En el pueblo mixteco de Tezoatlán de Segura y Luna ya no hay maroma. Se extinguió hace décadas junto con la figura del maromero, payaso poeta que hacía su espectáculo en verso.
Pero Rubén Luengas, compositor y fundador de Pasatono Orquesta, no quiso resignarse. Con Maroma, el espectáculo multidisciplinario que estrena junto con la compañía Idiotas Teatro, pretende evocar aquel circo campesino que conoció de niño.
"Esa maroma ya no existe. Se murieron los maromeros, se murió esa figura mítica", dice a propósito de Manuel Montes, el famoso maromero de su pueblo. Su cuaderno de versos, un verdadero tesoro literario con el que hacía las cantadas, cuenta la leyenda que fue robado y llevado a Estados Unidos.
Las maromas eran espectáculos ambulantes que mezclaban acrobacia, danza, teatro, música y poesía. Eran circos sin carpa ni animales, con una estética entre lo popular y lo surrealista.
"(La maroma) es una especie de circo, pero no es un circo; se hacían de noche, en el contexto de una fiesta patronal. Todo esto sucedía en ese ambiente festivo. Es un poco surrealista, felinesco".
Rubén Luengas
Compositor
"Es una especie de circo, pero no es un circo; se hacían de noche, en el contexto de una fiesta patronal. Todo esto sucedía en ese ambiente festivo. Es un poco surrealista, felinesco", describe Luengas.
El compositor llegó a la maroma por la música, ese recuerdo vago de su niñez emergió mientras hacía investigación etnomusicológica hace ya casi 30 años. Movido por la curiosidad por la música del circo tradicional, se dio cuenta de que, al menos en su comunidad, estaba prácticamente perdida.
Con Manuel Montes muerto y el cuaderno desaparecido, no se tenía una idea de la música de la maroma. Luengas decidió entonces sentarse a escribir. De ese primer acercamiento, cuando era un incipiente compositor, surgió Maromero, una de las piezas emblemáticas de Pasatono.
Una experiencia que retomó después en un juego que se inventó para acompañar a cualquier maroma que, imaginó, se encontraría en Tlahuitoltepec, la sierra mixe, El Jicaral o de cualquier pueblo: Los cuadernos de Maroma.
Una colección de 40 piezas musicales escritas como un "rompecabezas" que al fin estrena. Según el tipo de acto, cuerda floja, pantomima, trapecio, se eligen los trozos adecuados.
"Yo acomodaba mis cuadernos en trozos", comparte. En la mixteca, "trozo" se usa para hablar de un grupo grande de cabras o chivos para ser llevados de un lado al otro y Luengas se vale de esa analogía. "Es un juego de los dados, puedes formar un discurso musical diferente para cada maroma".
Un componente esencial del espectáculo es la poesía. Luengas dice que las cantadas que hacían los payasos eran consideradas excelsas, hermanadas con la poesía campesina de los grandes trovadores del centro y sur de México.
"Eran versos alejandrinos, dodecasílabos, en arte mayor, como le dicen los viejos no se reducía a los versos octosílabos más populares".
Esa poesía, asegura, está profundamente ligada a la naturaleza y a una cosmovisión indígena.
"Está llena de referentes metafóricos de las plantas, de las flores, de los ríos, de los lugares. Pero también es bastante existencialista. Hace preguntas sin respuesta, que los trovadores viejos llamaban 'argumentos'", explica.
Y recita uno de esos versos: "-Oiga, amigo cantador, usted que se presume de poeta y sabio, quiero que me diga quién fue la madre del diablo. -El diablo no tuvo madre, se llama Lucifer, lo creó el eterno padre y mucho cuidado con él. -Oiga, amigo cantador, usted que presume de recibir y mucho dar, quiero que me diga cuántas varas mide el sol y cuántas onzas pesa el mar".
El pintor oaxaqueño Sergio Hernández, conocedor de las historias y mitos alrededor de la maroma, intervino los tradicionales guácaros, vestimenta característica de los payasos de esta forma de circo campesino.
"Es una locura visual", asegura Luengas. En escena, la dirección corre a cargo de Cristian David y la dramaturgia es de Fernando Reyes, ambos de Idiotas Teatro.
Maroma es una experiencia inmersiva sin que se anuncie como tal.
"Nos vienen a vender estas cosas como súper innovadoras, pero en los pueblos las hemos vivido desde siempre, sin llamarlas así", ataja Luengas.
La obra tendrá temporada en la Ex Hacienda de San José Espacio Cultural, en Santa María Atzompa, Oaxaca, del sábado 19 al 27 de julio.
Pasatono Orquesta e Idiotas teatro planean presentarla en la Ciudad de México este mismo año.