Ciudad de México.- "Si no te duermes va a venir el coco"-le advirtió el papá a su pequeño hijo. "No es cierto -opuso el chiquitín-. Ése viene nada más cuando tú andas de viaje". Don Veterino, señor de edad madura, iba a ser objeto de una intervención quirúrgica. Le preguntó al cirujano: "¿Podré hacer el amor después de la operación?". Respondió el facultativo: "Sí". "Qué bueno -se alegró don Veterino-, porque antes ya no podía". Meñico Maldotado, joven con quien natura se mostró avarienta al repartir entre los varones los atributos de entrepierna, casó con Pirulina, muchacha sabidora. Cuando en la noche de bodas se mostró ante ella al natural su desposada le dijo: "Ahora entiendo por qué siempre me decías que debía aprender a apreciar las pequeñas cosas de la vida". El esposo se hallaba en el lecho de la agonía final. Con el último aliento le dijo a su mujer: "No quiero irme de este mundo sin hacerte una confesión. Tuve una amante. Le compré una casa mejor que ésta; un automóvil mejor que el tuyo; le hacía regalos mucho más caros que los que a ti te hacía. Ahora que ya me voy quise que lo supieras". "Ya lo sabía -respondió la señora-. ¿Por qué crees que te di el veneno?". Don Algón, ejecutivo de empresa, sentía que sus empleados no lo respetaban suficientemente. Así, puso en la puerta de su oficina un letrero lapidario: "Aquí mando yo". Poco después su secretaria le informó con timidez: "Llamó su esposa. Quiere que le devuelva su letrero". Un amigo de Babalucas le preguntó: "¿Supiste que murió Carmelino Patané?". "¡Cómo! -se consternó el badulaque-. ¿Carmelino muerto?". "Sí -confirmó el amigo-. Muerto y sepultado". "Caramba -se preocupó Babalucas-. Entonces la cosa estuvo peor". No debería yo valerme de un gracejo para comentar la embestida final de la 4T contra el amparo. Muerto y sepultado quedó ya definitivamente ese recurso, defensa del ciudadano ante los abusos y excesos del Estado. Las paletadas de tierra que el régimen echó sobre dicha institución, ayer orgullo de México, hoy liquidada, constituyen un paso más hacia el totalitarismo que cada día nos oprime más. El talante autoritario del sistema atemoriza incluso a quienes forman parte de él. Se vio en el caso de Olga Sánchez Cordero, quien no supo enfrentar a cabalidad el dilema entre ser o no ser, y se quedó a mitad del camino. Jurista de profesión, expuso fundadas razones para frenar algunos puntos de esa nociva reforma, pero a la hora de votar sobre ella se abstuvo de hacerlo en contra. Su abstención es muestra del grado del poder ejercido por el caudillo sobre quienes están sometidos a su mando, de Presidenta abajo. Su dominio es total: se impone lo mismo sobre los de afuera que sobre los de adentro. Cada día se ve con claridad mayor que el maximato de que hablan las voces independientes no es invento imaginario sino penosa realidad. Con la extinción del amparo según se concibió por sus creadores el ciudadano queda en estado de indefensión ante quienes se han apoderado del país. Por el camino hacia la dictadura vamos. Parece cosa vana poner un cuentecillo después de esa congojosa reflexión, pero no quiero dejar apesadumbrada a la República. Séame permitido, pues, dar salida a una historieta final. Facilda lucía anillo de brillantes. Les explicó a sus amigas: "Compré un cachito de lotería y salió premiado". Poco después llegó en coche nuevo. Repitió: "Compré un cachito de lotería y salió premiado". Luego mostró bolso de lujo. Y de nuevo: "Compré un cachito de lotería y salió premiado". Esa vez se cayó de sentón ante sus amigas. Dijo una: "Ojalá no te hayas lastimado el cachito". FIN.

MIRADOR
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
"Verónicas de alhelí", llamó García Lorca a las de Ignacio Sánchez Mejías. Tan lentas eran que cuando daba una, decían los aficionados, hasta el reloj de la plaza se detenía.
Un toro de nombre "Granadino" mató al torero poeta. A partir de entonces García Lorca dejó de usar en su poesía esa palabra: granadino.
Igual de efímeras y eternas eran las verónicas de Morante de la Puebla. No creo haber visto otras tan desmayadas y sentidas como las de ese torero que construía su arte al lado de la muerte.
El diestro acaba de anunciar su retiro de los ruedos. En el centro del albero se cortó él mismo la coleta. No es la primera vez que se despide. Lo ha hecho ya otras veces. Lo persigue un demonio interior: la depresión. El oscuro enemigo lo ha llevado a buscar tratamientos tan extremos como los electroshocks. Llegó a pensar en el suicidio para librarse de su mal.
Quienes veían a Morante triunfar en la plaza y salir a hombros por la puerta grande ignoraban esa sombría circunstancia. Nadie sabe los espectros que los toreros traen en sí. Su amante, la muerte, los acompaña siempre.
¡Hasta mañana!...

MANGANITAS
Por AFA.
". Se han enriquecido los familiares de AMLO.".
Quien a Morena se afilia
tendrá que decir al fin
lo que decía Pompín:
"¡Ah qué bonita familia!".