y libros. Por ejemplo, el estado de Arizona tiene apenas 113 años, y Tombstone, uno de sus pueblos más famosos, ni siquiera alcanza los 150 años de historia, pero su nombre resuena en la cultura popular internacional”, expresó Peña Estrada.

En contraste, dijo, en Chihuahua tenemos un lugar de extraordinaria belleza e historia como Majalca, al que mencionamos incluso en corridos populares, pero que muchos chihuahuenses aún desconocen.

Majalca es nuestro Parque Natural más antiguo, y es mucho más que un sitio para acampar: es un emblema de nuestra identidad, una herencia viva, afirmó la bióloga chihuahuense.

Casi 100 años como parque público

Alejandra Peña señaló que la historia de Majalca como espacio público se remonta a 1926, cuando el Congreso del Estado de Chihuahua adquirió 4 mil 173 hectáreas con el objetivo de crear un "Parque Campestre de Veraneo" para la población de la ciudad de Chihuahua (CONANP, 2016; Fuentes Peredo, 2019).

En 1939, mediante decreto federal, se amplió la superficie a 4 mil 701 hectáreas para incorporar terrenos de ejidos vecinos, y se le otorgó el estatus de Parque Nacional, categoría que hoy conserva bajo la administración conjunta del gobierno federal y estatal (SEMARNAT, 2016). En 2026, Majalca cumplirá 100 años como un espacio natural protegido abierto al público, indicó.

La bióloga resaltó que incluso su nombre tiene raíces históricas, se atribuye al Capitán Juan Majalca, quien en 1711 fue el primer poblador registrado en la zona, encargado de proteger los intereses de tres haciendas importantes del área. Se dice que eligió ese sitio como su lugar preferido, por encima de otras zonas rurales de la región.

“Durante ocho años tuve el privilegio de trabajar en el Parque Nacional Cumbres de Majalca. Conozco sus especies, sus temporales y sus estaciones, pero también sé que Majalca no sólo es un ecosistema: es una parte de nuestro tejido social e histórico. Es importante conocer cuándo se decretó y cuánto tiempo lleva siendo área protegida, porque eso habla de la historia de la conservación en México”, externó.

De acuerdo con Peña Estrada, Majalca es el tercer parque nacional decretado más antiguo del país, después del Bosque Nacional Monte Vedado del Mineral del Chico (1899) y el Parque Nacional Desierto de los Leones (1917).

Es, por tanto, un testigo vivo de la visión que tuvo México para preservar sus riquezas naturales desde principios del siglo XX, refirió.

“Quizá ha llegado el momento de que empecemos a contar mejor nuestra propia historia. Así como nuestros vecinos al norte han sabido transformar su pasado en símbolos culturales universales, en Chihuahua tenemos tesoros como Majalca que merecen atención, respeto y difusión. No solo por su belleza, sino por lo que representan: una raíz profunda en nuestra identidad colectiva”, expresó.

Llamado a proteger Majalca

La especialista en ecología y conservación subrayó la urgente necesidad de proteger y valorar una de las joyas ambientales más importantes del estado de Chihuahua y del norte del país.

Además, destacó su importancia ecológica, científica y cultural y precisó que esta área natural protegida es fundamental para la biodiversidad, el equilibrio ambiental, la captación de agua y la resiliencia ante el cambio climático.

Según explicó Peña Estrada, Majalca alberga especies icónicas y de alto valor ecológico como el águila real, el oso negro, el puma, venado cola blanca, así como zorros, linces, guajolotes silvestres y numerosas especies de aves migratorias.

También cuenta con una rica diversidad vegetal, incluyendo pinos, encinos y pastizales, muchos de los cuales tienen funciones clave en la retención de agua, captura de carbono y mantenimiento del suelo, resaltó la bióloga chihuahuense.

"Majalca es un ejemplo de cómo la naturaleza funciona en equilibrio. Es un espacio donde se genera oxígeno, se almacena agua, se protege la vida silvestre y se ofrece a las personas un lugar para aprender, disfrutar y reconectar con la tierra", afirmó.

La bióloga, que ha colaborado en proyectos de monitoreo de fauna, educación ambiental y reforestación, hizo énfasis en el valor científico y educativo del parque.

“Para estudiantes, investigadores y turistas responsables, Majalca es un laboratorio natural vivo que nos enseña sobre procesos ecológicos, evolución, conservación y sostenibilidad”, mencionó.

Ubicado a poco más de 50 kilómetros al noroeste de la ciudad de Chihuahua, el parque fue decretado como Parque Nacional en 1939.

Se extiende por más de 4 mil 900 hectáreas, donde conviven bosques templados, cañones, cumbres rocosas y una gran variedad de flora y fauna.

Este ecosistema representa uno de los principales pulmones verdes del estado y un refugio natural vital para muchas especies que dependen de su integridad ecológica.

Amenazas y retos

Peña Estrada advirtió sobre las principales amenazas que enfrenta el parque, como la deforestación, incendios forestales, caza furtiva, la basura dejada por visitantes, y el turismo no regulado, que ha aumentado en los últimos años sin infraestructura suficiente para su manejo.

"Debemos pasar del simple disfrute al compromiso real con la conservación. Cada visita debe ser una oportunidad para cuidar, no para dañar. La falta de vigilancia, recursos humanos y educación ambiental pone en riesgo un ecosistema que tardó miles de años en formarse", advirtió.

Además, alertó sobre los efectos del cambio climático, como la variabilidad de las lluvias, el estrés hídrico en la vegetación y los cambios en patrones migratorios de aves y mamíferos.

Peña Estrada hizo un llamado tanto a la ciudadanía como a las autoridades estatales y federales a invertir en infraestructura ecológica, programas de educación, reforestación y vigilancia ambiental, así como a promover proyectos comunitarios que involucren a pobladores cercanos en el cuidado del área.

"Majalca no es solo un sitio turístico: es un patrimonio natural, cultural y científico. Su conservación debe ser prioridad si queremos garantizar un futuro ambientalmente sano para las siguientes generaciones", concluyó.