El lenguaje es dinámico y evoluciona o se degrada según el uso que cada sociedad le va dando. En el caso del español, tenemos una Real Academia Española que promueve normas de regularización lingüística con el propósito de que haya unidad en el lenguaje que usamos. De otra forma, los mexicanos no podríamos entendernos con los peruanos a pesar de hablar el mismo idioma, situación que se da, por ejemplo, entre los alemanes y los suizos que hablan alemán.
La RAE atiende principalmente a los fenómenos lingüísticos que se van dando, flexibilizando o robusteciendo distintas expresiones que utilizamos en nuestra lengua. No impone normas, pero establece márgenes para usar la lengua y poder entendernos.
México es un país que lee poco. Esta situación deriva en que el lenguaje que se utiliza muchas veces se va pervirtiendo. De ahí la importancia de la RAE.
El feminismo radical ha llevado a la discusión pública el hecho de que el plural masculino no sea utilizado para abarcar ambos géneros. Antes se podía decir “todos los abogados”, pero ahora, un sector de la población demanda que se hable de “abogados y abogadas”. Incluso los sectores más ‘progresistas’ (que tienden a ser más conservadores) pedirían que se incluyera también a los “abogades” para aquellas personas que no se identifiquen con ningún género.
Es decir, llevamos años perdiendo el tiempo en discusiones estériles para dar gusto a minorías gritonas.
En días recientes se ha desatado una discusión respecto a si se debe utilizar el concepto “presidente” o “presidenta” para referirse a quien ostenta ese cargo siendo mujer. Hace muchos años no era reconocido el concepto “presidenta”. Sin embargo, derivado del uso cotidiano, la RAE fue flexibilizando y admite su uso.
El concepto “presidente” deriva del participio activo “el que preside” al igual que “estudiante” significa “el que estudia” y “manifestante” significa “el que se manifiesta”.
Creo que todos tenemos el derecho de expresarnos como mejor nos parezca. Si alguien le quiere llamar a Sheinbaum “presidente” estaría en lo correcto. Si le quiere llamar “presidenta” también lo estaría. Para aquellos que utilizan el concepto “presidenta”, en congruencia con ese uso, creo deben adaptar su lenguaje. Por ejemplo, respecto a Claudia Sheinbaum, podemos hablar un poco de su historia.
Los abuelos de Claudia Sheinbaum inmigraron a México desde Europa del Este, a raíz del Holocausto. Su abuela, Mazalmadlem Cemo obtuvo el carácter de ‘inmigranta’ cuando llegó a México por ahí de 1940. Su madre, Annie Pardo Cemo es una ‘docenta’ muy reconocida en el ámbito universitario de la UNAM. Fue una madre ‘exigenta’ con sus hijos, inculcándoles el valor de la educación. Claudia desde muy pequeña fue vista como una ‘estudianta sobresalienta’. Siempre fue una niña y ‘adolescenta’ muy ‘sonrienta’ según dicen quienes la conocieron en su juventud.
Desde que era ‘estudianta’ fue ‘asistenta’ a diversas manifestaciones pacíficas, por lo que también era ‘manifestanta’. A esas protestas acudía acompañada de otras ‘protestantas’ para alzar la voz. Muchos la reconocen como una mujer ‘valienta’.
Sheinbaum no es ninguna ‘ignoranta’ pues ha dedicado su vida al estudio y a la academia, siendo ‘docenta’ en la UNAM, y ‘ponenta’ en diversos foros en los que ha fungido como ‘participanta’ o incluso como ‘asistenta’ o como ‘oyenta’. Es decir, Sheinbaum es una persona ‘pensanta’.
Su carrera política ha ido en ascenso, siendo ‘militanta’ de Morena, partido que la postuló como candidata a alcaldesa de Tlalpan y Jefa de Gobierno. Estos dos fueron sus primeros dos cargos donde fue ‘representanta’ de los capitalinos.
En estos dos cargos la acusaron del colapso del Colegio Rébsamen y de la caída de la Línea 12 del metro, pero en ambas investigaciones se concluyó que era ‘inocenta’ de las acusaciones que sus ‘atacantas’ le formularon. Ante estos ataques, Sheinbaum siempre fue ‘prudenta’ en su actuación.
Cuando era jefa de Gobierno, donó dos meses de su salario durante la pandemia, por lo que ha sido ‘donanta’ de causas justas. Desde ese cargo se convirtió en una de las mujeres más ‘influyentas’ en el gobierno de López Obrador.
Siendo jefa de Gobierno promovió actividades culturales, como el concierto de Rosalía y de otras ‘cantantas’ que fueron contratadas por el gobierno de la Ciudad de México. En esos eventos debía de haber fuerte presencia de policías y ‘policíos’ para erradicar la presencia de ‘asaltantas’ ‘delincuentas’ y ‘maleantas’ que pudiera haber en esa zona. Hoy por hoy es ‘presidenta’ y ‘comandanta’ suprema de las Fuerzas Armadas, incluidas todas ‘cabas’ del Ejército.
Como usted podrá advertir, estimado lector, resulta complicado leer el anterior ejemplo atendiendo a la corriente que insiste en llamar “presidenta” a Sheinbaum.
La insistencia de esto deriva precisamente de la lucha feminista que cree que por llamarle “presidenta” a la “presidente” se erradican todas las formas de violencia contra la mujer. Incluso veo en la comentocracia una enorme emoción por el hecho de que la mandataria es mujer, como si por ese solo hecho las cosas fueran a ser distintas. Los cromosomas XX o XY nada tienen que ver en la capacidad para gobernar. Quien así lo vea, discrimina al otro género atendiendo estrictamente a criterios genitales.
Por otro lado, las feministas están felices porque una mujer gobierna. Sin embargo, no se debe perder de vista que esa mujer que llegó al poder, llegó impulsada con todo el aparato del Estado que encabezaba un hombre, quien por cierto, le dejó un Congreso afín a él y no a ella, con un partido controlado por él y no por ella. Y que incluso, dos días antes de dejar el poder, decretó que ella (ya ocupando la presidencia) iría a Acapulco a verificar los daños del huracán que recientemente azotó al puerto. Es decir, Sheinbaum es beneficiaria del patriarcado que tanto satanizan las feministas.
¿De verdad creen que existe forma distinta de gobernar si se trata de un hombre o si se trata de una mujer? ¿La Ciudad de México es más segura para las mujeres? ¿Lo es Chihuahua, Baja California, Campeche, o cualquier entidad gobernada por mujeres?
Esa narrativa sexista en nada abona a corregir los problemas que se padecen en nuestro país. Hay hombres y mujeres muy capaces, pero su capacidad no depende de si son hombres o mujeres, sino de otros factores que nada tienen que ver. Pensar que por el hecho de ser mujeres gobernarán mejor es tan retrógrada como aquellas épocas donde se creía que los hombres debían gobernar. El día que dejemos de concentrarnos en ese tema (que en lo personal me parece una nimiedad) nos daremos cuenta que México tiene problemas más complejos que atender.
Se trate de la presidente o de la presidenta, México enfrenta una enorme crisis de seguridad en prácticamente todo el territorio. La militarización emprendida por López Obrador no tiene como fin pacificar el país, sino controlarlo para sus propios fines perversos. La reforma judicial pone en riesgo la libertad y seguridad jurídica de millones de mexicanos, así como la economía pues ahuyenta la inversión. Las finanzas públicas están completamente quebradas y devastadas. Los hospitales públicos no tienen la capacidad de atender a todos los derechohabientes que hay en el país.
En resumen, México se encuentra en uno de los peores momentos de su historia. Y a pesar de ello, y de que el país está en llamas, hay quienes creen que lo importante es que gobierne una mujer. En lo personal me resulta secundario (o incluso terciario) el género de quien gobierne. Igualmente, he votado por hombres o mujeres y nunca el género ha sido un elemento para tomar en consideración en esa decisión comicial. Lo que importa es que quien gobierne tenga la capacidad de enfrentar y atender los retos de este país, al margen de si se trata de un hombre o de una mujer.
Opinión
Viernes 11 Oct 2024, 06:30
Presidente o presidenta
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Sixto Duarte
