Ciudad Juárez.– En una Ciudad Juárez marcada históricamente por la violencia y con un clima extremo que favorece la descomposición de los cuerpos, el odontólogo forense Alejandro Hernández-cárdenas Rodríguez suma más de mil casos en los que ha utilizado su técnica de rehidratación de tejidos blandos presentes en cadáveres momificados y reversión de procesos de putrefacción, con fines forenses de identificación y determinación de causa de muerte.

A dos décadas de haber obtenido el primer resultado exitoso y a nueve años de haber logrado la patente de su fórmula científica, el doctor de 68 años de edad ha procesado cientos de dedos, manos, orejas y cuerpos completos, la gran mayoría en la frontera, pero también en otras partes del país en donde las autoridades han solicitado su trabajo a la Fiscalía General del Estado de Chihuahua (FGE), con el fin de llegar a la verdad y combatir la impunidad.

Yo empecé con puro cadáver momificado, estuve trabajando un tiempo así. Y, después, a sugerencia de un compañero que me dijo que si podría hacerse lo mismo con los cuerpos putrefactos, empecé a experimentar con tejidos putrefactos y vi que sí funcionaba también”

“De 2004 a 2008 yo lo hacía, pero se supo de mi trabajo hasta que la procuradora, Patricia González Rodríguez, se enteró. Dijo que había que difundirlo y me dijo que tenía que patentarlo”

Uno de los casos más emblemáticos en los que ha trabajado, pero que nunca se había dado a conocer, es el de la niña Airis Estrella Enríquez Pando, de 7 años de edad, cuya desaparición y feminicidio conmocionó a Ciudad Juárez en 2005.

Después de 13 días de haber permanecido desaparecida, su cuerpo fue encontrado el 15 de mayo de 2005 en la periferia, dentro de un tambo relleno con cemento. De acuerdo con los médicos forenses había sido abusada sexualmente y tenía un tiempo estimado de diez días de muerta a causa de traumatismo craneoencefálico. Pero fue necesario utilizar la ciencia para confirmar que realmente se trataba de ella.

La entonces Fiscalía Mixta realizó exámenes de ADN y estudios antropológicos, además de que el doctor Hernández-cárdenas, quien tenía ya un año trabajando de manera exitosa con su fórmula, logró rehidratar sus manos y obtener sus huellas dactilares.

Las manitas de Airis Estrella

“Cuando la encontraron se identificó por genética… pero como la genética se iba a tardar, el director de Periciales en ese tiempo me dijo: doctor quiero que rehidrate las manos de la niña. No tenía credencial de elector, no tenía pasaporte, no había ningún documento con sus huellas, pero los niños tocan todo, agarran el vidrio, la televisión, el refrigerador”, por lo que se envió a peritos a su casa a realizar un rastreo de sus huellas, mientras el doctor rehidrataba sus manitas, debido al avanzado estado de descomposición en el que se encontraban.

Tras procesar ambas manos, logró recuperar sus huellas dactilares y cotejarlas con las muestras recuperadas por los peritos en la vivienda, las cuales coincidieron.

Después de los resultados de ADN, “la mamá la sepultó, pero hubo gente que empezó a decirle: no es tu hija, te engañaron para callarte, para que no hicieras escándalo (…) Entonces, exigió que la exhumaran para hacerle nuevos estudios y vino el equipo de las antropólogas argentinas y dijeron que ellas iban a hacer la investigación del cuerpo de la niña. Cuando llegó el cuerpo al Semefo (Servicio Médico Forense) pues ahí voy yo, y cuando abrieron la bolsa en la que la habían metido al ataúd todo el cuerpo de la niña estaba macerado, pero estaban las dos manos intactas; las dos manitas estaban perfectamente conservadas”, relató.

Su técnica le permitió apoyar en la identificación de Airis Estrella, mientras que su exhumación le ayudó a él a descubrir la conservación de los cuerpos después de la utilización de la fórmula que logró después de atestiguar la cantidad de cuerpos que nunca eran identificados, de los que no había certeza por parte de sus familiares o de los que no se podía descubrir si habían sido asesinados.

“De 2004 a 2008 yo lo hacía, pero se supo de mi trabajo hasta que la procuradora, Patricia González Rodríguez, se enteró. Dijo que había que difundirlo y me dijo que tenía que patentarlo”, recordó el fronterizo quien dos décadas después es reconocido mundialmente.

La patente de una innovación científica

El sistema de identificación por dactiloscopia nació en el siglo XVIII y se le acredita al argentino Juan Vucetich, quien el 1 de septiembre de 1891 hizo las primeras fichas dactilares del mundo, por lo que después se estableció el 1 de septiembre como el Día Mundial de la Criminalística.

Sin embargo, no de todos los cadáveres se podían obtener las huellas dactilares. Y, según el registro más antiguo que ha encontrado el juarense, la primera fórmula de rehidratación de pulpejos data de 1904 en Estados Unidos, por lo que durante un siglo forenses de todo el mundo

■ La fórmula que creó es capaz de mejorar el aspecto de la piel putrefacta o momificada, restaurar rasgos faciales, obtener huellas dactilares y descubrir tatuajes, lunares, cicatrices y lesiones en el cuerpo, con el fin de facilitar la identificación y descubrir si fue posible víctima de un delito.

rehidrataron pulpejos con distintas técnicas, pero nunca pudieron rehidratar órganos internos o cuerpos completos, hasta que en 2004, 18 meses después de buscar distintas combinaciones, Hernández-cárdenas logró descubrir la fórmula exitosa y después de siete años y medio de trámites consiguió la patente.

La fórmula que creó es capaz de mejorar el aspecto de la piel putrefacta o momificada, restaurar rasgos faciales, obtener huellas dactilares y descubrir tatuajes, lunares, cicatrices y lesiones en el cuerpo, con el fin de facilitar la identificación y descubrir si fue posible víctima de un delito.

Aún recuerda la rehidratación del primer dedo en el que obtuvo éxito su fórmula en 2004, aunque al principio creyó que se trataba de una broma de los peritos del Semefo; mientras que el primer cuerpo completo que rehidrató en 2008 fue el de una mujer que fue encontrada momificada en Nuevo Casas Grandes y quien pudo ser identificada por su familia en Real del Monte, Hidalgo, gracias a que la rehidratación de su rostro permitió que se realizara un retrato hablado.

Debido a que no podía revelar su fórmula a la FGE antes de lograr su patente, para justificar el pago de sus materiales, desde que comenzó a trabajar en su técnica, él mismo se ha encargado de financiar la fórmula de cada uno de sus trabajos.

Con tres litros de la fórmula incolora y un costo actual de un dólar, el perito de Servicios Periciales y Ciencias Forenses de la FGE en la Zona Norte de Chihuahua logra rehidratar o revertir la putrefacción de un dedo, mientras que con 300 litros y menos de 100 dólares es capaz de lograr resultados exitosos en un cuerpo entero, en un promedio de siete u ocho días.

Ha trabajado con orejas porque las de cada persona tienen características únicas, mientras que las huellas dactilares no siempre pueden recuperarse debido al desgaste que sufren los pulpejos en personas con desgaste dactilar debido a los trabajos que realizaban en vida.

El ‘jacuzzi’

Para el trabajo con los cuerpos completos tuvo que crear un “jacuzzi”, en el que vierte entre 250 y 300 litros de su fórmula y mantiene un monitoreo constante del cadáver.

“Yo empecé con puro cadáver momificado, estuve trabajando un tiempo así. Y, después, a sugerencia de un compañero que me dijo que si podría hacerse lo mismo con los cuerpos putrefactos, empecé a experimentar con tejidos putrefactos y vi que sí funcionaba también”, relató.

De los más de mil casos en los que ha trabajado, estima que aproximadamente entre el 70 y 80 por ciento han sido de cuerpos putrefactos y entre el 20 y 30 por ciento restante de cuerpos momificados.

“Se momifican cuando los dejan más cerca del desierto. Por ejemplo, un cuerpo que dejan en el desierto empieza a descomponerse, entra en putrefacción, luego se viene una racha de calor muy fuerte y lo deshidrata, el calor muy fuerte lo momifica. Entonces, ya estuvo putrefacto y luego se momifica. Es muy raro que un cuerpo se momifique sin haber estado putrefacto primero, nunca he visto un cuerpo que no tenga señas de putrefacción, al menos que sea una momificación provocada, por embalsamamiento”, explicó.

Relato que cuando vierte un cuerpo en el “jacuzzi” la solución es cristalina, pero a los pocos minutos el agua empieza a cambiar de color y se empieza a poner de diferentes colores, a veces se pone roja, a veces amarillenta, a veces café, porque cada cuerpo tiene diferente proceso de putrefacción.

Sin explicación lógica

Una vez logrado el proceso, se pueden recuperar distintas características físicas o las lesiones, así como por ejemplo la temporalidad de los hematomas existentes, lo cual puede dar indicios a las autoridades, por ejemplo, de que una persona fue torturada por varios días.

“Científicamente no hay una explicación lógica, porque para eso obviamente tendría que hacerse un estudio muy profundo de qué es lo que está pasando, yo mismo tengo esa duda: ¿qué es lo que sucede, si las células ya están muertas? Son células muertas, deshidratadas en el caso de un cadáver momificado, secas, sin nada de agua y muertas; entonces, ¿qué es lo que hace que permitan que entre agua dentro de ellas? Puede entrar fácil, yo puedo agarrar una mano y meterla en agua sola y se va a humedecer claramente, pero se va a ver horrible, no va a tener un aspecto normal”, expresó.

Y es que los químicos que utiliza “hacen que cada célula y todo el tejido, y la piel y todos los músculos y la grasa de los órganos internos adquieran su aspecto más próximo a lo normal, porque sí lo adquieren muy parecido a lo normal. Pero yo no sé cuál es el mecanismo fisiológico-químico que hace que eso suceda”, y aunque ha habido personas interesadas en realizar sus tesis de posgrado con el objetivo de encontrar una explicación de los resultados, han desistido ante la dificultad”.

“Casi nunca hay una gran evolución a las 24 horas… ya por lo general al tercer día se notan muy buenos cambios, muchos cambios”, dijo. En los cuerpos descompuestos hay ocasiones que hasta tres días tienen para verse normales, de tres días a cinco días se tardan, y un momificado de cinco a siete días.

Hernández-cárdenas destacó el apoyo que ha tenido a lo largo de estos más de 20 años en el trabajo de su técnica por parte de sus compañeros prodisectores Fernando, Óscar y Rubén Curtidor, Iván Ramos y Santos Prieto, ya que “sin ellos batallaría muchísimo más, para mover el cuerpo, para tomarle las huellas”. Incluso, aunque él nunca ha realizado un registro de la cantidad de casos con los que trabaja, Ramos es quien sí lo ha hecho.

También agradeció a Héctor Hawley Morelos, quien actualmente es perito de Feminicidios del Laboratorio de Servicios Periciales y Ciencias Forenses, y quien fue coordinador de Servicios Periciales en la Zona Norte del Estado, así como el apoyo que recibió de la exprocuradora González Rodríguez.

“Es muy raro que un cuerpo se momifique sin haber estado putrefacto primero, nunca he visto un cuerpo que no tenga señas de putrefacción, al menos que sea una momificación provocada, por embalsamamiento”