Resulta más fácil al ser humano denostar, descalificar, reprochar, condenar, etc., la conducta diferente de otra persona respecto del común de una colectividad, que el tratar de averiguar sus motivos y, en su caso, empatizar con ellos.
Se les señala de adictos, estúpidos, problemáticos, inadaptados, rebeldes, burros y más, de una forma tan indolente, que lo único que se provoca, es un sentimiento de rechazo y aislamiento que acrecienta el problema de quienes padecen determinada condición.
Muchas son las emociones y los pensamientos que permean en su interior, lo que, junto con la incomprensión no sólo de la sociedad en general, sino además de familiares y “amigos”, los orilla a buscar soluciones en ambientes de escape y relajación “inapropiados” para los demás.
Pero más incomprensión y rechazo existe, cuando esa enfermedad o condición no va acompañada de signos visibles, como lo pudiera ser un trastorno psicomotor. De esa manera, ante un padecimiento oculto, que no se encuentra a la vista de las demás personas, indudablemente mayor será el repudio y la indiferencia hacia quien la sufre. Igualmente, mayúscula será su depresión que le orillará a explorar nuevas soluciones, algunas tendientes a mitigar la adversidad (como el consumo de alguna droga), u otras con consecuencias hasta definitivas y fatales.
Según refiere la Organización Mundial de la Salud (OMS), “la salud mental es un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, aprender y trabajar adecuadamente e integrarse en su entorno. La salud mental tiene un valor intrínseco y fundamental, y forma parte de nuestro bienestar general” (https://www.who.int/es/health-topics/mental-health#tab=tab_1). No obstante, quien está completamente distante de contar con ese estado de bienestar, cada vez será mayor su “infierno” interior y su necesidad de auto aislarse y de buscar remedios que a muchos incomodará.
Asimismo, la OMS señala que “muchas afecciones de salud mental se pueden tratar eficazmente a un costo relativamente bajo, pero los sistemas de salud siguen careciendo de recursos y en todo el mundo continúa habiendo deficiencias importantes en el acceso a los tratamientos. También ocurre a menudo que la atención a la salud mental no es de calidad suficiente. Las personas que tienen problemas de salud mental sufren estigmatización, discriminación y violaciones de los derechos humanos” (ídem).
Como parte de las repercusiones por la carencia de esa salud mental, la OMS ha informado:
“Las afecciones de salud mental comprenden trastornos mentales y discapacidades psicosociales, así como otros estados mentales asociados a un alto grado de angustia, discapacidad funcional o riesgo de conductas autolesivas.
“En 2019, 970 millones de personas padecían un trastorno mental. Los más habituales eran la ansiedad y la depresión.
“Los problemas de salud mental pueden afectar a todos los ámbitos de la vida, incluidas las relaciones con los familiares, los amigos y el entorno social. Pueden deberse a problemas en la escuela o el trabajo, y también pueden estar en su origen.
“Los trastornos mentales son la causa de uno de cada seis años vividos con discapacidad. Las personas con problemas de salud mental graves fallecen un promedio de 10 a 20 años antes que la población general. Además, estas afecciones aumentan el riesgo de suicidio y de sufrir violaciones de los derechos humanos.
“Las consecuencias económicas de los problemas de salud mental son enormes y las pérdidas de productividad que generan superan con creces los costos directos de la atención que requieren” (ibidem).
Como un dato adicional y relativo a nuestro país, el INEGI ha reportado, por ejemplo, respecto de los suicidios registrados, que: en 2010 se presentaron 5,012; en 2015 fueron 6,425; en 2020 existieron 7,896, y; en 2024 hubo una incidencia de 9,000. También informa, por lo que hace al año 2017, que un 32.5% de integrantes del hogar de 12 años y más, se ha sentido deprimido, cifras —todas— que definitivamente son preocupantes y alarmantes (https://www.inegi.org.mx/temas/salud/#informacion_general).
Pero más grave resulta, que se carece de una atención médica y farmacéutica suficiente, pronta y asequible para todas y todos los mexicanos que sobre el tema que nos ocupa así lo requieren, ya sea en el ámbito público o privado. Se ha implementado servicio telefónico por diferentes instancias gubernamentales para brindar apoyo emocional de primer contacto, pero en no pocos casos ha derivado en que no responden el teléfono, convirtiéndose en una esperanza frustrada.
Sumamente relevante es tener presente, atender y solucionar las necesidades individuales de dichas personas, pero además con una visión de bienestar social —sin soslayar el individual—, pues como lo ha referido la OMS, las consecuencias pueden ser generales, afectando la productividad y en consecuencia, la economía de un país, entre otros sensibles aspectos.
Entonces, cuando veamos a un familiar, amigo, conocido, vecino, etc., comportándose diferente y “negativamente” a como lo hace el común de las personas, antes de juzgar, habrá que reflexionar sobre qué es lo que puede estar viviendo en su interior para que manifieste una conducta de tal naturaleza. Habrá que preguntarse, por ejemplo, qué es lo que orilla a alguien a utilizar alguna droga, a tomar bebidas alcohólicas en demasía, a consumir alimentos en exceso, a estar siempre cansado y sin ánimo de convivir con los demás, etc.
La falta de una adecuada salud mental en millones y millones de personas, es un problema de todos que debe atenderse con empatía, por parte no sólo de la sociedad, del gobierno y de la iniciativa privada, sino también de las instituciones de educación superior, que promuevan y generen el egreso de más profesionistas que atiendan las necesidades antes mencionadas, de forma oportuna, suficiente y efectiva.
Opinión
Martes 14 Oct 2025, 06:30
La salud mental tampoco puede esperar
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Benito Abraham Orozco Andrade
