De qué tamaño será la burla, la estafa, el engaño de la elección judicial?
Veamos.
He tenido la oportunidad de entrevistar a candidatas y candidatos a diversos cargos de elección judicial, todas y todos ellos me han parecido extraordinarios prospectos para ser jueces o magistrados.
La edad de los aspirantes fluctúa entre los 26 y 56 años de edad, es decir, en plenitud de sus vidas.
No me sorprende, por el contrario, siento una enorme satisfacción por la preparación académica y experiencia en el litigio, la administración pública y en el poder judicial que, en la exigencia de los tiempos, cumplen cabalmente.
Me resulta grato que la mayoría de los aspirantes tienen trayectoria dentro del Poder Judicial. Que iniciaron como escribientes y han crecido hasta ocupar, por ministerio de ley o concurso, la titularidad como juezas y jueces en materia laboral, civil y penal.
La preparación académica es vasta. Casi todos los aspirantes cuentan con una especialidad o maestría. Hay quienes cuentan con dos maestrías, cursos y hasta doctorados.
Me gusta que, como abogado y analista del sistema político mexicano, los que cuentan con trayectoria dentro del Poder Judicial, obtuvieron sus ascensos gracias a su dedicación y estudio, pero también a exámenes de oposición donde acreditaron sus capacidades y conocimientos.
Los menos, no menos importantes, tienen capacidades y trayectorias en el ámbito de la abogacía, igualmente cuentan con estudios de Postgrados y son aptos para ejercer el cargo jueces y magistrados.
Los he escuchado y realmente me han dado buena espina, coloquialmente hablando. Al menos he visto su rostro y honestidad en sus miradas.
Lo que chinga, disculpando la expresión, es que detrás de la elección de los juzgadores que conformarán el nuevo Poder Judicial federal y estatal, existe traición, a la patria, a la honestidad intelectual y a los derechos humanos.
No perdono, y no soy quién para olvidar que las reformas constitucionales que se hicieron, surgen de una mayoría legislativa absolutamente espuria, obsequiada por el árbitro electoral (INE y TEPJF) inclinado descaradamente a favor del régimen actual.
No sólo fue la fusilata anunciada del Poder Judicial sino también la extinción de la división de poderes, y en consecuencia la sepultura de la República, que devino en el parto forzoso de la bastarda elección judicial.
Qué tan monstruoso será el Frankenstain parido por este régimen que, en el caso de los elegidos, se desconoce cómo serán reemplazados en caso de fuerza mayor, destitución o simplemente separación del cargo porque, se supone, los cargos de elección popular no se renuncian para ir en busca de una diputación, alcaldía, gubernatura o la misma presidencia de México.
Lo peor de todo es que los votos no lo van a contar ciudadanos insaculados como en elecciones tradicionales, ni habrán casillas suficientes para ejercer con comodidad el voto.
Los sufragios serán contados en lo oscurito, por unos cuantos, apoyados por la misma tecnología utilizada en Rusia, China, Cuba y Venezuela.
La elección no cumple con ninguno de los principios rectores.
La elección judicial carece de certeza, legalidad, independencia, objetividad e imparcialidad.
En el mejor de los casos, legalidad, pero no deja de ser inmoral e ilegítima.
Para acabarla de joder, ya no es un secreto a voces que los Siervos de la Nación, y los chalecos azules en el caso de chihuahua, son los que van a movilizar al "pueblo" y a las “almas" que, dotados de listas previamente clasificadas, emitirán sus votos.
Aquí es donde cala. Los aspirantes que de buena fe andan encampañados, enfrentan en total desventaja al poder del Estado y de la entidad, que le apuestan a los incondicionales.
Tan convencidos están de sus aviesos acuerdos que, no sólo se sienten ganadores, si no que ya se disputan quién se quedará en la presidencia del Tribunal de Poder Judicial del Estado.
Luego entonces, con la simulación de la elección judicial no veremos juzgadores honestos, sino a la mujer, al marido, al cuñado, al carnal, a la pareja, al hijo o al incondicional del gobernante, del influyente, del funcionario, del legislador o del partido, como los próximos vástagos bastardos del nuevo poder judicial de México y de Chihuahua.
Me apena por los que sí creen en un poder judicial autónomo y presto a ejercer justicia.
Es triste, pero así se hacen las cosas en este país.
Que cada quien juzgue si vale la pena votar.
Es cuanto.