Primero lo primero: México sigue adelante en la irracional y ya perdida guerra comercial impulsada por Trump. Esa derrota favorece a México. Ante su visible fracaso frente a China y por la enorme presión del pueblo estadounidense, volcado en las calles exigiendo su destitución inmediata, Trump comenzó a retroceder erráticamente en su política arancelaria. Lo mismo ocurrirá con México: aunque impuso un 20% de aranceles, ya manifestó que cederá también en ese frente. Máxime que ahora sabe que el Tren Interoceánico es mejor para el comercio internacional que el Canal de Panamá. Está muy presionado, nervioso, urgido por encontrar una forma de retroceder sin perder aún más de la legitimidad popular y mundial que ya ha visto mermada.
Bien se lo advirtió Claudia Sheinbaum: “No haga esa guerra arancelaria, se va a dar un tiro en el pie”. No quiso atender la verdad, y ahora sufre las consecuencias.
En efecto, ha hecho trizas la economía del pueblo estadounidense y al Partido Republicano; la inflación y el desempleo se agudizan, al igual que la represión a la libertad de expresión, opinión y reunión. Se han impuesto restricciones autoritarias a la libertad de pensamiento, represión a las universidades públicas y privadas, a la libertad de cátedra, persecución ideológica y económica contra las instituciones educativas. Se reportan secuestros de migrantes y hasta de connacionales internados ilegalmente en cárceles de Ecuador y Guantánamo como si fueran terroristas. A ello se suman las amenazas de destituir a jueces que lo constriñen a respetar la Constitución, la desaparición de programas sociales para pensionados y policías, la cancelación de becas universitarias y de programas de salud pública. No sólo no han disminuido los ataques a los derechos sociales, sino que han aumentado, dejando claro que en Estados Unidos gobierna un tirano, cabeza de una oligarquía sedienta de poder y dinero.
La crueldad que ha mostrado Trump contra el mundo y su propio pueblo excede cualquier otro mal ejemplo de gobernante en la historia estadounidense. Está llevando la crisis económica, que él mismo generó, a niveles similares a los de la Gran Depresión de los años 30. Da la impresión de que Trump goza imponiendo sufrimiento a países socios y al pueblo que lo llevó al poder.
Por eso el pueblo estadounidense exige su destitución inmediata. Está en las calles, protestando contra su irracional forma de gobernar, con aberrantes “órdenes ejecutivas” cada vez más crueles. Sólo un 35% de la población lo apoya. No sólo están decepcionados, sino encolerizados, movilizados contra esa oligarquía fascista y deshumanizada, que ha sido descubierta a mitad del río, haciendo estafas en Wall Street y firmando decretos inhumanos.
Volviendo a México, esta semana ocurrieron sucesos importantes. Un pequeño grupo de diputados federales, comandados por Ricardo Monreal, exigió la destitución de la secretaria de Bienestar, Ariadna Montiel, a quien la presidenta de México y el propio López Obrador consideran “un pilar del gobierno de la transformación”.
Pero Ariadna Montiel es también la más fuerte candidata de Morena a la gubernatura de Chihuahua, si ella así lo decidiera. “Los tiempos electorales” lo dirán.
En ese contexto, ha causado indignación el absurdo amparo concedido al exgobernador perredista Silvano Aureoles, con una vergonzosa fianza de 52 mil pesos, “para que no sea detenido con cualquier otra orden de aprehensión”, pese a estar acusado de peculado por 2,500 millones de pesos. La resolución del juez décimo del Distrito Federal ha desatado el repudio popular contra la ministra Norma Piña y el Poder Judicial.
Otro suceso relevante fue el debate por la Ley de Telecomunicaciones, que busca esencialmente “regular la publicación de propaganda en medios de comunicación y digitales cuando provienen de un gobierno extranjero”. El tema generó un escándalo encabezado por “Ricky Riquín Canallín” y compañía en el Senado. Sin embargo, la presidenta Claudia intervino de inmediato, comprometiéndose a modificar cualquier artículo que dé la impresión de coartar o censurar la libertad de expresión en cualquier espacio mediático. Así se apagó la rabieta injustificada del senador prianista, de quien se dice que “tiene orden de aprehensión por recibir dinero para aprobar la entrega del petróleo a la empresa extranjera Odebrecht”. Pero tiene fuero.
En este escenario, la gobernadora de Chihuahua sigue consolidando su relación con la presidenta de México. Aunque ese acercamiento sea “institucional”, ha generado “comentarios” entre ciertos grupos del PRIAN local, que ya perciben lo difícil que será conservar la gubernatura ante un Morena que, según todas las encuestas, muestra una clara tendencia de crecimiento electoral. La fuerza progresista continúa aumentando su preferencia popular, con una estructura electoral sólida y en expansión. Así está la política en Chihuahua.
Volviendo a Trump, es importante destacar que ¡lo volvió a hacer!: sus empresas financieras cometieron otra estafa en Wall Street. Analistas bursátiles han detectado una nueva operación fraudulenta. Igual que hace veinte días, provocaron la caída de la bolsa tras declarar Trump que “iba a destituir a Powell de la FED”. Los inversionistas, apanicados, vendieron sus acciones a precios de remate. Luego, el grupo trumpista, experto en estos “juegos” financieros, esperó la señal clave para comprar. Esta llegó el miércoles, cuando Trump afirmó que “nunca ha querido destituir a Powell”. Como por arte de magia, empezaron a vender las acciones que habían comprado baratísimas. La bolsa subió, y la oligarquía se hizo aún más multimillonaria.
Es evidente el modus operandi ilícito, que se ha vuelto costumbre entre los trumpistas. Supuestamente, el FBI ya investiga este delito financiero, de consecuencias aún incuantificables. En esta nueva estafa, no cometieron el error anterior de divulgar cuánto dinero ganaron.
Cabe señalar que, minutos antes de lanzar la señal a sus socios, Trump se había reunido con los dueños de las empresas comerciales globales más importantes, quienes le exigieron retroceder en su guerra comercial, ya que “los está llevando a la quiebra inminente”. Esa circunstancia fue el pretexto perfecto para legalizar la estafa ya en marcha.