“Que cosas tiene la vida, Mariana.
Que cosas tiene la vida.
Cuando más alto volamos, Mariana,
Nos duele más la caída”.

Recordando la bella melodía del gran cantautor y poeta Alberto Cortez, abro mi escrito como paradoja a mi columna del 23 de abril de 2025 intitulada “Hay buenas noticias en seguridad”.
Por ingenuo o iluso quise compartir, aun con dudas, las cifras de disminución de los homicidios dolosos en el país y en el estado de Chihuahua.
Ha sido tanto tiempo padeciendo las escalofriantes cifras de muertos que dejan los enfrentamientos y ejecuciones del crimen organizado, entre ellos y en contra de las fuerzas del orden que, por fin, insisto, con dudas sobre los informes oficiales, sentí ese deseo ciudadano de creer y compartir las buenas nuevas.
Créanme amables lectores que pensé mucho en el título de mi columna, por las dudas que persisten sobre los informes debido a la escasa credibilidad que se tiene de las autoridades, pero también me pareció justo otorgarles el beneficio de la duda.
No me desdigo de lo que plantee en la colaboración anterior, por el contrario, asumiendo la responsabilidad que tengo con la objetividad y con los lectores que generosamente dedican tiempo a mis colaboraciones en alcontacto.com.mx y Diario de Chihuahua, actualizo mis puntos de vista.
Paradójica y lamentablemente, la tarde del miércoles 23 de abril después de haber enviado mi columna a la redacción editorial de Diario de Chihuahua, el infierno regresó a las calles y a las carreteras de Chihuahua, Jalisco, Michoacán y Guanajuato.
Siete homicidios la tarde del miércoles. Tres en Chihuahua, dos en Juárez, uno en Aldama y otro en Cuauhtémoc opacaron las declaraciones del Fiscal del estado y de la presidencia de la ex república, sobre la disminución de los homicidios dolosos en el país.
Sobre los narcobloqueos simultáneos en Michoacán, Guanajuato y Jalisco la titular del ejecutivo federal solo atinó a decir que no hubo detenciones y que “Fue conflicto entre dos grupos”.
En serio, ya no sé si reír o llorar por los continuos dislates que la mandataria federal dice cada vez que quiere minimizar o pasar por alto la constante nota roja que firman los “grupos”, como ella los define, que evidencia la falta de un plan definido y eficaz para recuperar de a deveras la paz en México.
Por más que se quiera construir una nueva realidad en materia de seguridad, la verdad es que el ejecutivo federal solo tiene la narrativa oficial, pero el crimen organizado es quien tiene la última palabra.
Triste, decepcionante y trágico.
En otro contexto, no menos importante, es el aumento de contagios de sarampión en el estado de Chihuahua.
Hasta hoy jueves 24 de abril los contagios se habían elevado más de 500.
La secretaria de salud estatal sigue de cerca la situación, de hecho, la campaña de vacunación para infantes y hasta adultos de 39 años está en marcha, eso puede constatarse en los centros de salud y en los supermercados.
La preocupación por el aumento de contagios también se nota en los comercios, supermercados y tiendas departamentales donde los empleados están usando cubrebocas como medida responsable para evitar mayor propagación del altamente contagioso virus.
La secretaria de salud, federal y estatal ya tenían conocimiento desde finales del año pasado de que había brote de sarampión en Texas.
El primer caso en Chihuahua se dio hace meses en Cuauhtémoc, y desde esa ocasión aumentaron los contagios hasta ocupar el primer lugar nacional.
Si no quisieron tomar medidas para no alertar a la población, porque es costumbre de los gobernantes -quizás por recomendación de sus asesores pinoleros- anteponer el maquillaje y la imagen a la responsabilidad gubernamental; la realidad los arrastró hasta una posible negligencia.
Mientras que las autoridades sanitarias tratan de contener el avance de los contagios, los patrones están haciendo lo suyo, es decir, pedir a sus empleados que usen cubrebocas. Los ciudadanos en general deberíamos secundar la responsable acción.
No se trata de generar alarma, ok, pero tampoco se vale curarse en salud aventándole la culpa a los antivacunas. Eso realmente es ridículo, y peligroso por las fatalidades que resulten de los contagios.
Apenas se puede creer que los influencers pertenecientes a esa corriente fuesen más poderosos que el Estado mismo para incidir en la población.
Dejen de chuparse el dedo y soltar cabos. No hay enemigos imaginarios, sino conjeturas tontas de quienes propalan chismes de lavadero y venden burbujas.
Es cuanto.