En la semana previa, Sergio Sarmiento publicó en este espacio un valioso artículo sobre este herbicida. El presente abunda sobre el tema abordando aspectos que generalmente quedan en la penumbra provocada por la referencia a la cancelación temporal de la medida de política pública fundada en la idea del daño a la salud y el cuidado del medio ambiente que hacían imperativo impedir las importaciones del herbicida.
La revisión de la medida se basa en el reconocimiento de dos factores. Uno previsible, sin acceso al herbicida los grandes productores de grano, principalmente de maíz blanco de riego, verían mermada su capacidad productiva, toda vez que la eficacia por otros métodos de erradicación de malezas no son los suficientemente eficaces y económicas. Los parvifundistas de temporal, en general, no aplican el herbicida, lo cual explica parte de su baja productividad en la producción de maíz. Su aportación al mercado es escasa, pues principalmente se canaliza a satisfacer sus propias necesidades alimentarias. A la par, la capacidad de riego se ha visto afectada dada la persistente sequía. De este modo, el panorama de insuficiencia de producción nacional de granos espoleó la suspensión de la prohibición del glifosato.
El otro factor requiere repasar algunos hechos. El glifosato fue descubierto y patentado por la división agroquímica de Monsanto ---famosa también por las aplicaciones de ingeniería genética a la producción de plantas resistentes al herbicida, y de alto rendimiento, motivo por el cual se asoció con intenciones de control agrícola de los países en vías de desarrollo---. Monsanto fue adquirida por el conglomerado alemán Bayer, el cual está empeñado en encontrar un sustituto para glifosato. Estableciendo como meta lograrlo para 2028.
La oferta de herbicidas que tienen como ingrediente activo el glifosato ha crecido enormemente después que caducara la patente comercial de Monsanto (2000), lo cual ha favorecido la competencia entre las empresas de agroquímicas que producen herbicidas con la consecuente caída de los precios internacionales.
El glifosato inhibe la ruta de biosíntesis de aminoácidos aromáticos. Al ser ésta una ruta exclusiva de las plantas prácticamente no tiene toxicidad en animales. Para hacerse una idea, sustancias de uso común como la cafeína o el paracetamol tienen índices de toxicidad mayores que el glifosato.
Otra característica importante es que tiene una vida media muy corta (22 días) antes de biodegradarse en otras sustancias, sin toxicidad. Esto hace difícil que sus efectos acumulativos tengan un impacto significativo a medio y largo plazos. Aunque como es evidente, su uso intensivo tiene efectos sobre el entorno en el que se aplican, no serían propiamente tóxicos.
Actualmente, hay herbicidas y pesticidas en uso mucho más tóxicos que el glifosato. Las atrazinas, por ejemplo, se siguen usando y son más problemáticas medioambientalmente porque utilizan vías que no son exclusivas de las plantas y ataca a los anfibios erosionando el medio en el que se encuentran. También se sigue aplicando el Paraquat, un herbicida de uso relativamente común que es extremadamente tóxico para el ser humano y puede producir vómitos, quemaduras o problemas neurológicos serios. El por qué la atención se ha centrado sobre el glifosato, no está clara. Se puede suponer que debido a su éxito y al ser un producto de una trasnacional poderosa.
Para los científicos, no es lo mismo hoy que ayer. Los hallazgos cambian en función de la información relevante y las tecnologías disponibles. En consecuencia, los dictámenes científicos más recientes tienen mayor validez en cuanto los efectos de la aplicación del herbicida glifosato. En junio de 2022, los científicos de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) realizaron una evaluación independiente de los datos disponibles para el glifosato y encontraron: 1) No hay riesgos preocupantes para la salud humana por los usos actuales del glifosato. Los productos con glifosato utilizados de acuerdo con las instrucciones de la etiqueta no entrañan riesgos para los niños ni para los adultos. 2) No hay indicios de que los niños sean más sensibles al glifosato. Después de evaluar numerosos estudios de una variedad de fuentes, la Agencia no encontró indicios de que los niños sean más sensibles al glifosato por exposición intrauterina o posnatal. Como parte de la evaluación de riesgos para la salud humana, el Organismo evaluó a todas las poblaciones, incluidos los lactantes, los niños y las mujeres en edad fértil, y no encontró riesgos preocupantes por la ingestión de alimentos con residuos de glifosato. La EPA tampoco encontró riesgos preocupantes para los niños que ingresan o juegan en áreas residenciales tratadas con glifosato. 3) No hay evidencia de que el glifosato cause cáncer en humanos. La Agencia concluyó que no es probable que el glifosato sea cancerígeno para los seres humanos. La EPA consideró un conjunto de datos significativamente más extenso y relevante que la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC).
En diferentes formas, hemos sido testigos del avance acelerado de la bioingeniería y en particular la bioquímica, no obstante, y pese al compromiso expreso de las empresas del ramo para encontrar un sustituto del glifosato, cuya inocuidad este libre de efectos nocivos para el humano y el medio ambiente, no ha sido posible encontrarlo. Bayer, con su capacidad científica, instalaciones especializadas y recursos canalizados al propósito, presume que podrá lograrlo para 2028. En consecuencia, los productores agrícolas de alto rendimiento, de todo el mundo, seguirán dependiendo de los resultados que alcancen las grandes empresas trasnacionales del ramo, para encontrar los nuevos sustitutos del glifosato. El gobierno federal mexicano deberá obviar por ese lapso, las prohibiciones de importación de agroquímicos con glifosato.