Los cachorros, Boris y Svetlaya, habían sido rescatados de la naturaleza cuando tenían entre 3 y 5 meses en las montañas Sikhote-Alin, principal bastión del animal. Crecieron en cautividad y fueron liberados a los 18 meses. Los felinos estaban separados por más de 160 km con el objetivo de ampliar al máximo la distribución de los tigres liberados en la región de Pri-Amur, junto a la frontera de Rusia con China.
Los científicos siguieron a los cachorros hasta que, más de un año después de su liberación, ocurrió algo extraño: Boris caminó más de 120 millas, casi en línea recta, hasta el lugar donde Svetlaya había construido su hogar.
Seis meses después, Svetlaya tuvo una camada de cachorros.
Aunque la estrategia de liberar gatos rescatados criados en cautividad para restablecer las poblaciones en libertad había dado buenos resultados con el lince ibérico en España, nunca se había probado con grandes felinos.
Pero los científicos que trabajan con la Wildlife Conservation Society afirman en un estudio publicado el mes pasado en el Journal of Wildlife Management que la liberación con éxito de cachorros rescatados como Boris y Svetlaya puede convertirse, por primera vez, en una opción viable para devolver a los tigres salvajes a su área de distribución histórica.
Se calcula que en Rusia quedan entre 485 y 750 tigres. Pero los investigadores afirman que la zona fronteriza entre Rusia y China, incluida la zona de Pri-Amur donde viven Boris y Svetlaya, podría albergar cientos más de estos animales.
Los gatos reunidos no fueron las únicas reintroducciones con éxito del proyecto. Dos cazadores habían encontrado otra hembra, Zolushka (o "Cenicienta" en ruso), en un nevero unos años antes. Después de que los conservacionistas la devolvieran a la naturaleza, un tigre macho desconocido apareció en una cámara trampa cerca de donde habían soltado a Zolushka.
En una zona tan vasta, fue un encuentro de extraordinaria buena suerte. "Apareció el príncipe de Cenicienta y vivieron felices para siempre", afirma Dale Miquelle, principal científico especializado en tigres de la Wildlife Conservation Society y autor del estudio. Zolushka y el macho también tuvieron una camada de cachorros, los primeros conocidos nacidos en esa zona desde la década de 1970.
En total, científicos rusos criaron en cautividad a 13 cachorros huérfanos de tigre siberiano, evitando todo contacto entre los cachorros en crecimiento y sus cuidadores humanos para prepararlos para la vida en libertad. El equipo introdujo gradualmente las presas vivas para que los cachorros aprendieran a cazar.
También fue decisivo el momento de la liberación: en primavera, cuando abundaban las presas.
Un cachorro macho no superó la prueba de la libertad. Se adentró en China y cazó animales domésticos, incluidas 13 cabras en un cobertizo en una sola noche. Científicos rusos recapturaron al joven macho y lo enviaron a un programa de cría en cautividad en un zoo.
Pero los 12 restantes demostraron que eran capaces de cazar presas salvajes y sobrevivir tan bien como los tigres salvajes que nunca habían pasado tiempo en cautividad.
A medida que crezca la población de Pri-Amur, el equipo ruso-americano espera que pueda unirse a otros tigres, incluso al otro lado de la frontera, en China. "La gran visión es que toda esta zona esté conectada", afirma Luke Hunter, director ejecutivo del Programa de Grandes Felinos de la Wildlife Conservation Society. "Hay mucho hábitat que podría ser recolonizado por los tigres".
Con tanto hábitat potencial en toda Asia -un estudio de 2023 reveló que había alrededor de 270.000 millas cuadradas de hábitat potencialmente adecuado en toda Asia donde los tigres seguían ausentes-, las implicaciones de este éxito son de gran alcance.
"Estos resultados indican que es posible cuidar de cachorros jóvenes en un entorno de semicautividad, enseñarles a cazar y liberarlos de nuevo en la naturaleza", afirmó Viatcheslav V. Rozhnov, ex director del Instituto Severtsov de Ecología y Evolución de la Academia Rusa de Ciencias y líder del proyecto de reintroducción. "Estos hallazgos ofrecen una vía para devolver los tigres a grandes zonas de Asia donde aún existe hábitat pero donde se han perdido tigres".
Y del mismo modo que la improbable asociación de Boris y Svetlaya ha resultado decisiva para el éxito del proyecto, los científicos rusos y estadounidenses esperan que sus esfuerzos puedan servir de modelo para la cooperación internacional en materia de conservación.
"Es un testimonio de que pueden ocurrir cosas realmente buenas cuando se empieza a trabajar en colaboración independientemente de la nacionalidad y la política", dijo el Dr. Miquelle.