Ciudad de México.- Durante mucho tiempo México vivió bajo la hegemonía de un sistema cerrado, durante la época de los llamados “gobiernos revolucionarios”, el presidencialismo a ultranza y la dominación de un partido gobernante, el PRI, marcaron que el acceso a las “tripas” del poder estuviera vedado para todos los ciudadanos.
No es que no hubiera libertades, había algunas, pero acotadas y siempre bajo la premisa de que al poder no se le cuestionaba.
Eso cambió con la transición presidencial del año 2000 cuando Vicente Fox asumió la presidencia de la República y el PRI no solamente perdió la silla presidencial, también pasó a convertirse en la segunda fuerza política en la Cámara de Diputados, lo cual brindó la oportunidad para abrir el sistema.
Una de las instituciones que fue creada en ese proceso de pasar de un sistema cerrado a uno abierto fue el Instituto Nacional de Acceso a la Información, el INAI, cuya función básica fue la de convertirse en la llave que abría los candados que permitían escrutar al gobierno.
Si bien el INAI fue una institución destinada a servir a todos los mexicanos, fue el gremio periodístico quien mejor lo utilizó.
De pronto se abrieron archivos históricos y se pudo conocer la verdad respecto a determinados acontecimientos: se descubrieron fraudes electorales, corrupción, abuso de poder y encubrimientos que se dieron en el pasado.
Gracias a eso se pudo reescribir la historia moderna de México y lo que era un mito se convirtió en una verdad histórica.
Pero no todo fue hurgar en la historia, también existían hechos recientes, de gran relevancia que al gobierno le interesaba mantener ocultos, en la opacidad; temas como lo sucedido con los estudiantes de Ayotzinapa era necesario que se abordaran desde la visión periodística y no solamente con versiones oficiales tergiversadas o a medias.
Gracias al trabajo de periodistas que tuvieron la paciencia y la persistencia para investigar y a la ayuda del INAI que fue obligando a las instancias gubernamentales a revelar la información que mantenía oculta, fue posible que estos casos se abrieran y mostraran un aspecto más cercano a la verdad.
Lo mismo se puede decir de temas como la fabricación de los ventiladores, de la vacuna patria que nunca se hizo, del derrame de tóxicos en el Río Sonora, de la Casa Blanca y el caso Odebrecht, todos estos temas fueron conocidos gracias a periodistas que apoyados en los instrumentos legales que esgrimía el INAI pudieron romper la cerrazón gubernamental y acceder a esa información.
El INAI fue un instrumento que permitió a los mexicanos tener un escrutinio mucho más amplio del poder y con ello desenmascarar actos de corrupción, romper narrativas gubernamentales, acabar con la versión oficial para dar paso a la verdad histórica.
Pero está visto que al poder le incomoda ser vigilado, le causa prurito que lo estén observando; los políticos se mueven con comodidad en la opacidad y se mueven en arenas pantanosas cuando se tiene acceso a la información.
Desde el sexenio de López Obrador, a quien el INAI constantemente obligó a revelar información que esa administración clasificaba como “seguridad nacional”, se hizo sentir un absoluto desprecio por permitir el acceso a la información y entonces se acusó que el Instituto era muy caro y en aras de un ahorro presupuestal que no es tal, lo que se hacía con una institución autónoma, debía de dejar de hacerse para que esa función la retomara un órgano gubernamental.
Es decir, el gobierno vigilando al gobierno, El chiste se cuenta solo.
La pretensión gubernamental, de López Obrador y ahora de Claudia Sheinbaum es volver a ese sistema cerrado, a ese centralismo informativo donde los ciudadanos solamente conocen parcialidades de los sucesos ¿cuáles parcialidades? Las que al gobierno en turno conviene.
Cerrar el INAI es también darle un portazo en la cara a la prensa que investiga, porque si bien la prensa no tiene fuerza jurídica o filiación político-partidista, sí posee una gran capacidad de fiscalización social y lo que descubre y pública termina por exhibir a quienes diciéndose honestos en lo público, no dudan en corromperse cuando transitan por lo oscurito.
Estamos a unos días de que el INAI deje de funcionar, con su cierre también viene aparejado el cierre del acceso a la información, pero más grave es que desandamos el camino y regresamos 30 años al pasado, caminamos de nuevo a un sistema cerrado donde al poder no se le cuestiona, no se le escrutina, no se le investiga y solamente se le puede aplaudir.
Opinión
Sábado 22 Feb 2025, 06:30
¡Nos arrebatan un derecho conquistado!
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Rafael Cano Franco
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