Diversos ex presidentes pertenecientes a la organización llamada Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), entre otros Vicente Fox de México, pretendieron ingresar vía aérea a Venezuela supuestamente como “observadores internacionales” de las elecciones presidenciales del país sudamericano, lo que les fue negado.
Por supuesto que para tener ese carácter de observador o visitador extranjero en un proceso electoral de determinado país, un requisito insoslayable lo es el mostrar imparcialidad, objetividad y respeto total por la contienda electoral que le es propia, en este caso, de los venezolanos, pero en el caso del señor Fox y de otros ex mandatarios, era más bien activismo político de derecha y de ultraderecha lo que les motiva.
En cuanto al locuaz Chente Fox, es consabido su repudio a todo lo que huela a socialismo o izquierda, lo que demostró con el “comes y te vas” que vergonzosamente aplicó a una respetable figura como Fidel Castro. Además, su insistencia en que con López Obrador estaríamos —y estamos— los mexicanos, según él, en un régimen dictatorial y de pobreza como el que dice se vive en Cuba, Nicaragua y Venezuela, es algo que definitivamente no le abriría en esta ocasión las puertas de la última de las naciones.
Respecto de Marko Cortés, quien a duras penas dirige el PAN, él sí logró ingresar a territorio venezolano, pero con los antecedentes de odio hacia esa nación, pues qué podía esperarse, al no ser un observador o visitador extranjero con las características mencionadas, pues fue expulsado de ese país.
Por otra parte, no hay que olvidar el intentó burdamente antidemocrático para imponer al tal Juan Guaidó como presidente de Venezuela, como mero títere de los EEUU, y que en forma irrisoria fue formalmente reconocido con tal carácter por el propio Senado estadounidense, por la Unión Europea y por otros países. Recibió millones de dólares para ayuda humanitaria en su país, de los que después se le acusó de habérselos embolsado para beneficio propio. ¿Dónde quedó ese supuesto presidente?
Seguramente la pretendida intervención de Fox y de Cortés en las referidas elecciones, sería para asesorar a la derecha venezolana como lo hicieron con Xóchitl Gálvez, así como para imponer encuestas de ensueño y denostar a diestra y siniestra a los adversarios. Pero bueno, le estamos dando mucha importancia a lo que les pasó a estos dos sujetos, algo que no merecen.
Aún y cuando la diferencia entre el primer y segundo lugar no resultó muy amplia, esto es, Nicolás Maduro obtuvo el 51.20% y Edmundo González 44%, lo que demuestra competencia y aceptación de avance de la oposición, diversos países de la región están solicitando una reunión urgente de la incompetente y vendida OEA, para exigir una revisión completa de los resultados. ¿Una violación a la soberanía nacional?
Para la derecha internacional, de una arraigada intolerancia, desconsideración y abusos hacia todo lo que implique pobreza o vulnerabilidad social, por ningún motivo estarán dispuestos a aceptar que los pueblos concedan la razón o prefieran a los regímenes de izquierda que sí pretenden el progreso para los más necesitados.
En tal virtud, es que revoluciones como la cubana no han tenido el éxito que debieran, para ofrecer a su población una calidad de vida digna, ya que han estado bloqueados por países como EEUU (eso si no lo ve ni condena la derecha), lo que, por más esfuerzo gubernamental y social que se dedique, con un enemigo tan poderoso, es por demás difícil obtener el éxito acorde con sus pueblos tan heroicos.
Ahora bien, desde el exterior se exige el derrocamiento de los gobiernos de países como los antes referidos (Cuba, Nicaragua y Venezuela), pero la gran interrogante es qué rumbo tomarían en el supuesto de que eso sucediera. ¿Los pueblos volverían a la explotación y a la podredumbre de antes? ¿Volverían los gobiernos complacientes de los gringos? ¿Reaparecería el analfabetismo y la ignorancia? No seamos inocentes, los capitalistas no tienen amigos, solo intereses que no son acordes con los pueblos del mundo.
Como sucedió en México, en donde en las elecciones presidenciales pasadas se evidenció lo perverso que pueden llegar a ser los conservadores, para nada resulta razonable conceder los deseos de quienes, desde el interior y el exterior, piensan y actúan distinto a la mayoría del electorado venezolano.