Urique, Chih.- Boca del Arroyo de la Higuera es una comunidad ubicada en la profunda barranca de Urique, a unos 20 minutos de distancia de la cabecera municipal, y conformada por 22 familias indígenas.
Este asentamiento experimentó una verdadera transformación, pues pasó de tener sencillas casitas de adobe sin enjarre y con techos débiles que permitían que el agua y los insectos entraran, a ser un poblado de viviendas amplias y seguras, con techos de lámina y paredes y pisos firmes, dotadas de baños secos, abasto de agua potable, celdas solares y refrigeradores, así como de espacios públicos dignos para la convivencia comunitaria.
Este cambio fue posible gracias a la intervención del Programa de Salud y Bienestar Comunitario que opera el DIF Estatal, basado en la participación de la comunidad para generar cambios e impulsar los proyectos de mejora para elevar la calidad de vida de los habitantes.
Emma González Castañeda, una de las habitantes del poblado y madre de cuatro hijos, recuerda cómo era su comunidad hace poco más de tres años: “las casas estaban en muy malas condiciones, no teníamos baños y usábamos el monte para hacer nuestras necesidades, nos enfermábamos mucho del estómago”, relata. La situación empeoraba por la falta de infraestructura, ya que debían recorrer largas distancias para obtener agua, que tenían que cargar desde el río, y no contaban con manera de preservar los alimentos, lo que generaba riesgos para la salud.
Fue entonces cuando el programa del DIF Estatal hizo presencia en la comunidad, y Lorenza Montes, promotora del Programa de Salud y Bienestar Comunitario, inició un proceso participativo con las familias.
La comunidad fue invitada a reuniones donde, con total apertura, compartieron sus necesidades más apremiantes. “Era importante que ellos expresaran qué era lo que más les afectaba, qué problemas enfrentaban día a día”, explica Montes. Con el tiempo, realizaron un diagnóstico participativo en el que los propios habitantes definieron las prioridades, siendo las principales la mejora del acceso a agua, la construcción de baños secos y el remozamiento de sus viviendas deterioradas.
La comunidad de Boca del Arroyo de la Higuera respondió con compromiso. Los hombres, mujeres y niños colaboraron en la construcción, acarreando arena y agua, y en la creación de obras en sus viviendas. “Al principio no creíamos que todos estos planes fueran a hacerse realidad. Ha venido gente que nos prometen cosas, y no las cumple, pero nos sorprendió que en esta ocasión sí regresaron y nos trajeron lo que nos prometieron”, comparte Emma. Ella destaca que la participación y la confianza en el proceso permitieron que las iniciativas tuvieran éxito.
El apoyo del DIF Estatal fue clave. Les proporcionaron materiales de construcción como cemento, láminas, soldadura y otros insumos necesarios para mejorar sus viviendas. Además, instalaron celdas solares y donaron refrigeradores, lo que permitió conservar alimentos y mejorar la alimentación familiar. La colaboración con la Junta Central de Agua y Saneamiento (JCAS) posibilitó la rehabilitación del cárcamo de agua, la instalación de sistemas de bombeo, tuberías y tinacos en cada hogar, eliminando así la molestia y el riesgo de desplazarse hasta el río para obtener agua.
Gracias a estas acciones, la comunidad de Boca del Arroyo de la Higuera ya no necesita desplazarse a la cabecera municipal para abastecerse de productos básicos. Las familias ahora almacenan agua en sus propias viviendas, y los alimentos, que antes se deterioraban rápidamente por las altas temperaturas, pueden conserverse en refrigeradores que también fueron proporcionados por el programa. “Con todos estos apoyos, batallamos menos para hacer nuestras actividades diarias, y ya no corremos tanto el riesgo de enfermarnos como antes”, comenta Emma con una sonrisa.
Otra beneficiaria destacada de este proceso es Josefina Lara Gallardo, quien resalta cómo la comunidad estuvo involucrada en las tareas del día a día para concretar los avances. Ella recuerda que, cuando llegaron los materiales y comenzaron las obras, toda la comunidad se unió a colaborar. “Todos los vecinos nos unimos. Los hombres ayudaron a hacer los trabajos en las casas, y las mujeres y niños ayudamos cargando materiales, para que pudiéramos avanzar más rápido. Todos poníamos nuestra parte, porque sabíamos que esto sería para mejorar nuestras vidas”, señala Josefina.
Gracias a este compromiso, Josefina no sólo pudo remozar y ampliar su casa, sino que, con el mismo material de construcción, su esposo construyó una barra y un lavabo en el interior de la vivienda, lo que facilita las actividades cotidianas de toda la familia.
Por su parte, el gobernador indígena de la comunidad, Felipe Ortega Sevilla, reconoció el apoyo del DIF Estatal. “Gracias por venir a ayudarnos, por escuchar nuestras necesidades y por trabajar con nosotros. Con su ayuda, nuestro pueblo ha cambiado mucho, ahora estamos más seguros, con agua limpia y casas más fuertes”, externó.
A decir de la promotora Lorenza Montes, el cambio ha sido tan convincente que la noticia de esta exitosa intervención se ha difundido en la región, motivando a otras comunidades a solicitar incorporarse al programa, con la esperanza de mejorar sus propias condiciones de vida.
Al momento, tiene la solicitud de ocho localidades de la Barranca, para comenzar con este proceso de acompañamiento y trabajo comunitario.
El caso de Boca del Arroyo de la Higuera refleja que cuando las comunidades están unidas y participan en su propio desarrollo, los resultados pueden ser transformadores y duraderos. La participación en diagnóstico, planificación y ejecución de proyectos ha permitido que los habitantes no sólo mejoren sus viviendas y servicios, sino también que fortalezcan su organización social y autonomía.