Como alimento, la papa puede cocerse al horno, hervirse, hacerse puré, aplastarse, triturarse, asarse, freirse y mucho más. Como cultivo, es uno de los más importantes del mundo, con una producción de más de 350 millones de toneladas anuales. Su eficacia —necesita menos tierra que el trigo o el arroz— y su capacidad para crecer en diversos entornos la han convertido en un producto esencial para la seguridad alimentaria mundial.
Sin embargo, el origen de la planta no ha sido determinado. Parece que todo el mundo come papa, pero nadie puede decir de dónde proceden.
Ahora los científicos han formulado una respuesta: de los tomates. Según un estudio publicado el jueves, la papa pudo surgir hace nueve millones de años mediante la combinación de material genético de Etuberosum, un grupo de plantas parecidas a la papa procedentes de Sudamérica, y tomates silvestres. De acuerdo con la investigación, este acontecimiento de hibridación condujo al origen del rasgo distintivo de la planta de la papa, el tubérculo, una estructura subterránea que almacena nutrientes y, como los humanos descubrieron, es comestible.
“La papa es hija del tomate y del Etuberosum”, dijo Zhiyang Zhang, investigador de la Academia China de Ciencias Agrícolas y autor principal del estudio que fue publicado en la revista Cell. “Hicimos este análisis y descubrimos que era hija de dos plantas”.
Los científicos llevan mucho tiempo observando que, por encima del suelo, las plantas modernas de papa se parecen mucho al subgrupo de especies sudamericanas llamado Etuberosum. Pero las plantas Etuberosum no dan tubérculos. Y genéticamente, las papas parecen estar más emparentadas con los tomates; ambas pertenecen al género compartido Solanum. Esto era desconcertante: ¿Por qué las papas se parecían a una planta, pero compartían parentesco con otra?

Para resolver este enigma, un equipo internacional de científicos analizó 128 genomas de los tres linajes hermanos (tomate, Etuberosum y plantas de papa y sus parientes silvestres), además de tres especies de berenjena como grupo externo. Los investigadores descubrieron que la papa moderna tenía una ascendencia mixta, que surgió de un linaje híbrido de tomate y Etuberosum hace entre ocho y nueve millones de años y condujo al origen de los tubérculos. Es posible que esa hibridación haya permitido que las especies posteriores de papa —existen más de 100— se diversificaran y ampliaran su zona de distribución por los Altos Andes, donde predominaban los climas más fríos.
“Es un estudio muy bien hecho”, dijo Esther van der Knaap, genetista de plantas de la Universidad de Georgia, quien no participó en la investigación. “Proporciona un modelo de cómo es que eso podría ocurrir en muchos otros casos”.
Al principio, la combinación de dos plantas diferentes podría no haber originado nada digno de mención. “Hay una mezcla antigua de genomas, y de ahí salen algunas plantas insignificantes”, dijo Van der Knaap. Pero con el tiempo —decenas de miles o quizá millones de años— la selección natural originó “un complejo de especies totalmente nuevo”, dijo.
El estudio indica que los genes responsables de la formación del tubérculo eran una combinación del material genético de cada progenitor evolutivo. El gen que indica a la planta cuándo debe empezar a fabricar tubérculos, llamado SP6A, procede del tomate, mientras que el gen que controla el crecimiento de los tallos subterráneos que se convierten en tubérculos, conocido como IT1, procede del Etuberosum.
Pingxian Zhang, otro de los autores principales de la Academia China de Ciencias Agrícolas, expresó su entusiasmo ante las posibilidades de futuros estudios. Solo se cultiva un grupo de especies de papa, y mejorarlas ha planteado retos: como el cultivo, suelen propagarse mediante clonación, lo que limita su variedad genética y las hace más vulnerables a las enfermedades. La ingeniería de las papas con material genético de tomates podría ser una forma prometedora de avanzar, dijo Zhang.
En los últimos años, los investigadores han podido analizar los genomas a una escala mucho mayor que antes e inferir conexiones evolutivas que eran poco claras. Estos estudios han “revolucionado nuestra comprensión de lo que pudo ocurrir en el pasado”, dijo Leonie Moyle, bióloga evolutiva de la Universidad de Indiana, Bloomington, quien no participó en la nueva investigación. Respecto a los nuevos resultados, dijo: “Si las inferencias son correctas, podrían ser apasionantes”.
Richard Veilleux, horticultor de Virginia Tech que ha rastreado los orígenes de la papa cultivada miles de años atrás, describió el estudio como “un uso creativo de la genómica”.
“Una de las dificultades de los estudios evolutivos, por supuesto, es que las especies que existían hace ocho millones de años ya no existen”, dijo. “Ahora sabemos de dónde vienen las papas un poco mejor que antes”.