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Vaya arrimón de lumbre que le puso Donald Trump a Claudia Sheinbaum.

Sin querer queriendo, parafraseando al Chavo del 8, el presidente norteamericano acusó al Gobierno mexicano de alianza con el crimen organizado, pero lo hace en un fin de semana largo para los mexicanos, precisamente cuando el régimen, fiel al estilo del viejo PRI, mayoriteó en complicidad con Movimiento Ciudadano (MC) la reforma al Infonavit.

Aunado a las presiones arancelarias impuestas que seguramente desatarán una guerra comercial entre ambos países, con consecuencias más adversas para el nuestro y un posible tortuoso litigio del T-MEC, Trump confirmó un rumor que corría en México desde las elecciones para gobernador en varias entidades.

Las sospechas de que el gobierno de López Obrador habría pactado con el crimen organizado surgieron desde que ordenó dejar de perseguirlos e investigarlos con su política pública de abrazos, no balazos.

Las sospechas aumentaron cuando, en un operativo militar para respaldar el cumplimiento de una orden de aprehensión en contra del narcotraficante e hijo del Chapo Guzmán, Ovidio, el presidente ordenó inmediatamente que lo soltaran.

La posterior reunión de Andrés Manuel con la mamá y abuela de los temidos narcos dio pie para que las sospechas cobraran mayor fuerza.

Tras las elecciones estatales donde Morena se hizo de las gubernaturas de Sinaloa, Guerrero, Michoacán, Sonora, Nayarit, SLP, Colima y Tamaulipas, en el sentir de la población ya no había dudas de esa inmoral alianza electoral.

Como distractor, el régimen de la 4T trató de desviar la atención hacia el juicio de Genaro García Luna, el exsecretario de Seguridad Pública durante el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa; acusado de narcotráfico en los Estados Unidos.

García Luna, cuyo excolaborador Omar García Harfurch se desempeña en el mismo cargo con Claudia Sheinbaum, ya fue sentenciado a 38 años de prisión.

Sin embargo, pese a la insistencia de AMLO por involucrar a FCH con los enjuagues de su secretario de Seguridad Pública, ni el juez federal gringo que sentenció al exfuncionario federal ni la administración de Joe Biden secundaron las acusaciones del mandatario mexicano.

A diferencia de su antecesor, Trump sí acusó directamente al Gobierno mexicano de aliarse con el crimen organizado que, cierto o no, embona con la orden ejecutiva de declarar como terroristas a los cárteles que operan en México

La grave acusación del presidente norteamericano es temeraria y abre pauta para que, eventualmente, ordene la captura de narcotraficantes en suelo mexicano.

Si en algún momento se pensó que los amagos de Trump en contra del gobierno de Sheinbaum se quedarían en eso, al parecer fue una equivocación.

Quizá la presión de la deportación masiva de indocumentados pase a segundo plano, ya que el impacto mediático surtió sus efectos, pero los alcances se quedaron muy lejos debido a lo costoso de los operativos.

Ahora Trump refuerza su plan b, de aplicar aranceles a las exportaciones desde México, con el argumento del tráfico de fentanilo hacia territorio estadounidense, el cual está íntimamente ligado con la declaración de terrorismo de los cárteles y de la alianza del gobierno de la 4T con éstos.

Por más que la titular del Ejecutivo federal llame a la unidad nacional -ahora sí- en torno a ellos, desestime las acusaciones y responda con "firmeza", su suerte está echada. CSP entrega a sus presuntos cómplices o se van por los que pactaron en el sexenio anterior. No les queda de otra.

No hay indicios, pero tampoco lo duden que, las reformas constitucionales que eliminaron los contrapesos entre los tres poderes y eliminaron la República, también estén influyendo en la narrativa del republicano.

No es casualidad entonces que la bomba mediática lanzada por Trump de acusar al régimen mexicano de ser prácticamente un narcogobierno, se dé en el contexto de la conmemoración del 108 aniversario de la -ahora trasquilada- Constitución de 1917.

¿Así o más clarito?

Es cuanto.