Esta es la crónica de un Juárez que, como mala digestión, se repite, se repite y se repite…
En un país donde la historia se escribe con tinta de mitos y se borra con la goma de la conveniencia política, en donde vamos del Tratado McLane-Ocampo al Tren Maya y cien años de servidumbre, la elección de Hugo Aguilar como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación resucita el espectro de Benito Juárez, ese prócer de bronce cuya estatua parece más pesada que su legado.
Hugo Aguilar, abogado, de origen supuestamente mixteco, oriundo de Oaxaca, ha sido aclamado como un símbolo de representación indígena en la cúspide del Poder Judicial; sin embargo, su trayectoria revela una cercanía inquietante con el oficialismo y una participación activa en proyectos gubernamentales controvertidos, como el Tren Maya, cuyas consultas a comunidades indígenas han sido cuestionadas por no cumplir con estándares internacionales; o sea: un marranazo… igualito que don Benito.
Comparar a Aguilar con Juárez es una jugada política que pretende revestir de dignidad una elección cuestionada; luego nos vamos a referir a Huguín; primero, es preciso, y en ese contexto, referirnos a Juárez quien, a pesar de su origen indígena, consolidó un poder autoritario y perpetuó su mandato más allá de lo razonable, siendo artífice de una serie de prácticas poco democráticas, e inmundas, que lo llevaron y lo mantuvieron en el poder. La historia, al parecer, se repite, no como tragedia, sino como una farsa cuidadosamente orquestada.
Así, mientras se celebra la llegada de un “nuevo Juárez” al Poder Judicial, conviene recordar que la representación simbólica no sustituye a la integridad institucional. La justicia no se viste con togas ni se legitima con linajes históricos; se construye con independencia, transparencia y compromiso con el Estado de derecho. En este teatro político, donde los actores cambian pero el guion permanece, la ciudadanía debe permanecer vigilante. Porque cuando la justicia se convierte en espectáculo, los derechos se transforman en meras utilerías.
Por lo pronto, vamos a ver; hay dos o tres hechos in dis cu ti bles e in cues tio na bles que debemos conocer sobre Juárez:
Juárez suspendió el Poder Legislativo y concentró el poder en el Ejecutivo: “sus características objetables, desde el punto de vista republicano, son que suspende el Poder Legislativo y hace del Ejecutivo un dictador”;[1]
Juárez fue un corrupto. Durante su gobierno, debió enfrentar acusaciones por corrupción. El gobernador de Nuevo León, Santiago Vidaurri, describió su administración como una camarilla corrompida; por ejemplo, muchos liberales de la generación juarista usaron la llamada “Ley Lerdo” para adquirir propiedades a bajo precio; es más: “ante la protesta de campesinos, pueblos indígenas y militares, se transaba o se negociaban sus derechos con líderes y jefes, ante un federalismo autonomista y desobediente al poder central, se tenía que negociar, por lo que había ciertas prácticas corruptas que era preciso mantener para conservar la estabilidad, la paz y el orden –léase el mantenimiento del poder–”.[2]
Juárez fue un autócrata. Fue reelegido varias veces, lo que generó críticas y levantamientos en su contra, como el “Plan de la Noria”, encabezado por Porfirio Díaz (¡ja!), quien lo acusó de buscar “perpetuarse en el poder” (¡ja, ja, ja!). La finalidad principal del plan “era impedir que Benito Juárez se reeligiera, pues hacerlo significaba violar la Constitución de 1857”.[3] Juárez sí se religió, por cierto.
Juárez no fue austero (para no decir que fue un mañoso). A su muerte, consta el inventario de su juicio intestamentario: “Sorprenden sus casas, por ejemplo. La de Portal de Mercaderes, la de San Francisco y la de Tiburcio (hoy República de Uruguay). Todas a un pasito del Palacio Nacional. También una en la Calle de Coronel en Oaxaca, y aquella finca de su esposa Margarita en San Cosme. Además, la calesa tirada por caballos, alhajas y piedras preciosas, muebles, menajes, espejos, candelabros, la espada de Maximiliano, acciones de minas y ferrocarriles, dinero en efectivo y cobros a la Tesorería General. En esa hora, el notario Villela evaluó el total del patrimonio en $151,233 pesos de la época. El equivalente a unos $64 millones de pesos hoy, o tres millones doscientos mil dólares”.[4]
Juárez fue un traidor. Como se ve, la práctica de invadir competencias, subyugar a los otros dos poderes, el manejo arbitrario de la finanzas públicas o la falta de transparencia, el fraude electoral (en una de sus múltiples variantes), el sometimiento de los estados o el pago a los medios de comunicación para granjeárselos, no se inauguró en el transcurso del penoso Siglo XX; todos, excepto el fraude electoral (que data de los tiempos de don Guadalupe Victoria), son secuelas de ese Juárez —modelo de supuesto respeto al orden jurídico—; por no hablar que gobernó durante catorce años (del 19 de enero de l858 al 18 de julio de 1872), la mayor parte de ese lapso, sin mediar ningún tipo de elección; o del Tratado McLane-Ocampo, por el que pretendió vender a perpetuidad, a los Estados Unidos de Norteamérica, el derecho de tránsito por el Istmo de Tehuantepec, desde el puerto de ese nombre en el sur, hasta Coatzacoalcos en el Golfo de México.
Que conste: la historia es generosa con los bribones cuando los desmemoriados o los tarados la escriben. Usted sigue, don Hugo, porque usted es el vivo ejemplo de que no se elige a un juez, se embotella: Jugo Aguilar®, 100% extracto de sumisión al Ejecutivo; sin conservadores —porque ya está podrido desde origen—. ¡Ay, papá! ¡Ahora sí que hubo Hugo, pero no justicia! (consérvese en la oscuridad, no se agite, no contiene división de poderes).
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Luis Villegas Montes.
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[1] Artículo de Carlos Tello Díaz titulado: “Juárez y la dictadura”, publicado el 21 de marzo de 2019, por el periódico Milenio.
[2] Artículo de Javier Torres Medina titulado: “Ante el dilema de combatirla o transigir para gobernar”, publicado en el sitio: https://relatosehistorias.mx/nuestras-historias/juarez-y-la-corrupcion Consultado el 4 de junio de 2025 a las 21.05 hrs. Énfasis añadido.
[3] Artículo titulado: “Plan de la Noria, objetivo y puntos importantes”, publicado en el sitio: https://www.mexicodesconocido.com.mx/plan-de-la-noria.html Consultado el 4 de junio de 2025 a las 21.15 hrs. Énfasis añadido.
[4] Artículo de Pablo Majluf titulado: “Juárez no era austero”, publicado el 19 de agosto de 2019, en la revista Letras Libres. Énfasis añadido.