Nash Keen nació el 5 de julio de 2024, 133 días antes de la fecha prevista de parto y con un peso de tan solo 283 gramos, aproximadamente el tamaño de una arra de jabón. Pasó los siguientes seis meses en la unidad de cuidados intensivos neonatales del Hospital Infantil Stead Family de la Universidad de Iowa Health Care y en enero de este año regresó a su casa en Ankeny, Iowa, con sus padres, Mollie y Randall Keen.
“Nash tiene una personalidad increíble. Es un bebé feliz”, dijo Mollie Keen, quien afirma el bebé duerme casi todas las noches desde que salió de cuidados intensivos. “Tras tanto tiempo uno pensaría que sería más frágil. Y no es así. Es un niño muy decidido y curioso, y siempre está sonriendo”.
Nash es uno del creciente número de bebés extremadamente prematuros que reciben tratamiento crucial y sobreviven. Al cumplir su primer año, Guinness World Records lo declaró el bebé más prematuro del mundo, superando por un solo día al anterior poseedor del récord de la organización, nacido en 2020 en Alabama.
Los padres de Nash ya habían experimentado la tristeza de perder un bebé en el primer embarazo de Mollie, que terminó en un aborto espontáneo. Fue entonces cuando se enteró de una afección médica que podría dificultarle concluir un periodo de embarazo.

Mollie esperó lo peor cuando en su control prenatal de las 20 semanas supo que ya tenía dos centímetros de dilatación. Los médicos no suelen intentar salvar la vida de los bebés nacidos antes de las 22 semanas de gestación, ya que la mayoría de los que nacen a ese periodo no pueden sobrevivir. Pero Mollie supo que el equipo neonatal del Hospital Infantil Stead Family estaba realizando medidas para salvar la vida de los bebés nacidos a las 21 semanas de gestación. Entró en trabajo de parto días antes de esa fecha, pero con ayuda médica, logró retrasar el parto hasta exactamente las 21 semanas.
El mes siguiente los problemas médicos fueron constantes, pero un equipo completo de médicos trabajó para mantener a Nash con vida y que recuperara su salud.
“Una de las cosas que noté del equipo médico es que estaban muy tranquilos”, recordó. “Nunca los vimos ansiosos ni nada parecido. Así que aprendimos a observarlos. Y si los médicos y las enfermeras no se asustaban, no había razón para que nosotros lo hiciéramos”.
Malinda Schaefer, obstetra de alto riesgo que asistió al parto de Nash horas después de que este cumpliera 21 semanas, describió su nacimiento como un hito en la medicina materno-fetal. Sin embargo, al consultar con los Keen antes del parto, no minimizó las posibilidades de supervivencia de Nash ni la probabilidad de que enfrentara complicaciones médicas graves si sobrevivía.

“En última instancia, no soy yo quien vive con las consecuencias de las decisiones de los padres, por lo que es muy importante para mí tener conversaciones honestas y abiertas con ellos para que se sientan completamente informados y puedan tomar la mejor decisión para su familia”, dijo Schaefer.
Si bien Nash ha tenido algunas complicaciones y problemas en el desarrollo, comunes en los prematuros, su progreso ha sido tan bueno como los médicos esperaban.
Con un año de edad, Nash aún usa oxígeno que le ayuda a respirar y se alimenta por sonda, aunque se espera pronto comience con purés. También tiene un pequeño defecto cardíaco, que sus médicos creen que se le quitará con la edad.
Aún no gatea, pero ya se da vuelta. “Está aprendiendo a pararse sobre sus dos pies, lo cual es genial”, dijo su mamá. “Tiene mucha fuerza en las piernas”.