Antes de 1938, los recursos petrolíferos estaban en manos de compañías extranjeras, unas 20 si consideramos los cambios de nombres, razón social, fusiones y divisiones. En ese año, el entonces presidente Lázaro Cárdenas nacionalizó -estatizó, mejor dicho- la industria petrolera usando el poder presidencial y con el pretexto de que no habían cumplido el laudo emitido por la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje el cual ordenaba mejoras salariales a los trabajadores de esta industria, la cual había sido ratificada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. De ahí nació la frase “El Petróleo es nuestro”. Esto ocurrió como consecuencia de los antecedentes de la nacionalización de la industria petrolera del año 1926 –la cual no se llevó a cabo-, la modificación del artículo 27 de la Constitución Mexicana y el decreto presidencial definitivo fue anunciado oficialmente el 18 de marzo de 1938 por el Tata Lázaro. El entonces mandatario ordenó la creación de Petróleos Mexicanos –Pemex- el 7 de junio del mismo año. Y desde entonces el petróleo es nuestro, de todos y cada uno de los mexicanos. Nosotros, yo, tú, usted, nosotros, vosotros y ellos administramos las riquezas del subsuelo para beneficio de usted, vosotros, ellos, tú, nosotros y yo (el burro va al final) en lo que corresponde a la exploración, explotación, extracción, producción, refinación, transportación, almacenamiento y comercialización del petróleo y sus derivados. Por eso construimos en un tiempo record la refinería Dos Bocas, para ser autosuficiente en combustibles.
Claro, nuestro querido Pemex no obtiene ganancias de 200 mil millones de dólares al año como lo hacen los conservadores y aspiracionistas empresas Chevron, ExxonMobil, BP, Shell o TotalEnergies. Pero es que esas empresas se dedican al negocio, a obtener recursos y no como Petróleos Mexicanos que primero piensa en los consumidores nacionales y después en el mezquino dinero.
Sabemos que el gobierno es un pésimo administrador. Actualmente, Pemex acumula una deuda de 101 mil millones de dólares, según información del Instituto Mexicano para la Competitividad –IMCO-. Los beneficios de la Cuarta Transformación –que son tantos que es prácticamente imposible enumerarlos y menos aún cualificar los favores que traen a cada uno de los mexicanos- no alcanzaron a Petróleos Mexicanos porque esta cantidad creció un 21.3% respecto al año pasado.
Pero ¿Cómo es posible que una industria que mueve al mundo esté en número rojos? Pero fíjese, por favor, (son precios tipo dólar americano) sus costos en América Latina: en Uruguay el precio del litro es de 1.84, en Chile 1.54, México, República Dominicana y Costa Rica 1.44, Nicaragua 1.34, Cuba 1.26 (les vendemos el combustible a precios preferenciales pero oficialmente no se informa si es regalo, trueque, subsidio o préstamo) y así hasta Bolivia quien lo merca a 0.54 dólares gringos. Irán está en guerra y allá el litro de gasolina cuesta 0.029 billetes verdes. En Venezuela, en el programa Sistema Patria, tiene un precio de 0.01 dólares y la que no está incluida en este proyecto llega a 0.75. En Estados Unidos, en promedio se adquiere por 0.83 billetes verdes (depende en dónde cuándo y a qué compañía se la compre).
¿Qué ha sucedido en Pemex? Que el gobierno en turno la toma como la caja chica, o más bien grande, para gastos no previstos: elecciones, financiamientos externos, subsidios y para enriquecer a los líderes sindicales. De ellos sobresalen “La Quina”, “El Trampas” y “Chava Barragán”. Se cuenta que el primero, en una sola jugada en Las Vegas, perdió un millón de dólares y ni se perturbó.
¿Pemex es nuestro? Es de los gobernantes. Del partido en el poder. De los líderes sindicales. De los intermediarios que hacen negocios con la paraestatal. No nos importaría que el litro costara 30 pesos –que para allá vamos- si las cuentas de Pemex fuesen números negros y con claras ganancias.
Debemos privatizar Petróleos Mexicanos. Dividirlo en varias compañías para que no se convierta en otro monopolio. El gobierno con participaciones no mayores al 30% de las acciones –para que quienes inviertan la hagan con el fin de obtener ganancias- y solo cobraría los impuestos sin invertir, ni administrar, ni consultar, pero sin sacarle dinero ilegalmente. El petróleo es nuestro ¿desde cuándo? ¿y para qué? Sí, defendamos Pemex de quienes lo saquean diariamente.
Mi álter ego vaticina que la popularidad de Donald Trump aumentará significativamente. A los gringos ¡Cómo les gustan las guerras! No importa si mueren simples trabajadores, inocentes ciudadanos, civiles que ni la debían ni la temían. Lo importante es demostrar que sus juguetes diabólicos funcionan y lo hacen muy bien.