Ahora, con su proyecto en Washington más o menos terminado, nunca estuvo cerca de recortar el billón de dólares del gobierno federal que había prometido. Sus negocios y su imagen pública quedaron algo maltrechos y, ahora, al parecer, también su rostro.
¿Alguien lo golpeó?
La lista de sospechosos es larga. Una lista abreviada de personas y grupos actualmente descontentos con Musk incluye: al menos dos de las varias mujeres con las que ha tenido hijos; prácticamente toda la burocracia federal; sus vecinos en un suburbio de Austin, Texas; los accionistas de Tesla; antiguos amigos; republicanos del Capitolio; su hija de 20 años; todas esas personas que han incendiado autos Tesla, e incluso algunos votantes de Trump.
Pero no fue ninguna de esas personas quien le hizo el moretón. Dijo que fue X, su hijo de 5 años.
“Estaba jugando con el pequeño X y le dije: ‘Adelante, dame un puñetazo en la cara’, y me lo dio”, explicó Musk después de que un periodista le preguntara si estaba bien.
Fue un momento extraño en una conferencia de prensa que, para empezar, ya era bastante rara. Momentos antes, Musk se había negado airadamente a responder a una pregunta sobre una investigación reciente de The New York Times en la que se detalla su consumo de drogas. Trump permaneció casi mudo mientras Musk lidiaba con esa pregunta. Después, el magnate de la tecnología explicaba por qué parecía golpeado.
Al presidente pareció divertirle. “No me había dado cuenta”, dijo mientras se giraba en su silla para ver mejor a Musk. “¿X fue quien hizo eso?”.
Trump ha pasado una cantidad considerable de tiempo cerca del niño en estos últimos 130 días. Él y Musk incluso llevaron a X a sentarse junto al ring con ellos en los combates del Ultimate Fighting Championship. Trump pensó en la explicación que se ofrecía para el moretón. “X podría hacerlo”, concluyó, sonando casi impresionado. “Si conocieras a X, sabes que podría hacerlo”. Por la forma en que el presidente dijo esto, nunca adivinarías que estaba hablando de un niño de 5 años.
Y así, Musk abandonó Washington, con el ojo tan magullado como su ego.
“En realidad no sentí gran cosa en ese momento”, dijo sobre el golpe que le dieron en el rostro, “pero luego supongo que sale un moretón”.