En esta ocasión, fue parte de una detallada protección para el presidente Biden en la Cumbre de Colaboración Económica Asia-Pacífico.
Sintió un dolor agudo en las piernas debido a la fatiga, después de estar horas de pie en un piso de concreto en el Centro Moscone en San Francisco, a unas 3 mil millas de retirado de su casa.
“Llegué al punto de decir no quiero hacer esto durante más tiempo”, dijo Ebey en sus documentos de retiro en enero. Tenía 52 años.
Durante meses, la alarma ha estado propagándose entre las oficinas ejecutivas del octavo piso de las oficinas centrales del Servicio Secreto en Washington debido a la salida de talento experimentado como Ebey.
La agencia sabía que enfrentaría una avalancha en el 2024, ya que habría campañas presidenciales, convenciones políticas y una Cumbre de la OTAN.
Parecía que sería uno de los años más ajetreados en la reciente historia del Servicio Secreto, mientras las amenazas de violencia contra líderes políticos están aumentado.
El Servicio Secreto no está preparado.
“Ahora más que nunca es crucial que retengamos a los empleados”, comentó Kimberly A. Cheatle, directora del Servicio Secreto en ese momento, en un correo electrónico enviado a toda la agencia en julio del 2023.
Pero en lugar de crecer, mientras se aproximaba este año importante, el servicio se encogió.
Por lo menos 1 mil 400 de sus 7 mil 800 empleados abandonaron la agencia en los años fiscales del 2022 y 2023, siendo el mayor número de salidas en por lo menos dos décadas, según muestra la información federal.
En este verano, dos intentos de asesinato contra el ex presidente Donald J. Trump dejaron al descubierto profundos problemas en el Servicio Secreto.
Fallas en la tecnología provocaron que el posible asesino usara un dron para vigilar, las fallas en el mando dieron lugar a que un techo se quedara sin protección y él pudo colocarse allí. Las fallas en la comunicación no pudieron evitar que disparara, aun después de haber sido detectado.
Aunque los agentes dicen que uno de los problemas está por encima de todos los demás es el éxodo de las personas mejor entrenadas.
Sus salidas han sido generadas por fallas de hace tiempo en el manejo del Servicio Secreto, lo cual ha dejado a los agentes en un estado de emergencia permanente, ya que no han podio enfocarse, descansar o entrenar de manera necesaria para hacer bien su trabajo, según le dijeron dos docenas de actuales y anteriores empleados a The New York Times.
Entre las razones por las que dejaron la agencia están:
Agotadoras cantidades de tiempo extra laboral, usualmente asignados en el último minuto y en algunas ocasiones sin recibir pago.
Una iniciativa para recontratar a agentes retirados del Servicios Secreto, lo cual fue contraproducente al impulsar a más empleados a retirarse para poder recibir un salario y una pensión al mismo tiempo.
La percepción de favoritismo en las promociones y contratación.
La súplica de los agentes de adoptar rápidamente nueva tecnología como drones que pudieran mejorar la protección y aligerar la carga de trabajo fue ignorada.
El entrenamiento, que toma años para preparar adecuadamente a nuevos reclutas para proteger a un presidente bajo las mejores circunstancias, fue socavado por unas decrépitas instalaciones en donde el cuarto para el entrenamiento de defensa personal se inundaba durante las lluvias.
Ronald L. Rowe Jr, director interino del Servicio Secreto, dijo que la agencia necesitaba expandir rápidamente el número de agentes entrenados, incluyendo excelentes tiradores y adquirir más tecnología avanzada para confrontar las crecientes amenazas de personas domésticas y extranjeras.