Cd. de México.- A los 91 años, Giorgio Armani dejó este mundo de la manera en que vivió: discreto, elegante y siempre con buen gusto, como su moda misma, la cual transformó la forma en que el mundo entendió la elegancia con prendas que hicieran brillar la esencia de las personas.

La genial idea de este joven humilde, nacido en Piacenza en 1934, que soñaba con ser médico, es que la ropa fuera de líneas simples, discreta y, sobre todo, cómoda. Por eso se le recuerda por su legendaria frase: "la elegancia no es sobresalir, sino ser recordado".

Dotado de creatividad artística, pero también del sentido del negocio, fundó un emporio que incluye no sólo moda y accesorios dirigidos a varios públicos, sino perfumes, artículos de casa, chocolates, libros, flores y hasta hoteles en Dubai y Milán, todo lo cual seguía siendo de su propiedad en un imperio valuado en más de 10 mil millones de euros.

Su lenguaje en todo lo que hacía era universal, minimalista, en donde importaba el corte impecable, los materiales de primera y, especialmente, la persona que portaba una de sus creaciones.

En los años 80, con su experiencia en casas famosas como Nino Cerruti, Armani empezó a jugar con hacer los trajes masculinos de diario más relajados, más flexibles, dejando atrás los forros y las telas pesadas y haciéndolos también más fluidos y cómodos. Llegó así a proponer el blázer como la pieza más versátil y usada en esos años.

"Tuve la sensación de que las mujeres pasaban a un primer plano en el trabajo y los hombres aceptaban su lado blando, y esa fue la base de mi éxito", afirmó, rotundo, en la revista Esquire en 2024.

Entonces vino su camino en el cine, una de sus grandes pasiones desde pequeño, vistiendo a Richard Gere para la película Gigoló Americano (1980), en donde el actor lució un sofisticado armario de trajes sueltos en tonos arenosos, mezclados con camisas blancas impecables y accesorios de calidad, que lo catapultaron a la fama. Desde entonces al diseñador se le conoció como "El Rey Giorgio".

Así, empezó a vestir a famosos como Sophia Loren, Claudia Cardinale, Michelle Pfeiffer, Jodie Foster y Diane Keaton, quienes empezaron a impulsar el fenómeno de que los diseñadores brillaran en las alfombras rojas de Hollywood.

Sus trajes de etiqueta y sus deslumbrantes vestidos de noche realzaban más la belleza de los actores, que seguían sus consejos sin ninguna duda y se convertían en sus amigos personales.

Su mundo se expandió a ser propietario de bares y restaurantes, hasta su propio equipo de basquetbol, todo con un estilo de vida donde sobresalía también su vocación de ayudar y su amor por Italia y Milán.

"Trabajó hasta los últimos días, dedicándose a la empresa, a las colecciones y a los numerosos proyectos en curso y futuros... El señor Armani, como siempre, fue llamado con respeto y admiración por empleados y colaboradores, partió en paz rodeado de sus seres queridos", anunció su empresa en un comunicado.

Según sus deseos, su funeral será privado, pero habrá una capilla ardiente abierta al público mañana y el domingo en el Armani Teatro en Milán.

El dato


Su empresa facturaba 2 mil 300 millones de euros al año y es considerada como una de las grandes fortunas del mundo, según Forbes.