En los últimos meses y sobre todo en los últimos días, Nayib Bukele, presidente del país centroamericano de El Salvador, se ha hecho muy popular (no más que Claudia Sheinbaum según las últimas encuestas y lo que reveló el propio Bukele a una respuesta de la IA Grok), por su método de seguridad que ha tenido éxito disminuyendo la tasa de homicidios en un 57 por ciento, y ha hecho que muchos mexicanos se pregunten por qué en México no se hace lo que él está haciendo.
Por ello es importante conocer por qué dicho sistema implementado en El Salvador no funcionaría en México, dada las circunstancias poblacionales, culturales, institucionales, territoriales y de contexto social.
En primer lugar empezaremos por la población. El Salvador tiene apenas una población de 6 millones de habitantes por 129 millones que tiene México, lo que quiere decir que El Salvador tiene la población de Nuevo León y es superado ampliamente por el Estado de México (19 millones), Ciudad de México (9 millones) y Veracruz (8 millones), superando a Chihuahua (que tiene casi 4 millones de habitantes).
Cultural e institucionalmente hablando, el problema de homicidios y delincuencia en El Salvador llegó a una situación donde no se podía vivir prácticamente en ninguna región a consecuencia de las pandillas, es decir un problema generalizado (por ejemplo en Ciudades como Monterrey, Guadalajara, Ciudad de México, la propia Ciudad Juárez, Querétaro, Mérida y otras tantas, se puede llevar una vida normal por sus habitantes pues la inseguridad y homicidios están focalizados), que hizo que las instituciones fueran permisivas con acciones extremas por parte del Bukele, pues el sistema democrático, institucional y de respeto a derechos humanos no está tan arraigado como en México.
En cuanto al territorio también no es comparable, pues mientras El Salvador tiene una extensión territorial de 21 mil kilómetros cuadrados, México tiene una de 2 millones de km cuadrados, por lo que El Salvador sólo se puede comparar con el Estado de Nayarit (27 mil km cuadrados), superado ampliamente por Chihuahua con 247 mil km cuadrados.
Pero sin duda lo que más complicaría aplicar en México la estrategia de Bukele, consistente en toques de queda, arrestos arbitrarios (sin orden judicial), violación a derechos humanos y el debido proceso, torturas y malos tratos a detenidos, uso excesivo de la fuerza que ha derivado en muertes, en detenciones sin justificación alguna (sin violencia de por medio de la otra parte), estigmatización de los jóvenes sobre todo de los pobres y de los barrios y otros señalamientos documentados, serían las circunstancias socioculturales de México.
Tal vez lo más parecido a lo que se vive en El Salvador, para darnos una idea, es lo que ya vivimos en Ciudad Juárez y no toleramos con la militarización de Calderón, que generó un estado de psicosis, estrés, guerra y vulnerabilidad a las fuerzas armadas, algo que no toleramos por mucho tiempo la sociedad y no se toleraría en el país y menos en las grandes ciudades donde existe una dinámica económica y social normal y hasta de desarrollo.
En El Salvador su sociedad se ha acostumbrado a medidas extremas de seguridad que parecen propias de un Estado totalitario o de restricción de las libertades.
Además, la principal razón por la que en El Salvador han funcionado esas estrategias es porque allá las fuerzas del orden han implementado acciones militares y extremas generalizadas, con poder de fuego y demostración de fuerza que supera a las de las pandillas, pues no están tan organizadas, no tienen el poder de fuego ni estructuras financieras y sociales como las del crimen organizado de México.
Y aunque a la distancia podemos decir que sí debería de implementarse el régimen del Salvador en México, estoy seguro que al primer allanamiento del domicilio de usted o de su detención por “equivocación”, de asesinato de jóvenes inocentes y de tantos otros abusos de víctimas inocentes (que ya vivimos en Chihuahua a manos de la policía federal y el Ejército con Calderón), exigiríamos respuestas y sanciones a nuestras autoridades políticas, militares y de seguridad, pues estamos de acuerdo en que se usen medidas extremas mientras sea con el vecino y no con nosotros.
Por eso soy un convencido que en México no habrá paz hasta que exista un bienestar social y un respeto a la legalidad y el Estado de Derecho, ambas de manera general (por eso vemos que en los países con mejor calidad de vida la delincuencia e inseguridad es mínima), porque esa es la receta para la paz social: bienestar y respeto a la legalidad y al Estado de Derecho, la pregunta sin respuesta sigue siendo cómo lograrla, aunque creo que vamos por el camino correcto, en la medida que se vaya logrando un país con buena calidad de vida y bienestar para sus habitantes.
Opinión
Viernes 28 Mar 2025, 06:30
El método de seguridad de Bukele y por qué no funcionaría en el país ni el Estado
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José Luis Contreras
