Ciudad de México.- "¿Bailamos, mamacita?". La respuesta fue tajante: "No". "¿Por qué no? ¿Tienes luto?". "No -se repitió la negativa-. Por cuatro razones no bailo con usted. La primera, porque anda bien borracho. La segunda, porque la melodía que se escucha es el Ave Maria, de Schubert, y no es música bailable. La tercera, porque esto no es una fiesta; es un velorio. Y la cuarta, porque no soy su mamacita, ni tengo luto. Soy el cura, y ando de sotana". Personam tragicam forte vulpes viderat. O, quanta species, inquit. Cerebrum non habet". Al igual que mi iglesia, la católica, tengo muy olvidados mis latines. Los que el profesor Villarello me enseñó en el bachillerato del Ateneo Fuente glorioso, y los que aprendí de don Rafael Salinas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM se me han ido no sé a dónde, y son ahora solamente un tartamudeo vacilante o una lectura a tropezones. Por eso no sé si aquellos versos que de memoria cité arriba están bien mencionados o alguna falla elemental contienen. Los escribió Fedro, y hablan de una astuta zorra que vio una máscara de la tragedia. Dijo: "Qué hermosa es, pero no tiene cerebro". En las fábulas de Esopo de los libros infantiles la versión es más sencilla: "Dijo la zorra al busto después de olerlo: / 'Tu cabeza es hermosa, pero sin seso'". Casi olvidado está Jacinto Benavente, comediógrafo español, y eso que en 1922 obtuvo el Premio Nobel de Literatura. Se decían cosas acerca de su sexualidad, y una cierta poetastra quiso hacer un epigrama sobre eso. Parodiando con dudoso ingenio los versos de la fábula le espetó al escritor en presencia de personas: "Dijo la zorra al busto después de olerlo; / 'Tu cabeza es hermosa, pero sin sexo'". Al instante ripostó el escritor: "En efecto, señora: dijo la zorra". Y es que en España la palabra "zorra" es muy usada para designar a la mujer fácil de cuerpo. Toda esta inane digresión la digo porque me dicen que el Aeropuerto Internacional "Felipe Ángeles" es amplio y cómodo, pero casi no tiene pasajeros. Tu aeropuerto es bonito, pero sin vuelos. Eso sí: pululan por doquier, y también por todas partes, elementos militares armados hasta los dientes, pues el AIFA fue construido y es administrado por la milicia. Fuera de esa visible concurrencia que pone alarma en los poquísimos usuarios, el desastrado y desastroso AIFA se ve más desierto que el Sahara. Si quieres comer algo que no sean tlayudas o memelas tienes que llevar tu propio itacate. Desperdicio de espacio, desperdicio de dinero, desperdicio de recursos humanos. Todo por el capricho prepotente de un solo individuo, López Obrador, que privó a México de tener uno de los mejores y más útiles aeropuertos del mundo y en cambio le dejó dos: el de la Ciudad de México, atiborrado de pasajeros, pero feo, y el AIFA, bonito pero más solo que casa de mala nota en lunes. El juicio de la Historia no es pronto, rápido ni expedito. Generalmente sus sentencias tardan. A Mao le preguntaron qué pensaba acerca de la Revolución Francesa. Respondió: "Es demasiado pronto para opinar". Llegará el día, sin embargo, en que la Historia juzgará a López Obrador. Aparecerán entonces en toda su dimensión y gravedad los daños que por su autoritarismo y su ineptitud causó al país. Mientras tanto, si tiene un mínimo de honestidad moral y de conciencia, AMLO ha de sentir desde ahora vergüenza y remordimiento. Y más no digo, porque advierto que estoy sonando ya demasiado catoniano. Don Cucoldo sorprendió a su mujer en trance adulterino, y la llenó de pesias. Se quejó ella: "Ay, Cucú. Tú insultándome, y yo aquí instruyéndome para darte a ti un mejor servicio". FIN.
MIRADOR
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
-Soy el rojo -me dijo. Y añadió:
-El mejor color de todos.
No respondí. Cuando alguien me dice que es el mejor de todos acostumbro guardar el silencio que la persona prudente -o temerosa- guarda cuando oye una sandez.
El color rojo advirtió mi cautela y razonó:
-Cuando se les pregunta cuál color es su favorito, nueve de cada 10 personas responden que es el rojo.
Yo recordé aquello de que las encuestas son la fotografía de un instante, y me animé a decirle:
-Si todo el mundo fuera rojo sería un feo mundo. Imagine usted: cielo rojo; árboles rojos; ríos, lagos y mares rojos; gente roja. El color rojo vale porque hay color azul, color verde, color amarillo, color morado y todos los demás colores. Ni entre los colores ni entre las personas hay quien valga por sí solo. Todos valemos porque existen los demás.
Al oír eso el color rojo se puso aún más rojo, pero no sé si de pena o de coraje. Ya no dijo nada, y se alejó. El otro día me lo topé, y se veía muy bien porque iba al lado del azul, del verde, del amarillo, del morado y de todos los demás colores.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
Por AFA.
". Aviones espías sobre México.".
Han contado a más de cien,
y dicen que lo ven todo.
No sé, mas de cualquier modo
yo voy a portarme bien.