Los políticos viven de las almas inocentes de sus seguidores. Las aglomeraciones de apoyo popular los alimentan, los estimulan, los revitalizan. Una manifestación, protesta, plantón, marcha se califica no por los argumentos esgrimidos por los oradores sino por el número de asistentes, las mantas de apoyo o rechazo a decisiones de los gobernantes en turno o de intervenciones extranjeras, también es un factor de medición. Cuantos más gritos fingidos y ensayados escuchen los políticos se sienten soñados. En cambio, los mítines de rechazo a las políticas oficiales son, en el mejor de los casos, minimizados en el peor con la represión. Por eso se dice aún “2 de octubre no se olvida”.
Se cuenta, como un chiste macabro, que durante las protestas en la Plaza de Tiananmén en 1989 entre el 15 de abril y el 4 de junio, el todopoderoso chino preguntó “¿cuántas personas estuvieron en la manifestación?” “Unos diez millones” le respondieron. “Ah, es una minoría insignificante” contraargumento el líder.
Las reuniones voluntarias fueron el platillo fuerte de Adolfo Hitler, de Benito Mussolini, de José López Portillo y de muchísimos más. Serían incontables los casos.
¿Tienen razón de ser las aglomeraciones a favor o en contra del gobierno? Sí, cuando no sean pagadas y estimuladas por el estatus quo vigente y surjan de la voluntad popular. No cuando son organizadas, obligadas, pagadas y en el momento en que los participantes son obligados a asistir. En 1968 los apoyos a Gustavo Díaz Ordaz en contra de los malosos ciudadanos que exigían libertades civiles, a los burócratas los llevaron al Zócalo en camiones. Era tanta la indignación que empezaron a berrear para dar a entender que los llevaban o sí o sí.
Tampoco las reuniones multitudinarias garantizan el resultado. ¿Cuántos miles y miles salieron a las calles, con el rostro descubierto, a rechazar el fraude electoral de Nicolás Maduro? Muchísimos. Y desgraciadamente, qué obtuvieron, hasta el momento, nada.
En Chihuahua, en los años ochenta, cuando cientos y cientos de mexicanos nos agrupamos para apoyar la candidatura de Francisco Barrio –en su caso rechazar el uso monopólico del Partido Revolucionario Institucional- algunos periódicos tomaban fotos cuando la gente apenas iba acercándose a la plaza y titulaban la gráfica “unos cuantos acudieron al llamado del PAN”. Uno de ellos fue el entonces periódico Novedades. Cuando el candidato nos solicitó que no compráramos ese diario, desde el día siguiente se notó cómo los ejemplares del rotativo se quedaron sin circular.
Las manifestaciones, plantones, aglomeraciones, marchas tienen sentido cuando los ciudadanos acuden libremente a defender sus derechos, a favor o en contra de quienes detentan –en su caso- el poder político.
Pero la reunión en el Zócalo demuestra que el actual gobierno, presuntamente dirigido por Claudia Sheinbaum, es más de lo mismo de una política montonera, anacrónica, sin ideas propias, sin principios, improcedente, arcaica además de carísima que pagan nuestros impuestos. Llevarle espíritus opacos para que le aplaudan a rabiar y luego cobren los doscientos o quinientos pesos que les ofrecieron, comerse el sándwich acompañado de su frutsi, y posteriormente regresarse a los autobuses que los trasladarían ahora a sus colonias, ciudades o estados es venderse por tan poquito.
Una amiga me preguntó de por qué no asistía a los mítines de Morena. Le dije, sí me gustaría como evento político, pero una vez que llegue no me puedo salir porque guardias resguardan que nadie se retire antes de tiempo. Ella tampoco fue porque en un acto de sinceridad me dijo “¿y ahora qué vamos a apoyar?” nadie lo sabe.
Por la cantidad de personas que llevaron, fue todo un éxito. Pero es seguir la pseudo filosofía de la Tía Dolores. En fin, seguimos siendo un país irreflexivo que no ama la libertad ni la democracia, en que la dignidad cuesta un lonche y una soda. Y la presidenta ¿no sabe que la alabaron quienes asistieron de acarreados? Vuelve a levantar la mano la tía Lola.
Mi álter ego pregunta ¿será capaz Morena de desaforar a Alito Moreno y dejar con su fuero a otros personajes que presuntamente tienen pendientes con la justicia? Sí, sí son capaces. Cuando se tiene todo el poder se puede hacer lo que les pegue la gana. La vergüenza, el pudor, las formas, los fondos hace tiempo que se perdieron en esta gran nación.