En el análisis de este lunes tenemos un video publicado por El Diario el viernes en la noche sobre un retén instalado por policías encapuchados de la Fiscalía General de la República, de su llamada Agencia de Investigación Criminal, según el logo en alguna de las chamarras que portan los elementos, no todos uniformados pero sí todos con pasamontañas.
La información de El Diario narra las quejas de conductores por una innecesaria revisión que los hizo perder muchísimo tiempo, amén de las lamentaciones solidarias hacia familias completas retenidas por agentes que hurgaban entre maletas y muebles cargados en rústicas tráilas.
Cuando cualquier persona exige explicaciones a los policías sobre las intrusiones en los artículos personales, los agentes contestan que son por “seguridad de la población” pero luego sus conductas y respuestas no son nada tranquilizantes cuando les son requeridas sus identificaciones y que muestren el rostro...por seguridad”!.
Ese retén del viernes estuvo ubicado en el kilómetro 300 de la carretera Chihuahua-Juárez. Estaba tan larga la fila de automóviles, camiones y traileres que casi pegaba con el Precos militar de varios kilómetros adelante. De media a una hora fue la espera para muchos.
Esa zona, a la altura del poblado de Samalayuca, la carretera Panamericana se convierte frecuentemente en un embudo interminable de motores encendidos, cláxones impacientes y rostros cansados.
Decenas de vehículos particulares y tractocamiones permanecen detenidos durante horas bajo el sol del desierto o durante cualquier hora de la noche, a la espera de avanzar unos metros hacia Ciudad Juárez, o salir de Juárez hacia Chihuahua.
Lejos de ofrecer seguridad esos puntos se han vuelto una fuente constante de molestia, miedo e indignación entre los viajeros..
“Verlos encapuchados intimida. Uno no sabe si son soldados o policías o si algo peor va a pasar”, comenta una mujer que viajaba con sus hijos rumbo a la frontera. Su testimonio se repite en decenas de voces que, entre el ruido de motores y el polvo, coinciden en que la seguridad no debería sentirse como una amenaza.
Hasta ahora, ninguna autoridad ha ofrecido una explicación clara ya ni siquiera por retenes como el instalado en el kilómetro 21 –de Juárez hacia Samalayuca- por miembros del Ejército y la policía estatal, menos por los que quita y pone a lo largo de toda la carretera la Fiscalía General de la República, más con tufo a corrupción contra paisanos que de seguridad ciudadana, como aducen.
Que denuncien quienes se sientan afectados, insisten los altos funcionarios cuando son cuestionados sobre el tema. Nadie lo hará, prefieren perder sus 20 y hasta 50 dólares y engordar las “pollas” de tales “autoridades” que sumar a una hora de pérdida de tiempo durante las revisiones otras dos, o muchas más, vilmente también perdidas en oficinas burocráticas.
No queda más que tragar corajes.