El Paso, Texas.– “¡Al suelo, carajo!” (“Get the f–k down”), grita un oficial mientras apunta con una pistola eléctrica táser a un hombre desorientado que camina junto a la Interestatal 10. Son los primeros segundos de un video de cámara corporal difundido por la Policía de El Paso, que muestra cómo Xavier Guadalupe Hernández, de 30 años, fue sometido con descargas eléctricas, inmovilizado en el suelo y, minutos después, quedó inconsciente para nunca despertar.
La tarde del domingo 13 de julio, alrededor de las 10:00 a.m., patrullas respondieron a reportes de un peatón que intentaba cruzar la autopista a la altura de Yarbrough. Según los agentes, Hernández se mostró poco cooperativo y resistió las órdenes. En las imágenes, el hombre aparece alterado, pide que alguien llame al 911 y exige el número de placa de los oficiales. No recibe respuesta. En cambio, una voz le advierte: “Te voy a romper el maldito cuello, imbécil” (“I’m going to break your f—ing neck, a–hole”).
El forcejeo se prolonga. Varias descargas de táser parecen no tener efecto mientras los agentes lo insultan y lo persiguen. Finalmente, dos hombres lo sostienen contra el pavimento mientras un policía intenta esposarlo. La respiración de Hernández se vuelve cada vez más pesada hasta que, cerca de los diez minutos de grabación, uno de los agentes se da cuenta: “No está respirando” (“He’s not breathing”). Enseguida inician maniobras de resucitación cardiopulmonar.
En otra parte del video se escucha otra amenaza: “Si me muerdes, te voy a partir la madre” (“If you bite me, I’m going to beat the f–k out of you”). No queda claro quién lo dijo.
El reporte forense: homicidio y cocaína como factor contribuyente
La autopsia, dada a conocer en conferencia de prensa el 6 de agosto, concluyó que Hernández murió por asfixia debida a compresión torácica mientras era inmovilizado boca abajo. El informe forense clasificó la muerte como homicidio, aunque la policía aclaró que el término es médico y no implica necesariamente responsabilidad penal.
El examen también reveló que Hernández tenía múltiples abrasiones, contusiones y marcas de punción, además de condiciones médicas preexistentes como hipertrofia cardíaca, aterosclerosis coronaria moderada, esteatosis hepática y obesidad clase 1.
El análisis toxicológico mostró la presencia de cocaína (380 ng/mL), benzoilecgonina (1,200 ng/mL, metabolito inactivo de la cocaína) y ecgonina metil éster (670 ng/mL, subproducto químico del consumo de cocaína). Según el forense, la toxicidad por cocaína fue un factor contribuyente en el fallecimiento.
La voz de una madre: “¡Me lo mataron!”
Para Angélica Luján, madre de Xavier, las explicaciones oficiales no alcanzan. “¡Me lo mataron!”, gritó con la voz rota, sosteniendo una fotografía de su hijo. “Estaba desarmado, tenía las manos en la cabeza. Lo electrocutaron, lo golpearon, lo mataron… ¿Y ahora quién me lo devuelve?”.
Luján describió a su hijo como un joven en crisis emocional, deprimido, que necesitaba ayuda médica y no violencia. “Mi hijo necesitaba compasión, no electricidad”, dijo entre lágrimas. “Yo sé que hay un equipo que debe atender a personas en crisis. No sé lo que él pensaba en ese momento, pero lo que sí sé es que no deberían hacerse las cosas como las hicieron”.
Acciones legales y fallas en protocolos
Gabriel Pérez, abogado de la familia Hernández, aseguró que se están reuniendo pruebas y evaluando acciones legales contra el Departamento de Policía de El Paso. “Es evidente que aquí fallaron los protocolos de intervención en crisis de salud mental”, afirmó. “Hay cuerpos especiales para estos casos. Se trataba de un joven desarmado que claramente atravesaba una crisis emocional o algo similar”.
Y agregó: “No era un peligro para el público ni un criminal buscado. La respuesta fue desproporcionada y carente de humanidad”.
La familia exige justicia y cambios en los protocolos. “Lo que quiero es que esto no vuelva a pasar”, dijo Angélica Luján. “Que ninguna madre más tenga que ver a su hijo morir en videos por culpa de un abuso policial. Que ninguna hermana se entere por redes sociales que su hermano está en cuidados intensivos. Que alguien pague por esto. Que mi hijo no haya muerto en vano”.
Investigaciones abiertas
El caso mantiene abiertas tres indagatorias: una criminal, otra a cargo de los Texas Rangers y una administrativa dentro del propio Departamento de Policía de El Paso. Mientras tanto, un oficial fue suspendido y otro, que se encontraba fuera de servicio al intervenir, fue asignado a labores de escritorio.
La crudeza del video –con gritos, insultos y amenazas–, sumada al dolor de la familia, han puesto bajo la lupa el actuar de la Policía de El Paso y el uso de la fuerza en situaciones que involucran a personas en crisis.
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