¡Piensa fuerte! ¡piensa con ganas! si no quieres pensar tú, otros muy seguramente lo harán por ti, y lo que te digan no siempre será la verdad, muchas veces ese “saber” o dichos de otros estarán impregnados de ideologías o afirmaciones gratuitas, sin sustento alguno.
Cuando digo pensar fuerte me refiero a que busques aquel conocimiento sobre el que Aristóteles decía es “el más perfecto de los modos de conocimiento [1] esto es la sabiduría, está trata sobre las primeras causas y principios[2] de todo cuanto existe.
Una persona que piensa así, busca el conocimiento profundo y cierto en las causas de las cosas, por ejemplo, busca el origen y finalidad real y verdadero del Derecho, de la Ética, del Poder Judicial, de la Universidad, una computadora, etc., se pregunta ¿porqué son así y no de otro modo? al responderse correctamente le da certeza y seguridad.
Las personas que buscan este tipo de conocimiento, al igual que la filosofía, causan ronchas o inquietan a algunos políticos y docentes o a todo aquel que pretende imponer una ideología por la mentalidad utilitaria y comodina que tiene, que quieren y se esfuerzan por introducir ideas sin sustento científico, solo por intereses ajenos a la sociedad, porque lo dijo tal autor sin sustento alguno.
Este tipo de personas quieren resolver todo con conocimiento empírico, y desde ahí sustentar todo; algunos detestan el conocimiento filosófico o científico, los conceptos y teorías a las que llaman “viejas” y “rígidas”, porque a su juicio no sirven a la gente o a los alumnos; rematan diciendo que nos los impusieron, unos lo llaman conocimiento eurocéntrico porque afirman vienen desde Europa, otros afirman que viene de occidente; nunca precisan a que se refieren con occidente; total, como si la filosofía, los conceptos o teorías  universales y en general el conocimiento verdadero tuvieran nacionalidad. 
Por eso insisto, hay que ¡pensar fuerte y con ganas!, qué de malo tiene dijo Vicente Fernández, que los europeos, los occidentales, los mexicanos y los chihuahuense busquemos la verdad, las causas de las cosas, sus fundamentos últimos, ¿por qué son de un modo y no de otro?  entendiendo como lo precisó Aristóteles que causa es todo principio del ser, del cual depende realmente de alguna manera la existencia de un ente (cosa) contingente.
Dónde está lo viejo y rígido cuando los griegos, los italianos, los españoles y los mexicanos, afirmamos que: “todo lo que empieza a existir tiene una causa”, un principio u origen; por ejemplo: ¿el lápiz apareció en la naturaleza así nomás? Me dirás ¡claro que no! fue un inventor la causa de que exista, éste con su acción modificó ciertos materiales que existen en la naturaleza; bueno pues a esto se le llama causa eficiente, porque el inventor con su actuar desencadenó el proceso que hizo posible que el lápiz empezara a existir.
Una vez que observas el lápiz te preguntas ¿de qué está hecho? y te respondes: de madera con una barra de grafito en su interior; a eso en Grecia, Italia, España y México se le llama causa material, es decir, de lo que está hecha la cosa, el lápiz.
Y te sigues cuestionando ¿qué hace diferente al lápiz del bolígrafo y de los pincelines? y reconoces: que es de madera y grafito cuyo trazo se puede borrar; a esto se le llama causa formal, esto es, lo que lo especifica como lápiz; de tal modo que si le introducimos a la madera tinta, dejaría de ser lápiz y en realidad sería un bolígrafo de tinta hecho en madera; entonces el elemento esencial por el que es lápiz y no otra cosa es el grafito en unión con la madera.
Finalmente, te preguntas ¿qué objetivo o función tiene el lápiz? Y concluyes: ser un instrumento para escribir, marcar o dibujar trazos que se pueden borrar; a esto se le llama causa final, es decir, es el propósito que la causa eficiente, el inventor, le fijó al lápiz cumplir o alcanzar.
¿Interesante verdad? ahora responde sinceramente: ¿cuál es la causa material, eficiente, formal y final del ser humano? ¡Ay sí! ¿a poco apareció de la nada?
[1] Ética a Nicómaco, VI 7, 1141ª14.
[2] Metafísica, I, 2, 981b25.