Dedicado a mis alumnos del curso de Cultura e Identidad de la Universidad Pedagógica Nacional, por sus efemérides. Gracias por su esfuerzo.
G.A.L.D.

LA REALIDAD Y LA CULTURA MOLDEAN LA IDENTIDAD

La vida es lo que hacemos de ella, porque así la construimos: con nuestros sueños, afanes y amores; pero también la destruimos con nuestros miedos, indecisiones y errores.

Nada como el fin de año para hacer balance de lo realizado, de lo que está por hacerse y de aquello que más nos cuesta: lo que aún no emprendemos por la causa que sea —falta de confianza, temor o comodidad— al suponer que nada hay por hacer. Esta es una reflexión singular, quizá para mí, quizá para usted, sobre lo que vale la pena considerar en esta tregua que inició hace apenas unas horas con la celebración de Guadalupe, la llamada Patrona de América, ícono de la fe y la religión mariana en nuestro México y en toda Latinoamérica, además de los Estados Unidos e Hispanoamérica, por donde la devoción al culto de la también llamada Morenita del Tepeyac se deja sentir.

Así las cosas, ni Trump ni sus aranceles frenan sus quereres, ya que la devoción por ella no conoce fronteras. Es lo mismo en Los Ángeles que en el Bronx o Harlem, y en Texas que en Nuevo México. ¿Y cómo no iba a ser así?, si la honda raíz del culto a la Virgen de Guadalupe ya existía en los siglos XVI y XVII, cuando los actuales Estados Unidos eran solo tierra de indígenas y colonizadores hispanos, sin presencia sajona alguna que pudiera advertirse en el rostro de lo que hoy llamamos norteamericanos. Así las cosas.

Desde ahí arranca y cerrará el 6 de enero con la llegada de los Reyes Magos. No hablaré aquí del advenedizo Santa Claus, quien aparecerá después posesionándose de este tiempo y dándole un toque mercantil a las fechas. Sin embargo, entre estos extremos de carencias y tradiciones tan legítimas para el devoto que transita en su peregrinar —peregrinar que en los días cercanos y durante el 12 de diciembre de cada año lleva, como ha hecho en este, a más de 13 millones y medio de peregrinos al Santuario de Guadalupe— y el niño que un 5 de enero por la noche deja con anhelo su zapato para los regalos de los Reyes Magos, se dibuja el otro extremo del llamado coloquialmente maratón Guadalupe-Reyes.

Este maratón, en algunos casos, se refiere a lo gastronómico, ya que toda la cocina se desborda en el disfrute de la vitamina T: tacos, tamales, tostadas, etcétera. El ánimo festivo también se abre, ya sea en el descorche y, en ocasiones, se desborda en el consumo sin freno de bebidas. En ello veo la similitud que me hace apreciar esta época como un cierre de semana en el antro, cuando, queriendo evadir la realidad, se suele dar rienda suelta al afán de beber para hacer desaparecer los malos tiempos; pero, oh sorpresa, las penas han aprendido a nadar y las cervezas y licores no las pueden, ni ahora ni nunca, ahogar.

Si queremos expandir las fechas festivas y gastronómicas, el momento cumbre de la vitamina T y los tamales es la celebración de la Candelaria, el 2 de febrero, que será el colofón gastronómico de fe que dará paso a comenzar otro año de empeños, afanes y luchas, que tendrán en diciembre la tregua que llamamos Navidad.

Hasta aquí esta reflexión. Ahora voy a compartir una serie de pensamientos más bien alentadores, porque la temporada, como todo cierre, si bien trae alegría y regocijo para quienes reciben con júbilo y aguinaldo las fechas, es, en contrapunto, un momento de tristeza para quienes, por motivos de salud, violencia o adversidad en cualquiera de sus rostros, padecen ausencias, dolores o sufrimientos.

Aquí, hoy, antes de que lleguemos a la semana próxima, cuando me permitiré hablar de un eje por algunos olvidado de la temporada —sobre todo por quienes esencialmente se ocupan y preocupan por regalar cosas materiales sin hacer un esfuerzo por darse ellos mismos, ya sea en servicio y amor genuino a personas, a su familia o a causas valiosas para todos—, ese eje, a veces ausente para unos y en otros siempre presente, es el llamado Niño de Belén.

Daré algunas reflexiones que nos lleven a acercarnos, si así lo deseamos, a hacer de Él el eje de nuestra temporada navideña. Es una propuesta y cada quien asume y toma de ella lo que le sea de agrado.

Las frases seleccionadas hoy son generales y abordan un tema vigente: la violencia.

Hay violencia en las relaciones familiares: problemas entre los padres; entre padres e hijos; conflictos por diferencias generacionales. Tengamos siempre presente que construir la paz es buscar la reconciliación con mis seres queridos.

Hay violencia cuando discriminamos a los pobres, a los débiles, a quienes no tienen nuestra educación, nuestro color de piel o nuestra posición social. Construir la paz entraña respeto por mis semejantes.

Hay violencia cuando no respetamos las diferentes opiniones; cuando despreciamos a otro, otra u otre por diferencias de género. Construir la paz implica respetar, valorar y potenciar las diferencias enriquecedoras.

Hay violencia cuando destruimos el medio ambiente: con la basura que tiramos, con el aire que contaminamos, con los animales que maltratamos, con el agua que desperdiciamos. Estamos acabando con nuestra casa. Construir la paz nos pide cuidar, defender y cultivar nuestro hogar común, que es el planeta entero.

Hay violencia en la injusticia, la corrupción, la impunidad y la violación de los derechos humanos. La paz se construye si se defiende, como valor más importante, la vida humana en todas sus formas. ¡Tenemos derecho a vivir!

COROLARIO

Como en el fin de semana, la temporada del año que llamamos navideña nos traerá el remanso que construyamos personal y familiarmente. Es muy probable que, si en este tiempo hacemos de la comunicación, la empatía y la meditación nuestras aliadas, logremos algo que todos anhelamos con justicia: la paz en nuestro corazón.

Que así sea.

Continuará…