En los primeros días del primer gobierno de Donald Trump, los agentes de migración detuvieron a Daniel Ramirez Medina en el departamento de su familia en un suburbio de Seattle y lo acusaron de ser miembro de una pandilla. Su fuente de evidencia era un tatuaje que Ramirez llevaba en el antebrazo izquierdo de una estrella de cinco puntas que decía: “La Paz – BCS”.

Nacido en México y criado en California, Ramirez había podido trabajar y criar a su hijo sin miedo a la deportación gracias al programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia. Aun así, pasó seis semanas en un centro de detención mientras el gobierno intentaba deportarlo. Finalmente, un juez dictaminó que el tatuaje era una referencia a su lugar de nacimiento y ordenó su liberación.

Esta vez, el segundo gobierno de Trump parece valerse aún más de los tatuajes para deportar sumariamente a migrantes venezolanos que, según afirma, son miembros de la banda Tren de Aragua, en una estrategia que ignora décadas de protocolo policial y legal, según algunos críticos.

Muchos funcionarios del orden público comentan que, por lo general, los tatuajes son tan solo el punto de partida de una investigación. Además, el Tren de Aragua todavía es relativamente nuevo en Estados Unidos, por lo que cualquier indicador de afiliación podría ser menos contundente que las pruebas que las fuerzas de seguridad han podido reunir a lo largo de los años sobre pandillas callejeras más antiguas.

¿Qué papel desempeñan los tatuajes en las investigaciones policiales?

En febrero del año pasado, el Departamento de Policía de Nueva York empezó a recibir informes de las autoridades federales sobre miembros del Tren de Aragua que viajaban desde Denver y Colorado hacia la costa este del país.

El Departamento de Policía tenía poca información sobre la megapandilla venezolana, pues era nueva en el país y en la ciudad de Nueva York. Pero la policía se enteró de que un indicador eran los tatuajes que llevaban los miembros para mostrar su lealtad.

Entre ellos había imágenes de relojes que indicaban el tiempo que habían pasado en la cárcel, e insignias relacionadas con los Chicago Bulls y Michael Jordan, cuyo número de camiseta era el 23, una referencia a la 23 de Enero, un barrio de Caracas, Venezuela.

Luego había imágenes de trenes, en homenaje al nombre de la banda.

Pero durante décadas, las autoridades han tratado los tatuajes solo como indicios de una posible afiliación a una pandilla, señaló Joseph Kenny, jefe de detectives del Departamento de Policía. Un tatuaje en sí mismo, dijo Kenny en una entrevista el año pasado, nunca es prueba suficiente para demostrar que una persona es miembro de un grupo delictivo, y tampoco debe ser nunca el único motivo para presentar cargos penales.

Ejemplos de tatuajes que podrían estar relacionados con pandillas, un documento de la división de campo en Chicago de la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional.Credit...Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU.

Según los datos más recientes del Departamento de Policía, las autoridades han identificado a 78 miembros del Tren de Aragua y de Los Diablos, una pandilla juvenil afiliada, de entre los 13.304 miembros de grupos conocidos en la ciudad de Nueva York.

“Tenemos criterios muy estrictos” para ingresar el nombre de cualquier persona en la llamada base de datos de pandillas que recopila el departamento, señaló Kenny en una rueda de prensa la semana pasada, “y nos atenemos a esos criterios estrictos”.

La información que recaba la policía se transmite a otras partes del sistema de justicia penal, incluidas cárceles y prisiones, donde los funcionarios penitenciarios realizan su propia labor de investigación.

“Es deber del oficial penitenciario observar y escuchar la jerga y prestar atención a los tatuajes”, explicó Leandro Paulino, ex guardia de prisión en la isla Rikers en Nueva York.

Luego, las cárceles recurren a sus propios informantes confidenciales, agregó Paulino, que es presidente de la International Law Enforcement Officers Association, un grupo de defensa experto en inteligencia sobre pandillas.

“Son ellos los que nos dicen: ‘No, se equivocaron ahí’”, dijo. “Así es como lo hacemos. Y así es como reunimos la información”.

¿En qué medida los fiscales se apoyan de los tatuajes durante los juicios?

Cuando se presentan ante un tribunal, los tatuajes suelen utilizarse para establecer relaciones entre los acusados y así probar los cargos que se les imputan. Los jueces suelen permitir que los fiscales presenten fotografías de tatuajes a un jurado, si las imágenes son relevantes para algún aspecto de un delito, ya sea tráfico de drogas, tiroteo desde un vehículo o extorsión.

“Los tatuajes son apenas un elemento de una miríada de circunstancias que las fuerzas del orden utilizan para identificar quién pertenece a una pandilla y qué posición ocupa dentro de ella, así como cuánto tiempo lleva ahí y cuál es su grado de afiliación en realidad”, dijo Ryan Brackley, ayudante del fiscal del condado de Arapahoe, en Colorado.

Brackley, cuya jurisdicción incluye Aurora, la ciudad que el presidente Trump afirmó falsamente que había sido invadida por miembros de pandillas procedentes de Venezuela, añadió: “Un tatuaje puede revelar mucho. Pero ¿vamos a basar nuestras decisiones, acusaciones penales y asociaciones en un tatuaje? Es muy muy improbable”.

Las fuerzas de seguridad están utilizando tatuajes como coronas, estrellas y trenes para vincular a migrantes venezolanos con la pandilla Tren de Aragua.Credit...Andrew Caballero-Reynolds/Agence France-Presse — Getty Images

John Colello, supervisor de la división de homicidios relacionados con pandillas en la fiscalía del condado de Los Ángeles, indicó que la información de las agrupaciones más antiguas era más fiable. Por ejemplo, los miembros de la Mara Salvatrucha, conocida comúnmente como MS-13, tienen tatuajes de “MS”; los Crips de la 98 Main Street Mafia tienen tatuajes de “98 M”, detalló.

Aunque algunas pandillas, como la MS-13, tienen tatuajes que podrían hacerlas más fáciles de identificar para las fuerzas del orden, sus miembros siguen haciéndose estas marcas para señalar a la comunidad y a otros miembros rivales a qué grupo representan.

Sin embargo, cinco venezolanos expertos en el Tren de Aragua —dos agentes de policía, dos académicos y un periodista— afirmaron que ese no era el caso de la banda venezolana. Aunque algunos miembros sí tienen tatuajes, no están pensados como marcas de pertenencia. Según estos expertos, los tatuajes también son comunes entre muchos jóvenes venezolanos, sobre todo los de barrios más pobres, donde el hiphop y el básquet forman una parte importante de la cultura y la estética.

“Es obvio que los hechos y el contexto son importantes”, dijo Colello. “Los tatuajes por sí solos, o la falta de tatuajes, no significan necesariamente que una persona sea, o no, miembro de una pandilla o miembro activo de una banda”.

¿Cómo ha cambiado la estrategia el gobierno de Trump?

En un intento de expulsar a más migrantes del país, el segundo gobierno de Trump parece haber simplificado los criterios para identificar a las personas como miembros de pandillas. Durante una audiencia celebrada el mes pasado, abogados de migrantes venezolanos presentaron un documento oficial titulado: “Guía de validación de enemigos extranjeros”, que establecía los criterios que deben seguir los funcionarios federales para designar a alguien miembro del Tren de Aragua.

Dicha designación se basaba en un sistema de calificación de 10 puntos. Una persona que tuviera “tatuajes que denoten pertenencia/lealtad al TDA” podía recibir cuatro puntos, según el documento. Se podían asignar otros cuatro puntos por “insignias, logotipos, anotaciones, dibujos o vestimenta que se supiera que indican lealtad al TDA”.

Ocho puntos designarían a una persona como miembro del Tren de Aragua, según el documento, y como candidata a deportación en virtud de la Ley de Enemigos Extranjeros sin posibilidad de impugnar al gobierno ante los tribunales. El gobierno de Trump ha invocado la centenaria ley en sus esfuerzos de deportación, lo que ha otorgado al comandante en jefe poderes extraordinarios de tiempos de guerra.

En un caso reciente, Andry Jose Hernandez Romero, un maquillador venezolano, fue expulsado a El Salvador después de que el gobierno, al parecer, solo se basó en sus tatuajes para acusarlo de pertenecer al Tren de Aragua. Los abogados de Hernandez Romero declararon que él tiene dos tatuajes de coronas, uno con la palabra “Mamá” y el otro con la palabra “Papá”. Pero sostienen que no hay pruebas reales que lo vinculen al grupo.

Una sentencia de la Corte Suprema de la semana pasada podría despejar el camino para nuevos litigios sobre este proceso. Los nueve jueces coincidieron en que los detenidos tenían derecho a una audiencia antes de que el gobierno pudiera expulsarlos, y que el gobierno de Trump debía darles tiempo para impugnar sus expulsiones. Pero el gobierno ya ha mostrado su disposición a desafiar las órdenes judiciales, y un juez federal amenazó el miércoles con abrir una investigación por desacato de alto nivel sobre los vuelos de deportación.

Bill O. Hing, profesor de Derecho de la Universidad de San Francisco y abogado especializado en migración desde hace medio siglo, dijo que la selección de personas por parte del gobierno basada únicamente en los tatuajes era demasiado simplista. “Es posible que algunos miembros de pandillas tengan una insignia concreta”, señaló Hing, “y es posible que quien tenga ese tatuaje no pertenezca a la pandilla. Por eso es excesivamente inclusivo hacer esa generalización”.

Conforme se intensifican las medidas de represión de la migración en todo el país, Hing está viendo aumentar el número de casos y espera que siga siendo así.

“Hay un aumento de la presión para obtener representación legal”, dijo Hing, “porque el ICE está ocupado”.