“¿Sabes cómo se suicida un argentino?”, le dijo el Papa Francisco a César Duarte, picándole con el dedo índice entre la panza y las costillas, como para romper el hielo en una improvisada plática privada, el único encuentro a solas entre ambos en aquella histórica visita a Ciudad Juárez, el 17 de febrero de 2016.

Su Santidad, recuerda Duarte Jáquez, esperaba que le abrieran el baño en la entrada del gimnasio del Cobach de Juárez, donde encabezaría el Encuentro con el Mundo del Trabajo; estaba sellado el lugar desde días antes y sólo podría abrirlo el equipo de seguridad de Francisco, que había confiscado la llave, pero a la mera hora no la encontraba.

“No, no sé, Su Santidad”, respondió el entonces gobernador, dice que apenado por no saber cómo reaccionar ante el chistorete, uno de varios con los que le sorprendió por el extraordinario sentido del humor que mantuvo durante más de 12 horas que duró la gira.

“Se sube, se sube, se sube, se sube... y sube y sube y sube a lo más alto de su ego y luego se lanza de cabeza”, le dijo el Papa con una enorme sonrisa y antes de soltar una carcajada, después de manotear como si estuviera escalando. Duarte repite el movimiento que hacía el argentino y recuerda hasta que “le papaloteaba” la sotana.

El exgobernador César Duarte acepta una entrevista con El Diario, limitada al tema de la visita del Papa, que le tocó organizar en la parte final de su administración, convirtiéndolo ahora en un testimonio de primera mano sobre la personalidad del pontífice que falleció en Roma al comienzo de esta semana.

Si en el banquillo de los acusados no se resistía Duarte a opinar ni a adjetivar las causas y las personas que lo llevaron a prisión, en la entrevista menos. Así que abunda sobre los hechos de hace nueve años y reiteradamente acude a su experiencia no nada más de su gestión para la gira de Francisco, sino de todo su gobierno.

Al encuentro, el exmandatario llega puntual a un despacho en San Felipe, que le prestó un amigo para la ocasión, justo al día siguiente de la muerte, el pasado martes, cuando las portadas de los periódicos de todo el mundo destacaban el hecho como la noticia principal.

De barba casi blanca bastante crecida, viste con pantalón azul marino, camisa azul cielo y zapatos negros; con los calcetines oscuros doblados, trata de disimular el brazalete electrónico de la pierna izquierda, que lo mantiene vigilado e imposibilitado para salir de Chihuahua, aunque sin preguntarle sobre el dispositivo él lo muestra y se queja de las molestias que le ocasiona.

--Exgobernador, Usted tiene un testimonio de primera mano del Papa. Le tocó organizar la visita a Juárez...

“Bueno, nos tocó desde lograrla... Y fue todo un circo”.

--Justo vamos a eso: ¿Cómo se logró? ¿Y por qué Juárez?

“Yo me di cuenta casi, casi como un rumor, que el Papa venía a México. Y tenía, por fortuna, una extraordinaria relación con el entonces secretario de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade, y le llamé. Le dije: oye, escuché por ahí la posibilidad de que venga el Papa y me gustaría que se tomara en cuenta a Chihuahua, particularmente a Juárez.

“¿Por qué planteé Juárez? Pues de entrada no podía plantear la capital porque ya había venido un Papa, entonces era la primera razón para descartarla. Planteé Juárez desde un punto de vista muy estratégico, que podía servirle a la visita del Papa, podía servirle al gobierno mexicano y nos servía enormemente a Chihuahua.

“La planteé en competencia con otros estados: Sonora iba muy avanzado en la posible visita. Nuevo León ya tenía todo un esquema en una agenda que tenía que ver exclusivamente con el trabajo. Y Tamaulipas traía un tema establecido de inmigración; Sinaloa y Baja California traían un tema de jornaleros agrícolas, de trabajadores del campo, y también el tema de migrantes.

“Entonces tuve la fortuna que ya cuando se va a hacer la reunión para ir dibujando la agenda posible de la visita del Papa, ya estaba que sí venía a México, pero no a qué regiones, vino el secretario de Estado del Vaticano, como cinco meses previos a la visita. Fue un domingo, recuerdo, a las siete de la tarde en la Ciudad de México, en la Secretaría de Relaciones Exteriores la reunión. Y yo me arranqué documentado. Ahí abordé al secretario de Estado,

el Estado Mayor Presidencial, la logística del Papa, seguridad del Estado Vaticano, seguridad del Estado Mexicano, y propuse no sólo una visita del Papa a Ciudad Juárez, sino al Centro de Readaptación Social de Ciudad Juárez...”

--¿Y cómo lo tomaron?

“Me acuerdo que el secretario de Estado se fue para atrás y me preguntó por qué a Juárez y por qué al Cereso.

Les dije: miren, Ciudad Juárez duró mucho tiempo como la ciudad más peligrosa y violenta del mundo. Y la cárcel más peligrosa y violenta del mundo era el Cereso de Juárez. Nomás revisemos en 2009 cuántos homicidios hubo adentro. Cientos.

“Pero en ese momento que nosotros ya planteábamos la visita, habíamos logrado la certificación de las cárceles, la recuperación del gobierno interno...”

--¿Era cuando Usted decía que los penales estaban mejor que los hoteles?

“No, hoteles no. Yo lo que dije alguna vez es que la cocina de los Ceresos de Chihuahua y de Juárez, en ese momento, estaban tan bien equipadas y tan limpias como las cocinas del Palacio de Buckingham. Fue lo que yo dije, luego ya se empezaron a decir otras cosas sobre eso que dije, pero la verdad es que tenían una certificación con los más exigentes estándares de las cárceles norteamericanas”.

LA SILLA “ROBADA” DE LA VISITA DE FRANCISCO

Duarte Jáquez reseña la forma en que vendió la idea al representante de Jorge Mario Bergoglio, además de Papa de la Iglesia Católica, jefe del Estado Vaticano, ofreciéndole, además, que inaugurara una capilla dentro de la prisión, del Cereso 3.

“Era una capilla construida arriba de una serie de cosas, donde estaba el carril de caballos, donde estaba el palenque de gallos, tenían las caballerizas, la corrupción era galopante y circulaban todo tipo de drogas”, afirma.

“Y ahí el primer gesto del Papa, extraordinario, fue que nos trajo un Cristo de cristal a regalar. Que es el que permanece ahí. Y recuerdo que el discurso fue ahí de improviso, no leyó ni mucho menos, pero él dijo que había escogido traer un cristo de cristal a una cárcel precisamente porque ahí es donde se podía palpar la fragilidad de Cristo, que era como el cristal, y la fragilidad del hombre, cuando está encerrado”.

Ahí el exgobernador cambia el tono, con más solemnidad que cuando platicaba del jaloneo político de gobernadores y secretarios, en tiempos de Enrique Peña Nieto como presidente, para tratar de jalar la visita papal a sus estados.

“Después que yo lo viví en carne propia (estar en prisión), me ha sacudido el alma esa memorable expresión del Papa”, afirma. Duarte Jáquez reclama que la visita, de forma perversa, después fuera reducida al supuesto robo de una silla que encontraron en su rancho, cuando comenzaron las acusaciones en su contra.

Explica que la silla y un reclinatorio usado en esa visita papal, se las mandó a regalar el empresario juarense que hizo todos los muebles, con el escudo del Vaticano, utilizados en la gira; se los mandó de recuerdo de ese trabajo y no fue un robo, como después lo presentó la Fiscalía en tiempos del gobierno de Javier Corral, su sucesor, al que refiere constantemente, sin mencionar su nombre.

--Ahí en el Cereso 3 de Juárez, y refiriendo un mensaje de una persona presa, dijo el Papa: no pregunten por qué estoy aquí, sino para qué estoy aquí... ¿Usted para qué estuvo en la cárcel?

“La ventaja es que en ese sentido, y perdón por asumirme en la entrevista en primera persona, pero yo sí entendí entonces para qué estaba ahí: precisamente para crecer en mi humanidad y esa fragilidad hacerla a un lado con fe. Yo salí más fuerte de lo que me detuvieron”.

--¿Entonces sí encontró el para qué estaba?

“Claro que sí, afortunadamente, y estas cosas no son de casualidad, yo ya las había vivido. En discurso y de lejos, pero las viví. Así es... porque le pueden a uno platicar lo que quieran, pero la verdad es otra. Con unas horas de estar ahí es tremendo”.

--¿Qué le quedó del mensaje del Papa en el Cereso 3?

“Sí, ese mensaje, como Usted dice, pero también se refirió a algo muy profundo el Papa ahí en su discurso en el Cereso, cuando él dice que está equivocada la sociedad y los gobiernos al apostarle a la política del aislamiento. Aislar un problema es pensar que se puede resolver, y hay muchos comodines que piensan que hasta solos se resuelven los problemas. La política del aislamiento no hace más que profundizar los problemas, agudizarlos.

“Es real, no hay sistema penitenciario, de los que se conozcan, que en realidad sirvan a una rehabilitación profunda de la sociedad. Y menos cuando están en las manos de la corrupción, que se convierten en un terreno galopante de la impunidad, del desprecio, y que solamente detonan con más fuerza aquellos errores por los cuales los ciudadanos están castigados.

“Pero eso no es lo más grave. Lo más grave es cuando meten a personas inocentes, utilizando perversamente las instituciones, la prisión preventiva, para cómodamente lavarse las manos y decir que hay culpables cuando ni siquiera han sido procesados”.

--Exgobernador, siendo muy frío y objetivo, ¿a poco en ese entonces no pensó Usted en el rendimiento político de que viniera el Papa, en pleno año electoral? ¿O sí lo hizo de corazón, de convicción?

“Mire, los hechos ahí están. Podrán criticar lo que quieran en el gobierno, pero los hechos son amores y no buenas razones. Hago vigente esa expresión otra vez. Ahí están las obras, ahí están las acciones.

“A mí me da pena que hayan ridiculizado la visita del Papa, a reducir que yo me hubiera quedado con una silla, tomando la magnitud de la visita del Papa. Fue otra cosa. Y el tema de esa silla es simple y sencillamente lo que nos refleja la forma en que el gobierno, el quinquenio maldito, reflejaba las cosas.

“Construir mentiras con notas espectaculares para estar engañando a la gente. Se engañó a la gente. Hoy todas las acusaciones de ese maldito gobierno se caen a pedazos. Todos los días ganamos acciones, amparos. Acabamos de ganar este lunes una no vinculación a una secretaria mía que por mentiras quería castigarla de nuevo. La semana pasada ganamos otros amparos.

“Y cada vez se va desmoronando, evidenciando que ese gobierno todo lo que hizo, lo hizo simple y sencillamente para descalificar. Por eso hago la referencia a que reducir un acto magno que alimentó el ánimo de millones de personas, que vino a coronar un esfuerzo por la seguridad, en la que recuperamos inversión, tranquilidad, seguridad.

“Que no se acuerdan del bombazo de Juárez, no se acuerdan de las matanzas adentro del Cereso, de las matanzas en todos lados, de los secuestros, de las extorsiones... del Juárez que recibimos, al Juárez que dejamos, hay mucha diferencia. Así es que lo hicimos de corazón, para coronar una obra, un sexenio que nos dedicamos a trabajar.

“Yo sabía de algo como esto que podía venir el Papa y pensaba luego en la utilidad para Chihuahua. Y también, si el pueblo de Chihuahua es mayoritariamente por mucho católico, ¿qué no es responsabilidad del gobernante también buscar las condiciones para lograr esa visita? Para eso representa al pueblo, para buscar las condiciones de un acercamiento con su líder espiritual máximo, que hoy se hace vigente, otra vez, después de nueve años”.

DE BUEN HUMOR DE PRINCIPIO A FIN

Duarte recuerda que acompañó al Papa desde la recepción hasta su despedida en el aeropuerto de Juárez, lapso durante el cual le sorprendió que siempre se mantuvo de buen humor, a pesar de que tenía molestias en la cadera, para lo cual le fue adaptado un carrito que lo pudiera transportar, vehículo que le gustó tanto que incluso se lo llevó de regalo en el avión.

Era un carrito, dice, que la familia Fuentes de Juárez facilitó para la gira, pero al ver que le había gustado, él decidió regalárselo, llamándole directamente al propietario para decirle; tiempo después, comenta, se enteró que la familia Fuentes fue al Vaticano a entregarle el título de la unidad.

La otra expresión que sorprendió a Duarte Jáquez fue, al entrar al Cereso, después de la recepción en la terminal aérea, que el Papa dijera: “Por qué ellos están presos y yo no”, frase con tremenda humildad y humanismo, que refleja, señala, ese especial interés que tenía Su Santidad en la gente recluida en las prisiones, como lo tenía también por los migrantes y otros seres humanos oprimidos o en desventaja.

Ahí en el Cereso donó el Cristo de cristal de la capilla, que permanece hasta la fecha y ha resistido toda la violencia criminal que ha marcado a la prisión; al entonces gobernador le dio de manera personal su solideo papal y unos rosarios para su familia, a la que bendijo en el lugar.

En este punto, Duarte se lleva la mano a la bolsa del pantalón y saca el rosario de su bolsa, envuelto en otra bolsita con sellos de recuerdo de la visita papal.

Del Cereso fueron al gimnasio del Colegio de Bachilleres, donde el evento, Encuentro con el Mundo del Trabajo, estaba organizado por la Arquidiócesis de Monterrey y contaba con la participación de asociaciones internacionales de trabajadores y sindicalistas. Fue ahí donde tuvo el tiempo privado con Francisco, improvisado por la falta de la llave para el baño; además de bromear, el Papa le llegó a preguntar si el problema de la migración estaba relacionado con el problema de la inseguridad y la violencia.

“Algo que a mí me llamó mucho la atención del Papa, es que con el ánimo que llegó a las 10 de la mañana al aeropuerto, con ese mismo ánimo se fue a las 12 de la noche, después del gentío que todo el día vio, saludos, misas, saludos, bendiciones, corre y corre, solón, calorón, polvaredas... como es Juárez, ya ven que en Juárez hay todos los climas el mismo día”, comenta.

--Sabemos todo lo público de la visita, ¿pero de qué más hablaron en privado?

“Es que tenía un humor impresionante. Tenía un sentido del humor, me platicó 20 cosas de un humor argentino, italiano, de todo, simpatiquísimo. Luego ya empezamos a platicar de la seguridad, me preguntaba mucho si los migrantes tenían que ver con inseguridad y que si había gente de otros países aquí haciendo eso. Ahí fue muy incisivo, sentí yo que él traía algo de información diferente a la que localmente teníamos. Y ya le platiqué qué habíamos hecho, cómo lo habíamos hecho.

“Me dijo: lo que yo acabo de ver no parece una cárcel mexicana, es más, ni siquiera se le parece a una argentina. Esa fue su expresión.

“Se nota que ahí está en parte el problema. Le dije: lo dijo muy claro. El aislamiento, sobre todo cuando se aíslan por adentro está lleno de corrupción... yo usaba mucho una frase en aquel momento y le llamó mucho la atención: en lugar de ser centros de readaptación o de rehabilitación, se convierten en universidades del crimen.

“El que entra por un robo del carro, sale graduado en secuestros o extorsiones”.

--¿Usted le pidió algo en particular al Papa?

“Que rezara por Chihuahua, nada más”.